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Carlos Rod: “El reto principal es conectar con los lectores a través de los libros que publicamos”

por Sandra Guijarro
15 de junio de 2025
en Segovia
Carlos Rod en el espacio de la editorial. / KAMARERO

Carlos Rod en el espacio de la editorial. / KAMARERO

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Los Libros Inútiles mostraron al mundo los primeros pasos de la editorial La Uña Rota, fundada por Carlos Rod junto a tres amigos, Rodrigo González, Arcadio Mardomingo y Mario Pedrazuela, en 1996. Casi tres décadas después y convertida en un referente para los textos teatrales, el ensayo y la poesía, traspasando las fronteras de la provincia gracias a su proyección tanto nacional como internacional. Esta semana, el Ministerio de Cultura premiaba la “dedicación constante, perseverancia, originalidad y apuesta por la edición de gran calidad” de la editorial con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2025, un galardón que distingue a quienes han destacado por su aportación sobresaliente e innovadora a la vida cultural española.

—Acaban de recibir uno de los premios más prestigiosos a la labor editorial, ¿qué significa este reconocimiento para ustedes?
—Es un premio que agradecemos mucho por un lado y por otro que no nos esperábamos para nada. Podríamos decir que es el premio, el mayor premio al que puede una editorial aspirar, ya que en general no se dan premios a editoriales, especialmente por parte del Estado. Creo que se concedió por primera vez en 1994 y desde entonces lo han recibido editoriales muy potentes, muy grandes, como Alfaguara, Acantilado, Anagrama, Siruela… por nombrar a algunas. Y claro, es el tipo de premio que uno piensa que siempre se lo van a dar a otros. Luego también que el nuestro es un trabajo que siempre está rozándolo periférico. Cuidamos mucho los libros y la lección de los títulos, pero vivimos en Segovia, no estamos nunca en los centros, así que no piensas que se vayan a acordar de nuestra editorial pero ha sucedido y estamos muy contentos.

—Como dice, este premio les coloca al nivel de gigantes del panorama editorial, ¿qué significa esto para una editorial que tradicionalmente es pequeña e independiente?
— La importancia de lo que hacemos, nunca te la planteas porque no tienes tiempo. Uno cuando trabaja no está pensando en esas cosas, sino en que el trabajo que hacemos llegue a las personas que tengan que llegar, que de alguna forma las librerías lo valoren. Este premio, de alguna forma es una promesa, la de seguir trabajando en la misma línea, una línea que yo creo que es incómoda. Queremos seguir dedicándonos a esos textos que van a la contra de las modas, de lo hegemónico, lo central. El objeto de lo que hemos buscado siempre es dar a entender a las librerías que el catálogo de esta editorial es una cartografía, por así decirlo, es una constelación donde los títulos encajan unos con otros, más allá de los títulos sueltos. Nuestra intención es que se vea al teatro, la poesía, ensayo, narrativa o libros ilustrados como un todo conectado.

—No debe resultar sencillo apostar por una visión como la suya y por géneros menos llamativos para los lectores generales como el teatro o la poesía en un sector tan competitivo como es el editorial.
— Sí, es complejo. Hay dos formas de enfrentarse al mercado; una compitiendo y otra haciendo tu propio camino. Sabemos que no tenemos nada que hacer si nos lanzamos a la competencia, por el tipo de libro que publicamos no podemos luchar por un nicho que llaman. Es una palabra que a mí no me gusta, nicho de mercado. Para eso es necesario entender muy bien el mercado y estar muy ojo avizor con las modas que están por llegar y justo tener libros de esa moda que está por llegar. Nosotros no trabajamos así. Hemos avanzado muy poco a poco, colocando libros que algunos han funcionado bien, otros no, pero al margen de eso, hemos seguido por las mismas líneas. Nosotros llevamos muchos años, 29 hacemos en septiembre y desde el principio hemos ido siempre a nuestro ritmo, hemos intentado siempre ser lo más fieles posibles a una idea, a un concepto, también ser muy flexibles con ese contexto, es decir, no cerrarnos a publicar solo un tipo de libro, una forma de escribir. Por supuesto nuestro último fin es vender libros, así que buscamos un balance, un equilibrio, entre lo comercial y lo singular. Tenemos que intentar bregar con un mercado donde salen constantemente novedades y a la vez con nuestras propias normas, con nuestra propia forma de ver las cosas. No acceder a ciertas tentaciones comerciales.

— ¿Cómo se consigue eso?
—Yendo más allá del libro como producto. Hemos intentado que haya también un capital simbólico, un contenido que nutre a la comunidad lectora, que les hable de ellos mismos y de lo que les pasa. Sería como nadar en una piscina, donde una persona se dedica a nadar por el placer de hacerlo, a su ritmo, sin necesidad de compararse con los otros nadadores que hay a su alrededor, sin dejarse llevar por las presiones de otros. Lo que nos sorprende es que esta forma trabajar haya sido premiada, porque no lo esperábamos en absoluto.

—El catálogo de La Uña Rota reúne voces muy singulares, a menudo ajenas a los circuitos más reconocidos, ¿Qué buscáis en un autor o en una obra?
—Yo creo que son, primero, autores y autoras que escriben textos un poco indómitos. También son textos audaces, muy conscientes del lenguaje como herramienta, bien para comunicar o bien para no comunicar. Para mí la poética está en el léxico, no tanto en el tema que trata, en el texto, sino en el lenguaje y cómo se usa ese lenguaje, eso es lo que me llama la atención. Cuando el autor se apropia del lenguaje rompiéndolo, boicoteándolo, cuestionándolo, creo que produce algo en el lector. Por eso buscamos textos un poco locos a veces, inclasificables, que puedan pertenecer a varios géneros, aunque luego las librerías no sepan muy bien dónde ponerlos. Buscamos textos que generen preguntas a los libreros; poesía, teatro, ¿esto qué es? Y ahí están autores como Ángela Segovia, Rodrigo García… varios de ellos han ganado premios nacionales por los libros que les hemos publicado, como Pablo Remón, María Velázquez, Ángela Segovia, Angélica Liddell, Juan Mayorga… Y luego está el tema de la parte poética, y la parte narrativa. La idea también es que esos géneros tengan sus propios puentes subterráneos, tengan sus vínculos, a pesar de los diferentes géneros.

Algunos libros del catálogo de La uña rota
Algunos libros del catálogo de La uña rota

— Habla de nombres muy reconocidos que han publicado con ustedes, como Angélica Liddell, Juan Mayorga o Rodrigo García, ¿cree que es mejor apostar por nombres consagrados y reconocidos o dar voz a otro tipo de autores?
— En nuestra casa se puede ver que hay de todo, autores conocidos y desconocidos. De todas formas nosotros intentamos dar voz a la poética, no tanto al autor sino a la poética de la que es objeto. Nos gusta ver a un autor que tenga una poética que vaya a desarrollar en sus próximos libros, porque nos gusta acompañarlos en ese sentido. Y por eso queremos que sean autores que piensen en la literatura, que piensen en lo que están haciendo, que reflexionen, que cuestionen, de manera que no vean el libro como un punto de partida y de llegada, sino en el camino que sigue otro y luego puede seguir otro, o eso es la idea. Tenemos autores que son muy poco conocidos en realidad, y luego hay que tener en cuenta por ejemplo que otros como Ángélica Liddell como escritora no era nada conocida cuando la publicamos, era conocida pero como directora escénica, pero desde luego no tanto como ahora. Con Juan Mayorga ocurría lo mismo. Son escritores con cierta predicamiento cuando los publicamos, en las librerías no estaban tan presentes. Y el trabajo que hacemos es que esos libros estén presentes en las librerías cuando hasta hace muy poco las librerías no hacían caso. Luego también tenemos autores como Javier Hernando Herráez por poner un ejemplo, al que hemos publicado hace poco, ‘La clase de escritura’. Es un autor más o menos desconocido Pero creemos que su libro es maravilloso. Siempre que el texto encaje bien en el catálogo, no importa si el autor es conocido o no, si puede formar parte de esa constelación, ahí estará.

— Comentas que las librerías cada vez hacen más caso a este tipo de literatura, pero el trabajo que hacéis en la promoción va mucho más allá. Ahora habéis estado en la Feria del Libro de Madrid, pero habéis tenido presencia en varios eventos tanto nacionales como internacionales.
— En los últimos meses hemos estado en cuatro ferias españolas que son Salamanca, Granada, Valladolid y Madrid. A finales de abril estuvimos también en la Feria del Libro de Bogotá, que se llama FILBO. Fuimos invitados por el Ministerio de Cultura porque por primera vez en la historia de la feria el país invitado era España. Recientemente fue en Frankfurt, hace dos años. El pasado diciembre fue en la Fil de Guadalajara, que es la feria internacional del libro en español más importante que hay en América, que también fue invitado a España. Y ahora en Bogotá. Fue la primera vez además que la feria recibía autores que escriben para el teatro. Eso ha sido también una lucha y una conversación con el lector general del libro, que ha sido muy fructuosa, yo creo que nos han escuchado muy bien y han sabido entender nuestra propuesta de por qué puede haber ese tipo de literatura en la feria internacional del libro. Porque España tiene que mostrar toda su diversidad literaria.

— ¿Cuál es el mayor reto que supone dirigir una editorial más independiente, que se sale un poco de la norma de las grandes editoriales en España?
—El reto para mí principal es conectar con los lectores potenciales a través de los libros que publicamos, osea, con la comunidad lectora. Creo que hemos seguido formando una comunidad lectora muy heterogénea, donde a lo mejor hay lectores que le interesa la parte de poesía que publicamos, la parte de teatro, la parte de ensayo. Habrá lectores que les interesa todo eso junto a la vez. Nuestro reto es nuestro lema; literatura dependiente de lectores independientes. Para mí, la independencia está en el criterio del lector. Aquí llegan los lectores que eligen, independientemente de las modas, un tipo de literatura que quiere leer. Y nosotros estamos en esas, en conectar con ese lector. En la medida en que contemos con ese lector, podemos sobrevivir. Hay que hacer esa diferencia entre editar para el mercado o editar en el mercado. Obviamente, los que editan para el mercado están buscando eso, un beneficio inmediato, que lo que publican enseguida tenga una recompensa en el mercado. No tengo nada en contra, pero nosotros no funcionamos así. En este caso, elegimos editar en el mercado, no para el mercado, sino dentro de él. Para mí eso es, en la medida de lo posible, mantener esa comunidad de lectores e incrementarla. Además de seguir siendo fiel al modelo editorial que tenemos.

— ¿Cuál es su mayor fortaleza respecto a las grandes editoriales?
— Tenemos una estructura muy pequeña, lo que nos permite ser mucho más ágiles, no tenemos un gran número de empleados ni un local grande con muchos gastos fijos, sino que nos podemos permitir cierta agilidad en los movimientos que llevamos a cabo. Pero claro, para llegar a los lectores eso supone que hay que trabajar mucho continuamente y estar en contacto con las librerías y hacer lo que hacemos. El haber ganado el Premio Nacional, ahora es un escaparate, nos da una mayor visibilidad que antes era difícil de conseguir. Por eso también, de alguna forma, esperamos que sirva para que las librerías nos tomen más en serio, no se olviden de nosotros, ni de lo que hacemos, de los libros que publicamos. Que estén más presentes, que entiendan mejor nuestro catálogo. Esperamos que sirva para eso.

—Desde su posición al frente de La Uña Rota, ¿cómo ve el futuro del libro y de la lectura en nuestro país, especialmente en relación con los géneros que trabajáis?
— Yo creo que está habiendo un repunte de la poesía, que se sigue vendiendo y leyendo mucho aunque siempre se la ha considerado un poco el “género cenicienta”, el más pobre. Cada vez hay una mayor atención, aunque las ventas siempre son pequeñas, son bajas. La verdad que no es fácil que la poesía sea un género de superventas, aunque hay autoras, y tenemos un buen ejemplo aquí en Segovia con Elvira Sastre, que ha sabido conectar con el público más mediático. También hay poetas que, por lo que sea, tienen una poética menos asequible y que no tienen tanto público. Nosotros trabajamos con poetas que trabajan el lenguaje. Nuestra idea es que esos libros sigan ahí, sigan viéndose en el mercado, sigan también motivando la conversación entre los lectores. También el teatro es un genero crecimiento, en expansión. Ahora hay mucho por hacer aquí, hay mucho campo por explorar. Coincide que hay un grupo de dramaturgos y dramaturgas que están llenando los teatros. Son autores jóvenes, muchos de ellos, de 30, 40, 50 años, como mucho, que los espectadores están valorando mucho sus obras. Muchos están dirigiendo sus propias obras y se está dando una correspondencia entre esto y los autores que están también publicando y que están viendo sus libros publicados y que están en librerías. La idea es que el público vea la obra, le interese el texto y pueda comprar el libro.

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