Hacer reír y no manifestar con movimientos gestuales las gracias que interpreta, hizo que Buster Keaton recibiera el sobrenombre de Cara de Palo. Recordemos El maquinista de la general, La ley de la hospitalidad o El héroe del río, por traer alguna de las muchas películas producidas por Buster Keaton. Pero en esta ocasión su participación en Golfus de Roma (A funny thing happened on the way to the forum, 1966) de Richard Lester es como actor. Sabemos la afición de Lester por Segovia. La golfada que nos ocupa es la adaptación del musical de Broadway del mismo título, rodada en la ciudad del Acueducto y Valsaín. Uno de los más extraordinarios directores de la historia del cine, Buster Keaton, y Segovia, ciudad Patrimonio de la Humanidad, unidos en una comedia musical. Gracioso idilio.
De nuevo, un director internacional como John Derek y una actriz con sensualidad como Bob Berek se dan cita en Castilla para rodar una película, Bolero (1984), filme que irás a ver no por la grandeza de la dirección ni del guion ni tampoco de la fotografía, pero sí por el morbo erótico que porta su intérprete principal, Bod Derek. Mala crítica internacional de los amores de una ciudadana británica y un torero. La plaza de toros, donde el drama de la cogida se manifiesta, se recrea en el pueblo segoviano de Pedraza. Poco más podemos añadir a este sicalíptico melodrama.
Seguimos en la época en la que producir las películas que se ruedan en España es de fácil realización y, contando además con la cercanía de Marruecos, como en esta ocasión, la península ibérica es un buen plató cinematográfico. El viento y el león (The wind and the lion, 1975) de Jonh Milius, toma un hecho real, el secuestro de un magnate, como pieza para el argumento. No pudiendo tomar como protagonista a Orson Welles y su mítico Charles Foster Kane, al ser propiedad de la RKO, se valen de William Randolph Hearrst como personaje a copiar. Los pinares de Valsaín son nuevamente protagonistas con su decorado natural en los que Sean Connery junto a Cardice Begen y el siempre recurrente Jonh Huston dan interpretación al buen guion de una bella película.
Cierta película, al igual que su director, tienen poca proyección en los listados de filmes realizados en España. Consultando el Diccionario del Cine Español (1998) dirigido y prologado por José Luis Borau y editado por Alianza Editorial, en colaboración con la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y la Fundación Autor, carecemos de la suficiente información, ninguna, para dar noticia sobre la producción y dirección del filme Pipo el payaso (Pipo en de p-p parelridder, 2003) de Martín Lagestee. Consultado el volumen I Cine en Castilla y León (1910 – 2010) que edita la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, encontramos una entrada sobre la película en cuestión. Pipo es un payaso de gran éxito, pero su tía en una carta le pide ayuda para atrapar el fantasma que desde el castillo altera la vida tranquila del pueblo. De producción neerlandesa, encuentra en el pueblo segoviano de Turégano el castillo para dar hospedaje al fantasma. Sin miedo.
Es posible que no sean las mejores películas de la cinematografía española. Cierto, pero cuánto cine con vanas pretensiones se ha realizado, y aburrido, gracias a la taquilla de las producciones de Mariano Ozores, fallecido el 21 de mayo a los 98 años. “¿Entrevistarme a mí?” Cuestionaba las preguntas que en 1988 le realizaba David Trueba. En sus palabras se encuentra a un cineasta nada estirado, consciente de lo que es su oficio: “Me prometí hacer solo películas que quiere el público”. En sus más de noventa películas no ha pretendido otra cosa que divertir a los espectadores, su mayor exigencia entretener al público que llena las butacas de los cines y dar trabajo a todo el plantel de cómicos de la época: Alfredo Landa, Rosa Valente, Esteso, José Luis López Vázquez, Pajares, Florinda Chico y un interminable elenco en el que no falta la familia Ozores. Segovia recrea la pequeña ciudad en la que vive don Roque, en la película Nosotros los decentes, 1975, con guion de Juan José Alonso Millán y Mariano Ozores, quien se encarga también de la dirección. Noventa minutos de comedia.
Guillermo, Miguel; Michael, William. Tanto monta, monta tanto, Shakespeare como Cervantes. Con esta expresión tan nuestra quiero unir dos películas en la que estos dos genios de la literatura, castellana e inglesa, alternan no solo el arte de las letras, también otros frutos. Las películas que anoto tienen en común el accidental, de una manera imaginativa, encuentro de Cervantes y Shakespeare, circunstancia que no es nada ajena a la realidad histórica, que uniendo sus valías literarias componen, para salvar de la muerte a la mujer causante de su enemistad, una obra de teatro. Dirigida por Inés París, quien también participa en el guion, resuelve una poco fructífera realización.
Otelo. El comando negro (Othello, le command noir, 1982) de Max H. Boulois. Nos moderniza el Otelo de Shakespeare. Un grupo de mercenarios bajo el nombre de comando negro. De nuevo Otelo, Desdémona y el sufrir de los celos componen la tragedia que nos ocupa, con Tony Curtis, Joanna Pettet y el mismo director Max H. Boulois en los principales papeles. La música, ingrediente imprescindible en todo largometraje, se aprovechan del clásico Ludwig van Beethoven para aderezar con grandeza el drama. El Espinar pone su naturaleza al servicio del guion.
Viendo la película, sabemos con rapidez dónde fue rodada comprobar cómo están colocadas las tejas en los tejados. En la arquitectura tradicional, “tejado a la segoviana”, es una manera original de colocar las tejas en la techumbre de las casas de la provincia de Segovia. Dicha forma de entejar también se denomina “a torta y lomo”. Este tipo de edificación la encontramos en Elisa, vida mía (1976) de Carlos Saura. Junto a Elías Querejeta en la producción y Teo Escamilla encargado de la fotografía no faltan en el reparto Geraldine Chaplin y Fernando Rey, entre otros, y, naturalmente Segovia y Melque de Cercos muestran la especial manera en que están colocadas las tejas en las viviendas. Un claro ejemplo.