Anda la Tauromaquia en deuda por lo mucho que le debe a un torero. Un diestro que es manantial de suertes y que este miércoles escribió el toreo en la primera plaza del mundo con una faena histórica en la Corrida de la Prensa. Morante de la Puebla imprimió su enciclopedia de arte en una tarde que será recordada en los anales de Las Ventas, pese a no encontrar rédito cuantificable de manera chocante -y más cuando al lado tuvo a un compañero al que se le regaló una Puerta Grande en el primer festejo de la Feria de San Isidro-. Ahí quedan archivadas la calidad y la hondura de una actuación impregnada de clasicismo desde el principio hasta el fin, que será quizá pasados los años cuando cobre todavía mayor relevancia. Un histórico torero ajeno a la resonancia de su época. «Las cosas de las cosas» del olimpo de La Puebla.
125 años se cumplían de la Corrida de la Prensa. Una cita que surgió en 1900 con la finalidad de que los beneficios se destinaran a la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). Desde entonces, este acontecimiento de raigambre, que aúna toros y periodismo, solo ha se ha interrumpido en seis ocasiones. Este miércoles, con una terna de gala, el cartel no podía estar mejor ilustrado: una obra del segoviano Alfonso Rey que anudó el arte de Morante con el oficio de las letras. Todo un acierto. Presidiendo el acto, Isabel Díaz-Ayuso, con Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ como asesor. El recuerdo, para el reconocido periodista Vicente Zabala Portolés, cuando se hacía 30 años de su fallecimiento.
Sobre estos mimbres, pisó el albero un inspirado Morante, que se hizo presente con un aura como quien baja de los cielos. Con suma delicadeza y sin apenas ganar terrenos en el tercio, meció su capote a la verónica para poner a parte del público ya en pie. Unos vuelos traídos del olimpo del toreo. Todo ello a un astado cuesta arriba, musculado y con dos perchas por bandera, que tuvo clase y nobleza. Armónico y artista, Morante se dedicó a pintar óleos sin mercadear el alago fácil. Por bajo, se abandonó como si el oficio de relojero se hubiera extinguido. Durmió todas las manillas en una faena cumbre. Llevando enganchado al toro con unas muñecas prodigiosas. Todo con sutileza. Los «óles» se solapaban entre un pase y otro. Un delirio. Solo un espadazo atravesado mermó el triunfo. Aun así, el respetable pidió los trofeos para el diestro sevillano ante la incendiaria decisión del presidente, Ignacio Sanjuán. Todo quedó en una atronadora ovación, al no querer recorrer el anillo venteño el torero. Una página para la historia. Morante escribió a base de muletazos un nuevo tomo de ‘El Cossío’ en el día de la Corrida de la Prensa. ¡Qué bárbaro!
Tras tutear a la historia del toreo y no encontrar rédito, Morante se apuntó una sesión de pitos -feat Las Ventas- con el segundo de su lote. Dada su presentación y comportamiento en los primeros tercios, no ofrecía flores; y el sevillano optó por simplicar tiempos sin apenas probarlo. Jugaba el Betis la final de la Conference League. Así, se revalorizó incluso más su primera faena.

TALAVANTE, ENTRE EL ECLIPSE
Era difícil torear después de Morante. La plaza había vivido algo histórico y ya no quería demoras innecesarias. El volver a la hamburguesa después de haber probado el solomillo. Un eclipse mundial. Estuvo firme Talavante a pesar de la atmósfera que dominó en los tendidos de Las Ventas. Se midió a un toro veleto y serio, que desemepñó bravura en el peto del caballo, y dejó detalles en una actuación en la que el sol ya se habia topado con la luna. Después, sorteó un astado que prometía buena condición, pero pronto se afligió y no dio opciones a Talavante.

EL ABISMO CON LOS DEMÁS
Continuó el ambiente nebuloso en la primera intervención de Tomás Rufo, que dejó una actuación serena -que brindó a Díaz-Ayuso-, ante un ejemplar de buena condición, con tuvo ritmo y movilidad, que no terminó de redondearse. Demostró también firmeza con el noble último, al que le fató chispa para romper, pero que le sirvió al toledano para ganar en confianza. Sin embargo, todo se había visto ya: con cada pase que pegaba Rufo, mayor era el abismo entre Morante y los demás. Cayó el sexto y Las Ventas quedó asolada al vivir algo histórico sin ver a un torero abandonar el ruedo en volandas. La deuda del toreo marca mínimos históricos. Menos mal que quedan las páginas escritas.
Ficha
Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid). 17º festejo de la Feria de San Isidro: 125 aniversario de la Corrida de la Prensa. Lleno de ‘no hay billetes’. Toros de Garcigrande, noble y con clase el primero.
Morante de la Puebla, ovación (aviso) y pitos.
Alejandro Talavante, silencio y silencio.
Tomás Rufo, silencio y silencio.
