Finalmente ha habido unanimidad en la firma otánica del 5 % de PIB para inversión en defensa, con horizonte en 2035.En mi opinión, un disparate de brocha gorda en cuanto al montante, que no en cuanto a necesidad de mejora de nuestras Fuerzas Armadas, como ya expuse en estas páginas en el correspondiente artículo sobre el Día de las Fuerzas Armadas de 4 de junio.
Por el camino de los últimos días, el presidente Sánchez ha pasado de explicar que la OTAN le permitiría quedarse como excepción en un 2,1; a acordar este 5. El Secretario General, Mark Rutte, traicionado por Trump, queda como estómago agradecido de muy altas miras de cargo; y el presidente de EEUU, ha sembrado dudas sobre el compromiso de defensa colectiva que marca el artículo 5 del Tratado de Washington, lo cual tampoco debe extrañar, ya que su redacción es más que ambigua en cuanto a la forma en que cada parte debería responder a una agresión armada sufrida por uno de los miembros. No obstante, que esto lo individualice el presidente de EEUU es especialmente preocupante y, perdonen que les diga, suena a traición del subconsciente sobre dejar a Europa sola ante Rusia.
Porque, la trama que subyace en todo este asunto es la posible agresión armada rusa a un país OTAN en unos años, mucho más si sale triunfante de Ucrania, aunque sea en modo relativo. No obstante, no se ha tratado en La Haya del aspecto fundamental de la hipotética potencialidad rusa: su armamento nuclear. Imaginemos dentro de diez años a una Europa armada hasta los dientes y con superioridad convencional sobre Rusia. De acuerdo. E imaginemos que se produce una agresión a un país OTAN que derive en un posible empleo de armas nucleares contra las fuerzas desplegadas. ¿Contestaría EEUU con el mismo tipo de armas, poniendo en peligro su territorio nacional? ¿O Reino Unido? ¿O Francia, único país de la UE que dispone de ellas? ¡Cómo suena todo esto a los años 80 de la Guerra Fría y a lo que ocurre hoy en Ucrania!
¿Cómo se acercará España a ese 5 %? Me malicio que en 2026 y 2027, invertirá ese 2,1 % que anunciaba Sánchez; caso de seguir sin presupuestos, que es lo más probable. Así que, para los de 2028, que podrían ser responsabilidad de otros partidos, el tren llevaría dos años en vía muerta. Y recuerdo que se ha establecido 2029 como año de control para contrastar el recorrido de cada país. Y recuerdo también que cada punto de PIB equivale a unos 16.000 millones de euros de 2024. Así que deberíamos hacer cuentas de lo que se nos viene encima, aunque podamos sospechar que la mayoría de los países miembros han firmado dentro de la fila con una idea más bien de «iremos viendo», y no estaríamos solos en el incumplimiento, si así fuera. Patada a seguir del juego del balón ovalado. En 2029 no estará Trump.
No quiero darle el día, querido lector, pero España queda en una situación muy comprometida. Por una parte, salir de la OTAN sería una locura. Todo el territorio nacional, todo, quedaría a expensas de posibles agresiones armadas sin apoyo exterior alguno. Y siguiendo dentro de la Organización, ya saben de la salvedad de Ceuta y Melilla, fuera de Zona OTAN. Personalmente, apuesto porque con tanta obsesión por el este de Europa, no quede nadie para venir al sur. Ello, agravado con una presencia importante de lo más granado de nuestra fuerza en países fronterizos o cercanos a Rusia.
En los últimos tiempos, cuando España no llegaba ni por asomo al 2% de inversión en defensa que se le había marcado en 2014 para 2024, argumentábamos que habíamos acometido un gran número de misiones en el exterior -creo que son 17 en la actualidad-, esfuerzo que podría sustituir a las frías cifras económicas. Pero en La Haya hemos firmado que gastaremos como los demás, así que ha cambiado el contexto del razonamiento anterior. Si vamos a invertir más, podríamos desplegar menos en el exterior y otorgar más atención a nuestro flanco más vulnerable. Y habría que ser muy malintencionado por otros andares como para no entender y asumir este razonamiento.
Así que misiones en el exterior como la de FINUL en Líbano – de Naciones Unidas-, o la de la protección de la base turca de Incirlik deberían quedar en entredicho. Y, si me apuran, la reciente de Eslovaquia, también. Precisamente de la misma misión turca se retiraron hace ya bastantes años Alemania y EEUU; y en Líbano llevamos ya 19 años. ¿Cuántos más vamos a estar? ¿Se pueden retirar los demás, incluidos los norteamericanos de Europa, y no nosotros? ¿Seguimos con complejo por la abrupta retirada de Iraq?
Por supuesto, todo el razonamiento anterior toma su verdadera dimensión teniendo en cuenta el momento de gran escasez de nuestra fuerza y podría repararse en contextos futuros de mayor bonanza, si los hubiera. Pero ahora, me gustaría recordar que cuando el pueblo español dijo basta el 2 de mayo de 1808, un tercio de su escasa fuerza, la parte más preparada, se encontraba en Dinamarca y en Portugal, sirviendo al dueño del patio. ¡Qué haríamos sin la historia!
Conclusión: Cumbre de mercaderes que ha quedado en casi nada respecto de las expectativas previas. Nada de refundación, nada de gran estrategia, silencios clamorosos, masaje a varias manos, etc. Pero para España, mucho que hacer y explicar y, por favor, dejemos los atajos partidistas y vayamos por una autopista nacional. Porque el cumplimiento de lo firmado, si se produce, puede ser muy traumático, motosierra incluida, aparte de más deuda, etc. Ello, como ya expresé en el artículo citado aguas arriba, sin olvidar que el aparato de la defensa española no puede seguir ni un día más en la situación de penuria la que se ha llegado.