Jose Antonio Hoyuela Jayo, doctor arquitecto por la Universidad de Valladolid y arquitecto urbanista por la Universidad Federal de Minas Gerais, ha consagrado buena parte de su trayectoria académica y profesional a una historia que muy pocos conocen: la de los Brasiles hispánicos.
Miembro activo de Héroes de Cavite y coordinador del Portal Brasil Hispánico, Hoyuela participa también en comités científicos del ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, grupo que asesora a UNESCO en materia de Patrimonio Mundial) tanto en Brasil como a nivel internacional (principalmente en los comités de ISCCL y CIVVIH, Paisajes Culturales y Ciudades y Villas Históricas) y ha desarrollado su labor en Belo Horizonte (Minas Gerais) y Río de Janeiro, así como en otras regiones de este país – continente, como Santa Catarina, Belém de Pará o São Paulo, una escala del tamaño de Europa.
—¿Qué nos puede contar de su trayectoria en Brasil?
—Mi vinculación con Brasil nació de un interés profundo por sus paisajes, su gente, su patrimonio y, sobre todo, por su historia, desde que conocí a mi mujer, brasileña, paulista y carioca a la vez, en Italia, en los años 90. Estudié Arquitectura y Urbanismo en Valladolid y Milán y revalidé mi título entre 2013 y 2015 en la Universidad Federal de Minas Gerais, en Belo Horizonte, cuya facultad de arquitectura ha sido considerada entre las 100 más importantes del mundo*.
En 2003 como director de una empresa de ingeniería y planeamiento territorial llegué a dirigir los trabajos del Plan Director de las Fortificaciones del Bajo Miño, la llamada “raya húmeda”, entre Portugal y Galicia, y ahí descubrí y comencé a estudiar la Unión Ibérica. Hice el doctorado en Patrimonio y Ciudad en la Universidad de Valladolid y mi tesis se titula Hispanica Urbs Brasiliarum.
Esa doble formación y mi situación personal me permitieron desarrollar una mirada comparada entre Europa e Iberoamérica, entre Brasil y España, estudiando las ciudades coloniales portuguesas y españolas, brasileñas e iberoamericanas y las huellas que dejó la Monarquía Hispánica en el territorio del Brasil actual durante la llamada Unión Ibérica (1580-1640). Viví más de una década entre São Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais, trabajando como consultor en proyectos de paisaje, patrimonio urbano, turismo, medio ambiente y planificación urbana y territorial.
Además de colaborar con universidades y centros de investigación soy miembro de los comités científicos del ICOMOS en Brasil principalmente en las áreas de Ciudades y Villas Históricas, Paisajes Culturales, Riesgos Climáticos y Patrimonio o Fortificaciones. He impulsado mi investigación hacia patrimonios y territorios compartidos en todo el mundo desde la época filipina. La exposición URBS IBEROAMERICANA con la propuesta de CIUDADES, que finalmente no pudo suceder por causa del COVID pero que estaba programada en Rio de Janeiro en 2020 por motivo de su condición de capital mundial de la arquitectura y del urbanismo, son parte de esa trayectoria. Ambas trataban la historia de las más de 2.000 ciudades fundadas por los pueblos ibéricos en América desde 1492, llegada de Colón y 1494, Tratado de Tordesillas, en Valladolid, hasta el cierre de la frontera de Brasil en 1778, en San Ildefonso, Segovia.
Toda esa experiencia se ha canalizado ahora en el Observatorio sobre Brasil Hispánico, un proyecto de la Asociación Cultural Héroes de Cavite que dirijo desde 2023, con la intención de divulgar, analizar y proyectar esta historia común. El proyecto convive con otras iniciativas como EE. UU. hispánico, y en el caso de Brasil se centra con especial atención en la unión ibérica. Será un portal web, que recogerá presentaciones, conferencias, una revista bilingüe, presencia en redes sociales y se difundirá mediante una gira por España y Brasil y una exposición.
—Es quizás poco conocido que entre 1580 y 1640 Brasil estuvo bajo el dominio de la Monarquía Hispánica ¿qué nos puede decir?
—Es cierto. A pesar de haber sido uno de los territorios estratégicos del mundo en los siglos XVI a XVIII, la historia del Brasil durante la Monarquía Hispánica, es decir, cuando Portugal y sus dominios estuvieron bajo la Corona española, ha sido poco estudiada y peor divulgada. Entre 1580 y 1640, bajo los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, Brasil formó parte del sistema imperial hispánico que abarcaba los cinco continentes.
Fue una época de profundas transformaciones: se refundaron ciudades, se organizaron defensas contra los corsarios ingleses y holandeses, se ampliaron rutas fluviales hacia el interior, se fundaron misiones franciscanas y jesuitas, y monasterios benedictinos y carmelitas, por orden de los Habsburgo, en todas las ciudades importantes de ambos estados (Brasil, Gran Pará y Marañón) y se definieron los límites geopolíticos con el mundo hispanoamericano, especialmente en el Amazonas, el Orinoco y la cuenca del Plata, extendiendo las fronteras de Tordesillas. La franja (que no línea) de Tordesillas, dejaba entre un 70 y un 80% del actual Brasil al oeste, es decir, del lado español.
Durante esos sesenta años, Brasil dejó de ser un territorio periférico portugués para convertirse en un escenario decisivo de la política atlántica, en un tablero donde se jugaba el destino del comercio del azúcar, del oro, del esclavismo y del control de los mares. Y todo ello bajo banderas hispánicas, aunque con funcionarios y estructuras portuguesas. Es una historia compleja, compartida y olvidada.

—¿Qué nos puede contar de las diferencias constructivas entre el territorio hispano y el de Brasil? ¿Falta de ocupación del interior, ausencia de fortificaciones?
—Una de las grandes diferencias fue, sin duda, la forma de ocupación territorial. En Hispanoamérica se impuso una lógica de ciudades fundadas, según el modelo de bastidas y cuadrículas renacentistas, que organizaban el territorio, con redes viarias, sistemas defensivos y estructuras administrativas virreinales. En cambio, en Brasil la ocupación fue más costera, dispersa y tardía. El interior, el llamado sertão, permaneció casi inexplorado durante el siglo XVI hasta el descubrimiento del oro, con excepciones como São Paulo. Las ciudades, en su mayoría núcleos portuarios, servían como base para la exportación de azúcar, oro y esclavos en las grandes bahías.
Durante la Unión Ibérica, la Corona impulsó algunos avances: se fundaron seis ciudades, 24 villas, más de 60 conventos y 100 fortificaciones. Un ejemplo fue São Luís do Maranhão y Belém, la primera refundada en 1615 por Jerónimo de Albuquerque, la segunda fundada en 1616, como parte de la estrategia hispánica de control del nordeste. Se organizaron expediciones hacia el interior desde São Paulo (las bandeiras), y se reforzaron las defensas en puntos clave como Salvador de Bahía, Santos, Recife, Olinda o el estuario del Amazonas.
Los holandeses tomaran Salvador en 1624, y después buena parte de Pernambuco y Recife, en 1630, y llegamos a mandar más de 20.000 hombres para su defensa, con Fadrique de Toledo, Oquendo o Lope de Hoces y después Mascarenhas, con ellos la defensa del Brasil se convirtió en uno de los mayores desafíos de la Monarquía Hispánica.
En el contexto de la guerra de los 80 años (1568–1648) entre las Provincias Unidas y su monarca, uno de los hitos fue la ocupación holandesa de Salvador de Bahía, de Pernambuco, de Recife. Este año se cumplen 400 años de la recuperación de Salvador por Fadrique de Toledo ¿qué más nos puede decir?
La recuperación de Salvador en 1625 fue una de las grandes gestas navales del siglo XVII, comparable a la defensa de Cádiz o la toma de La Mamora. En abril de 1624, una escuadra de las Provincias Unidas invadió y tomó la ciudad de Salvador de Bahía, capital del Estado del Brasil, en una acción audaz que buscaba debilitar el imperio portugués-español en América. Al año siguiente, la Monarquía organizó una flota conjunta hispano-portuguesa de más de 50 navíos, bajo el mando de Fadrique de Toledo, que consiguió retomar la ciudad tras semanas de asedio.
Este hecho fue celebrado en su tiempo con medallas, crónicas, obras de teatro y oraciones fúnebres. Sin embargo, hoy casi nadie lo recuerda. Fue un ejemplo de unidad militar ibérica, de defensa del territorio brasileño y de la capacidad de respuesta de la Monarquía Hispánica frente a las potencias emergentes del norte de Europa.
—¿Cuáles son los hitos arquitectónicos más importantes del Brasil hispano?
—Muchos de los monumentos que hoy consideramos coloniales portugueses fueron iniciados o transformados durante el periodo filipino. En Salvador destacan la catedral primada (antigua iglesia jesuítica, de planta hispana y fachada manierista), el convento de São Francisco y el conjunto defensivo del Forte de São Marcelo. En Olinda, la catedral y las iglesias conventuales reflejan influencias andaluzas y castellanas. En Maranhão, la ciudad de São Luís presenta un trazado urbano más regular y europeo, con elementos de origen español, como las manzanas cuadradas “trazado a la española”.
Hay también numerosas doctrinas o misiones fundadas por franciscanos y jesuitas españoles, como en Paraíba y Pernambuco, Guaira, Tatin, Maynas o Omaguas, Mozos y Chiquitos. Hay fuertes construidos o renovados con trazas militares hispánicas en la bahía de Guanabara, la bahía de Todos los Santos, y en la entrada de Santos y São Vicente, en Guajará (Belém) o en la bahía de San Luis, o en los ríos Paraíba (João Pessoa) y Potengui (Natal) y conjuntos urbanos que muestran esa hibridación. Todo ello compone un mosaico donde el barroco luso no oculta las huellas del Renacimiento hispánico.
—¿Cuánto de hispano y de barroco hay en Salvador de Bahía?
—Mucho más de lo que parece. Salvador fue fundada por Tomé de Sousa en 1549, pero su consolidación urbana y monumental tuvo lugar durante la Unión Ibérica. La introducción de modelos arquitectónicos españoles, como las fachadas-retablo, el uso de bóvedas vaídas, el atrio con escalinata y el manejo del espacio conventual, marcaron muchas construcciones. El barroco bahiano es una síntesis de influencias castellanas y portuguesas, con toques árabes (el muxarabi, o cogogo ), o incluso sefardíes (la primera sinagoga de América fue la de Recife).
El uso de azulejos, retablos dorados y arcos torales refleja una riqueza que no puede entenderse sin esa historia compartida, de manzanas cuadradas, o de la arquitectura “mendicante”, sencilla y eficiente de los conventos de las ordenes que mencioné. En 2016, con la llegada de Elcano a Bahía, coincidió que estaba en Salvador y di una conferencia que se llamó Salvador de Bahía Capital del imperio hispánico. Pero historias similares pueden ser contadas para Río de Janeiro, São Paulo, João Pessoa, São Cristovão (Patrimonio Mundial por ser la primera aplicación de las ordenaciones filipinas en Brasil), o la propia Belém de Pará.

—¿Qué actos está preparando Héroes de Cavite para rememorar el Brasil hispano?
—Este año conmemoramos los 400 años de la recuperación de Salvador con un ciclo de conferencias, una publicación monográfica y una exposición itinerante que recorrerá varias ciudades, lo haremos también con los eventos de Pernambuco o con los trabajos de Bautista Antonelli en Río de Janeiro, Santos y Natal.
El Portal Brasil Hispánico ofrecerá recursos, mapas, líneas de tiempo, entrevistas y artículos para acercar estas historias al gran público. También estamos preparando colaboraciones con universidades y actores relevantes, brasileños y españoles para promover estudios sobre la Unión Ibérica y su legado. Hemos presentado el proyecto a diversas líneas de financiación españolas y europeas. Queremos que este año sea un punto de inflexión.
—¿Es esta historia conocida en Brasil?
—Lamentablemente no. En los manuales escolares brasileños apenas se menciona la Unión Ibérica, y cuando se hace, se presenta como un episodio marginal (frente a la importancia que le dan al periodo holandés p.e.). En las universidades hay poco interés, salvo en círculos especializados. Pero hay una nueva generación que empieza a mirar más allá de las fronteras impuestas, que se interesa por la historia compartida con América Hispana y por el papel del Brasil en el mundo atlántico. La divulgación es clave. Y ahí entramos nosotros para reforzar estos trabajos.
—El nivel de español en Brasil es muy bueno en general ¿Qué visión tienen los brasileños de España?
—Hay una gran simpatía hacia España en Brasil, más cultural que política. Se admira nuestra gastronomía, nuestro cine, nuestras ciudades históricas. Pero aún falta difundir más nuestro legado en América. Muchos brasileños desconocen que sus propias ciudades fueron defendidas por tropas hispánicas o que sus iglesias tienen trazas castellanas. Hay un interés latente que debemos saber canalizar.
—¿Cómo podemos contribuir a difundir el legado español en Brasil?
—A través de la educación, la cooperación universitaria, el turismo cultural y los medios. Hay que contar historias, organizar exposiciones, digitalizar archivos, editar libros, impulsar documentales. Pero también hay que implicar a los propios brasileños, crear redes con historiadores, arquitectos, profesores, gestores culturales. Es un trabajo conjunto. Y tiene que ir más allá de lo anecdótico. El legado español en Brasil no es un pie de página: es un conjunto de capítulos memorables de la historia que nos une.
—¿Por qué se interesó usted en la historia compartida entre España y Portugal?
—Porque me di cuenta de que no podemos entender el mundo iberoamericano si no comprendemos la complejidad de la Monarquía Hispánica. Portugal y España compartieron más que una corona: compartieron visiones del mundo, enemigos comunes, rutas y territorios, reyes y reinas. El Brasil hispánico se convierte con ello en un laboratorio histórico de esa convivencia. Me interesó no sólo como arquitecto, sino como ciudadano ibérico, que vivo entre el portugués de Camões y el castellano de Cervantes .
—¿Qué cree que falta hoy en día en el aprendizaje de la historia de España?
—Falta perspectiva global. Seguimos encerrados en una visión nacionalista y muy restringida, que separa artificialmente nuestras historias de las del resto del planeta. La Monarquía Hispánica fue una estructura compleja, plural, global y planetaria. No fue sólo Castilla. Fue Navarra, Aragón, Galicia, Andalucía… las repúblicas italianas, países bajos y el franco condado. No fue sólo América. Fue también Portugal, Brasil, Asia, África y las islas del Pacífico y del Atlántico. Conocer esa historia nos permite entender quiénes fuimos… y quiénes debemos volver a ser, no como imperio, claro, pero sí como país que cambió el mundo y expandió sus valores por todo el planeta. Esta historia anticipa una posible reunificación cultural hispánica o ibérica, en la línea de las propuestas de grandes pensadores e intelectuales, en ambos lados del Atlántico, como propone y promueve Héroes de Cavite.
*En la lista del QS World University Rankings 2025: Top global universities se coloca en el número 680 como universidad a escala mundial.
