Para los jóvenes de Fuentepelayo sigue siendo un orgullo ser danzante de los paloteos de La Octava.
Comienzan la escuela de paloteos alrededor de los 12 años y van aprendiendo durante dos o tres años para debutar mezclados con los veteranos que siempre están dispuestos a ayudarles y a hacerles más fácil la primera vez. Esos veteranos, que en su día también fueron aprendices, suelen danzar durante 3 ó 4 años, hasta que las circunstancias personales de cada uno se lo permiten.
Hay que tener en cuenta que son chavales adolescentes que evolucionan en sus estudios y en su día a día y que apenas están físicamente en el municipio para seguir ensayando todas las semanas, bien porque inician su vida laboral, bien porque continúan con su formación académica en niveles superiores.
los paloteos son todos ellos muy particulares: el Clavito, el Garibaldi, el Carlos V, la Jota del paloteo, la Ventana, la Diana o el Arco
Si bien hasta la fecha siempre ha habido danzantes varones suficientes para hacer los paloteos de La Octava, la realidad demográfica del entorno rural en el que nos situamos puede llegar a replantear la incorporación de damas al paloteo, aunque en las exhibiciones que el Grupo de Danzas del Paloteo El Salvador, que conforman todos los danzantes, participan ambos sexos.
Estas danzas son muy particulares, distintas a otras danzas de Segovia, distintas en intensidad, en movimientos, en características de los palos, en la indumentaria. Diferencias que enriquecen la cultura tradicional de toda la provincia, merecedora de ser distinguida como Manifestación Cultural de Interés en todas sus versiones. Y es que los paloteos son todos ellos muy particulares: el Clavito, el Garibaldi, el Carlos V, la Jota del paloteo, la Ventana, la Diana o el Arco, en Fuentepelayo.
Paloteos que nuestros chicos y chicas siguen empeñados en mantener vivos como parte de nuestra cultura.
Y desde el Ayuntamiento de Fuentepelayo se hace público el agradecimiento tanto a los danzantes como a las personas que les enseñan y a los músicos que les acompañan.
Gracias por el esfuerzo que supone ensayar todos los fines de semana desde Navidad, por dejar de hacer otras cosas quizás más divertidas por acudir a los ensayos, por querer preservar nuestras costumbres y honrar a nuestros antepasados.
