La principal novedad de la Vuelta a Segovia, una carrera por Vía Roma previa a la primera etapa, brindó un maravilloso espectáculo a los amantes del ciclismo en el que acabó triunfando Jonathan González (Diputación de León) y del que debe sentirse orgullosa la Unión Ciclista Segoviana, que acertó de lleno con el diseño de la prueba.
Cerca de medio centenar de corredores (cuatro de cada equipo participante en la ronda) se enfrentaron al reto de dar casi cuarenta vueltas al circuito, de casi un kilómetro de recorrido, sabiendo de antemano que los últimos en cada giro debían echar pie a tierra. El resultado fue una carrera corta pero sin tregua. Muy bonita de ver.
El irregular trazado, alternando subidas (hacia el Acueducto) y bajadas (en dirección a San Lorenzo) y el desigual pavimento —con unos trayectos de adoquín y otros de asfalto— endurecieron la carrera, pero no lo suficientemente para amilanar a los corredores, que volaron (48,150 kilómetros / hora).
A mitad de carrera se escaparon Jonathan González y Ramón Domene, que no tardaron en abrir hueco. Marcos Gallego intentó desesperadamente unirse a ellos, sin lograrlo, para quedar luego absorbido por un grupo de diez unidades, perseguidor del dúo de tenores. Al final, Domene lanzó un sprint temprano, imposible de rematar, que puso en bandeja la victoria a su compañero, con el que se había entendido a la perfección hasta ese momento.
