La Cueva de los Enebralejos es un fascinante testimonio de la historia geológica y humana de la península ibérica. Descubierta de manera accidental en 1932 durante la perforación de un pozo, la gruta llamó rápidamente la atención por su singular relevancia arqueológica y espeleológica. Hoy está declarada Bien de Interés Cultural como zona arqueológica y se ha convertido en un museo bajo tierra accesible mediante visitas guiadas.
Formada hace aproximadamente 40 millones de años por la erosión del agua que disolvía la caliza, este proceso de karstificación fue seguido por la precipitación de minerales, dando lugar a magníficas formaciones como estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas y “banderas”. Con un recorrido total de unos 3.670 metros y un desnivel de apenas 13, la cueva está organizada en tres niveles escalonados; solo el nivel central – dividido en tres salas – está abierto al público.
Durante la Edad del Cobre y el Bronce (en torno al 2.500 a.C.), los Enebralejos fueron utilizados como necrópolis. En la primera sala se hallan osarios excavados directamente en el suelo, donde se depositaban restos humanos acompañados por cerámica, armas líticas, ídolos y otros objetos cotidianos. Estos restos, junto con semillas, flores y múltiples fogatas, sugieren la realización de rituales ceremoniales y de purificación.
Las salas intermedias y la tercera presentan arte rupestre de estilo esquemático, con pinturas en negro y grabados geométricos (líneas rectas, retículas, zig zag) sobre las paredes, vinculadas a estos rituales funerarios. Aunque los mensajes concretos siguen siendo un enigma, este arte refleja una profunda dimensión espiritual de nuestros antepasados.
Después de su descubrimiento en 1932, la cueva fue explorada espeleológicamente en 1961 por ingenieros topógrafos. A partir de 1964, Isabel Burdiel empezó las excavaciones arqueológicas, identificando los enterramientos; en 1967, Cabellos, Gómez y Llobet localizaron los grabados rupestres. En los años ochenta se llevó a cabo un levantamiento topográfico completo, y en los noventa Luciano Municio concluyó que Enebralejos cumplía la función de necrópolis temprana
Desde 1995, la cueva abrió al público con una estrategia educativa envolvente. A la entrada se encuentra un parque arqueológico, que recrea un poblado prehistórico con cabañas y réplicas manipulables de cerámica, herramientas y arcos, lo que permite entender cómo vivían las comunidades del calor del cobre.
Un aula arqueológica completa la experiencia, con explicaciones, maquetas e interpretaciones sobre prácticas funerarias, economía, ritualidad y manifestaciones artísticas.
El recorrido, de unos 45–50 minutos, cubre aproximadamente 600 metros y se realiza mediante rutas guiadas, con iluminación LED de luz fría para conservar las formaciones las salas destacadas están: Sala I: los osarios y restos óseos acompañados de ajuar funerario. Sala II: pinturas rupestres, como figuras de cazador y un ciervo. Sala III, llamada ‘Santuario’: gran cavidad con grabados geométricos y la ‘Pared de los colores’, que exhibe minerales que tintan la roca. n
