Abel Caballero, alcalde socialista de Vigo, pretende que los trenes AVE que pasan por la estación Segovia-Guiomar, lleguen antes a la ciudad que él gobierna.
Famoso por sus despliegues lumínicos en las celebraciones navideñas, ahora se ha propuesto acortar el tiempo de viaje entre Segovia y Vigo. No lo va conseguir mejorando la tecnología o por algún otro procedimiento brillante. No. El método que quiere aplicar consiste en eliminar la parada del tren en la estación de Segovia. De esta forma, piensa –lúcido- el alcalde- los viajeros que utilizan esa línea de alta velocidad podrán ahorrar unos cuantos minutos. La medida es impropia, nada proporcional con lo que se quiere conseguir. Quizá, el solícito alcalde quiere evitar que cunda el pánico entre sus viajeros, por las muchas incidencias que padecen últimamente los usuarios de algunos Aves, con tantas frecuentes averías y retrasos, ante la incapacidad del “Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible”, que dirige, con poco acierto, su colega el ministro socialista Oscar Puente. Es sabido que en este sistema autocrático, la norma legal de gobierno se ha sustituido por el compañerismo partidista.
Es muy posible que el alcalde impaciente y prepotente no haya pensado en los usuarios que necesiten llegar a Vigo desde Segovia y viceversa. Estos ciudadanos con los mismos derechos, como tales, que los del munícipe Caballero, se verán perjudicados por la petición injustificable del alcalde socialista, ya que no podrán tomar el tren, para que los afortunados y favorecidos por la ocurrencia del gallego puedan ahorrarse unos cuantos minutos de viaje.
Como sabrá Caballero, el AVE (entonces TAV) se inauguró, el 22 de diciembre de 2007. En la actualidad, los trenes que circulan por la estación Segovia-Guiomar transportan un millón de viajeros al día. En 1999 se comenzó a trabajar en el proyecto cuya estación en Segovia fue un empeño colectivo de la ciudad, nada fácil de conseguir. Es obvio y tiene todo fundamento, que si el AVE llega a Vigo es gracias a que partiendo de Madrid, pasa por Segovia. Si el disparatado deseo de Abel se cumple, será otro caso más de apropiación particular de un servicio público, cada vez más amenazado.
