La Escuela de Porteros Stopgol, referencia indiscutible en el entrenamiento específico para porteros en Segovia y una de las primeras de su tipo en España, pondrá punto y final a su trayectoria al término de esta temporada. Quince años después de abrir sus puertas en el pabellón Pedro Delgado, Stopgol se despide con el orgullo del trabajo bien hecho y con la tristeza inevitable del adiós.
Porque a lo largo de los años la escuela se ha ido convirtiendo en una comunidad, un espacio de crecimiento, un rincón donde la enseñanza se convertía en juego y el juego en aprendizaje. “Nuestro método se apoyaba en lo lúdico, en el disfrute. Enseñar desde la alegría”, explica César Arcones, su alma mater, que a lo largo de estos años ha sido mucho más que un entrenador. Mentor, pedagogo, director de orquesta de un proyecto que empezó con una libreta llena de ideas y acabó dando forma a una escuela reconocida fuera de Segovia.
Más de un centenar de porteros han pasado por sus sesiones semanales, por sus circuitos con colchonetas, conos, pelotas de espuma, reflejos y risas. A ellos se suman centenares más que participaron en las masterclass que se organizaban en períodos vacacionales, abiertas a cualquier niño o niña, federado o no, convencido o simplemente curioso, porque StopGol jamás pidió un solo carnet.
SIN MIRAR EL CARNET
Algunos nombres propios, hoy presentes en la élite, comenzaron en la escuela. Ángel Encinas, portero que lo fue del Ínter Movistar y ahora en el Segosala; Jorge Cárdaba, en la liga italiana; Miriam y Elena, ambas en Primera División, la segunda también internacional absoluta con la selección española; o Álvaro Carrión, que ya ha debutado en la máxima categoría con El Pozo Murcia. Pero igual de importantes fueron los muchos otros que nunca saltaron a la élite y que encontraron en Stopgol una manera de jugar, de entrenar, de entender el esfuerzo. Incluso quienes no formaban parte de ningún equipo y acudían sólo por el placer de vivir esa hora de viernes bajo palos.
La escuela nació en Segovia capital, pero su onda expansiva fue creciendo año tras año. Llegaron niños y niñas de toda la provincia. También de Madrid. Algunos cruzaban la sierra cada semana para no faltar a su cita. Gran parte del cuerpo técnico actual está formado por quienes fueron alumnos durante años. Porteros que crecieron en la escuela y que después se formaron como entrenadores.
Sin embargo, no todo han sido luces en este camino. Y no es casual que el cierre coincida con un año particularmente difícil. A las dificultades heredadas de la pandemia y a los vaivenes organizativos de toda estructura deportiva, se ha sumado este curso una sucesión de imprevistos que han obligado a suspender muchas sesiones.
“Siempre hacemos una previsión, pero este curso ha sido especialmente duro. Demasiados entrenamientos cancelados por la coincidencia con otros eventos en el Pedro Delgado. Y eso, a nivel organizativo y económico, nos ha hecho mucho daño”, confiesa Arcones, con serenidad y sin reproches, aunque sí con una reflexión necesaria: “Soy consciente de las prioridades deportivas de la ciudad, pero seguramente se podrían haber hecho mejor las cosas por todas las partes. Con un poco más de cariño hacia quienes trabajamos en el día a día, quizá se habrían encontrado soluciones”.
También desaparecerá el Desafío de Porteros, otra de las joyas del calendario segoviano. Trece ediciones ha cumplido este torneo tan singular como divertido, pionero también en España, que enfrentaba a porteros en duelos uno contra uno, con la única regla de marcar al rival. Un juego que se convirtió en tradición, en fiesta. Una manera distinta de entender el puesto más solitario del campo.
