Moler el trigo y la cebada, elementos básicos para fabricar el pan de cada día y el necesario alimento para el ganado, ha sido siempre un actividad esencial en nuestra España rural y cerealista. La harina, ingrediente básico de nuestra alimentación, se elaboró ancestralmente en los molinos ubicados en las márgenes de los ríos Eresma y Pirón aprovechando la corriente del agua para mover las pesadas muelas de granito y cernir la molienda obtenida.
En el año 1749 figuraban en Carbonero el Mayor cuatro molinos harineros, según el Catastro de Ensenada; localizados en las márgenes del Pirón, El Carrascal al sitio de Temeroso de Santa Águeda y dos en el sitio de Quintanas titulados de Arriba y de Abajo y otro más en el río Eresma, el de Peñacorbilla, que terminaría convirtiéndose posteriormente en fábrica luz.
El paso del tiempo, unido al desarrollo tecnológico en la primera mitad del siglo XX, irá restando protagonismo a los antiguos molinos de agua dando paso a las nuevas fábricas de harina, ubicadas en lugares mucho más accesibles, junto al casco urbano de los pueblos más pujantes de nuestra provincia, manteniendo así una buena comunicación por carretera.

A comienzos del siglo pasado el tejido industrial en la provincia de Segovia no podía calificarse de floreciente. En Carbonero El Mayor la actividad industrial estaba representada por 10 hornos de teja, una fábrica de gaseosas, una fábrica de luz y dos molinos harineros -cuatro en total si se incluyen las márgenes del otro lado del río Eresma en Bernardos y Armuña-. Son años de importantes iniciativas industriales como la Tejera mecánica que tendría una efímera existencia entre los años 1924-27 y el gran proyecto de fábrica de cementos Portland surgido en el año 1932 y que quedaría truncado por la Guerra Civil, para ser retomado mucho años después con una fábrica mucho más modesta.
En este marco temporal, D. Alejandro Renedo Monjas emprende en 1925 la construcción de la primera fábrica mixta de harinas panificables, ubicándose a las afueras del casco urbano junto a la travesía de la carretera Valladolid-Segovia. Se trata de una empresa familiar que irá modernizándose y ampliándose hasta llegar a los últimos años del siglo XX, cuando la reestructuración del sector harinero acaba con este modelo empresarial después de 75 años de actividad.
La primitiva fábrica de harinas sufriría sucesivas ampliaciones a lo largo de su existencia, la primera de ellas surgida tras el fallecimiento de su fundador, D. Alejandro; su viuda e hijos decidieron ampliar y modernizar las instalaciones en 1935, eligiendo el sistema de fabricación conocido como Daverio, maquinaria de patente suiza considerada entonces como la más avanzada en toda Europa. Para ello, un equipo de técnicos suizos se desplazó a Carbonero para proceder al montaje de la maquinaria y los elementos auxiliares, bajo la gestión y coordinación de D. Mariano Renedo Torrego, hijo del fundador de esta empresa harinera. Con este nuevo sistema la fábrica alcanzaría una capacidad de molturación de 10 toneladas diarias.

Con la nueva fábrica ya inaugurada y en plena capacidad de producción, los acontecimientos históricos que envuelven a la sociedad española derivan en la Guerra Civil y movilizan a la población española; D. Mariano Renedo es llamado a filas y resultará herido de bala en la contienda, circunstancia que no impide que la fábrica continue su actividad durante los trágicos años de la guerra.
Los años más inmediatos de la postguerra van a significar una dura etapa para todos los sectores de la economía, especialmente para las fábricas de harinas que afrontan un notable descenso de la producción cerealista y se impone el racionamiento en este sector estratégico: se agudiza la competencia entre la fábrica y los molinos harineros que escapan fácilmente al control estatal y resultan firmes aliados de la economía del estraperlo, protagonista inevitable de aquellos difíciles años. Resulta curioso recordar como el Estado, para luchar contra esta economía sumergida, pero de supervivencia para muchas familias del entorno rural, precintaba el aparato de los antiguos molinos de agua denominado el desenchinador, que servía para eliminar las arenas que terminaban mezclaban con la harina y la hacían inservible para la fabricación de pan, todo ello con el objeto de impedir que esta actividad escapara al control de las cartillas de racionamiento.

En el año 1950 la industria harinera en la provincia de Segovia se encuentra en plena expansión; el buen momento de salud queda reflejado en la existencia de 26 fábricas de harina, aunque de muy diferente calado. Entre las más punteras se encuentra la de Carbonero el Mayor, junto a varias en Cuéllar y Segovia, además de Cantimpalos, Turégano, Ayllón, etc. Ese mismo año D. Mariano Renedo adquiere la propiedad de la fábrica familiar y pocos años después, en 1959, emprende nuevas modificaciones técnicas, introduciendo la limpia del trigo por vía húmeda y aumentando la capacidad de molturación hasta 16 toneladas diarias. Ya en 1967, y por fallecimiento de su titular, la propiedad de la empresa pasó a su viuda, Dña Aurea Pascual Rubio. Los tiempos demandaban nuevas adaptaciones y en los años siguientes se instala una batería de silos de almacenamiento de trigo, harina y salvados y, al mismo tiempo, se modernizan los sistemas de envasado de harina. Todas estas innovaciones consiguen incrementar la capacidad de molturación hasta 50 toneladas diarias. En aquellos años los molinos de agua han cesado ya en su actividad y la fábrica se encuentra a pleno rendimiento, dando trabajo a 11 personas en sus instalaciones.

Otro acontecimiento que marca la existencia de esta empresa se producirá en el año 1986, cuando la familia toma la decisión de cambiar la titularidad de la empresa, adaptándose a la nueva ley de Sociedades Anónimas, bajo la denominación de Vda. De Mariano Renedo S. A.
En aquellos años el sector harinero entra en permanente crisis, con la globalización de la economía y la modernización de los sistemas de transporte como telón de fondo, derivando en una caía de los márgenes económicos que ofrecía el mercado de molturación del trigo, hasta el extremo de que las pequeñas empresas harineras van desapareciendo en un mercado que favorece la concentración de la actividad harinera en grandes industrias: una sola empresa harinera de Valladolid es ahora capaz de abastecer la demanda harinera de toda su provincia. Todo el mercado nacional, especialmente el de Castilla y León, es absorbido por un pequeño número de empresas que no dejan lugar para este tipo de empresas familiares. En la provincia de Segovia van desapareciendo paulatinamente casi todas las empresas que se ubican en las zonas rurales, al tiempo que aparecen otras nuevas como Proinserga capaz de absorber 1000 toneladas diarias de cereal para moler o elaborar sus productos.

Los edificios, muchos de ellos situados en los núcleos urbanos fruto de la expansión urbanística, han sido demolidos en algunos casos y en otros, como la harinera La Castellana ubicada en el barrio segoviano de San Lorenzo, han sido objeto de rehabilitación para albergar viviendas sociales, preservando así parte de este valioso patrimonio industrial del cual podemos ahora contemplar su esbelta chimenea de ladrillo y las infraestructuras dentro del río que dan memoria de la variada actividad industrial que se desarrolló en este lugar, también conocido como el molino de El Moral .
Volviendo a la fábrica de Carbonero, en el año 1998, con esta situación de permanente crisis en las pequeñas empresas del sector harinero, la Vda. de Mariano Renedo S.A. se verá obligada a cesar su actividad a pesar de la inestimable colaboración y entrega de todo el personal de la sociedad. La fábrica fue demolida y el lugar que ocupaba se urbanizó pocos años después, sirviendo parte de sus terrenos para ejecutar la ampliación del Centro de Salud. Ya solo queda para el recuerdo un placa que da nombre a la calle donde anteriormente se encontraba esta instalación industrial.
