La innovación es un motor muy relevante de la productividad, el crecimiento y el desarrollo económico. El progreso tecnológico, permite una producción más eficiente de más y mejores bienes y servicios, que es de lo que depende la prosperidad. La innovación hace que aumente la competitividad de la economía al reducirse los costes de producción y mejorar la capacidad exportadora de las empresas, permite reducir el déficit público y, en momentos en que las cadenas de valor están de algún modo distorsionadas, adquiere aún más importancia ser tecnológicamente independientes en algunos productos clave. Si se añade su papel fundamental en la reindustrialización, hay que concluir que resulta muy necesario contar con un buen nivel tecnológico en nuestro país.
Para cumplir con este objetivo, se requiere una adecuada organización del sistema nacional de innovación. Un estructurado ecosistema de innovación que ha de contar con una serie de elementos bien definidos y organizados, a la vez que cohesionados entre sí. El sistema nacional de innovación puede definirse como el conjunto de instituciones y empresas, y las relaciones entre ellas, que orientan su actividad total o parcialmente a hacer progresar la ciencia o aumentar la capacidad tecnológica de una economía. Un sistema nacional que ha de partir de un adecuado sistema educativo, acompañado de un adecuado entorno para la producción de ideas e innovación, Una población con un alto nivel de formación, basado en un buen sistema educativo, junto con buenas universidades y centros de investigación, científicos y tecnológicos. Un proceso acompañado por la formación en el seno de las empresas, ya que una parte de esa investigación se lleva a cabo en ellas.
Por tanto, el apoyo público a la innovación se justifica por la necesidad de dotar al país de una inversión en investigación generadora de nuevos conocimientos cuya asimilación por parte de las empresas garantiza su éxito. La intervención de las Administraciones Públicas debe proporcionar el entramado legal correspondiente, al mismo tiempo que deben dar apoyo financiero a la investigación básica y configurar acciones de colaboración universidad-industria. También se requiere un sistema de financiación adecuado, de modo que el sector empresarial pueda participar en la investigación básica y aplicada, compartida con centros de investigación y las universidades, de modo que la actividad de I + D realizada por el sector empresarial se centre en el desarrollo tecnológico dirigido al conocimiento concreto asociado a los problemas productivos.
Un sistema de innovación acompañado de un ecosistema que fomente la creación de startups, prevea una red de incubadoras y aceleradoras tecnológicas, que cuenten con el asesoramiento tecnológico y de contactos con potenciales socios, inversores y clientes.
Solo las estructuras productivas de cinco comunidades autónomas el peso del empleo tecnológico está por encima de la media de España: la Comunidad de Madrid (10,5%), Navarra (10%), País Vasco (9,2%), Cataluña (9%) y Aragón (8,5%). La diferencia con los territorios a la cola es de casi ocho puntos porcentuales: Baleares (2,7%), Extremadura (2,4%) y Canarias (2,2%).
Según los datos del INE, Castilla y León los gasta el 2,5% del total de los gastos en innovación. Por ello, resulta necesario el impulso de la Estrategia de Emprendimiento e Innovación de Castilla y León 2027 (EEI 27), es decir, la hoja de ruta compartida por los agentes del ecosistema de emprendimiento e innovación que orientará las actuaciones de los próximos años del Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE) en estas materias. Donde se fomente la inversión en I + D + i, la transformación digital, la sostenibilidad, la cohesión territorial y el posicionamiento de Castilla y León como Comunidad innovadora.
La mejora en definitiva de la coordinación del ecosistema de emprendimiento e innovación, potenciando el distintivo de comunidad emprendedora y fomentando la colaboración público-privada.
El posicionamiento de Castilla y León como una Comunidad innovadora de primer nivel en la que desarrollar emprendimientos y carreras profesionales relevantes, coadyuvando con las empresas a disponer de talento formado, con las habilidades requeridas para afrontar actividades de mayor valor añadido y especialización.
