El candidato de Coalición por el Cambio y ganador de la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 13 de diciembre, Sebastián Piñera, y el candidato de la gobernante Concertación, Eduardo Frei, se batieron ayer en un duelo electoral histórico en Chile, en el que por primera vez desde que el país recuperó la democracia en 1990 la derecha podría volver al poder.
Aunque el último sondeo publicado antes de la cita auguraba un empate técnico entre ambos aspirantes al atribuir al conservador de 60 años el 50,9 por ciento y el 49,1 para el político de izquierdas de 67 años, todas las encuestas anteriores daban una clara ventaja al candidato empresario.
Además, si bien los analistas coinciden en que la segunda vuelta constituye la oportunidad más clara para que la derecha recupere el poder, por primera vez, en 20 años, se espera que los sufragios del tercer candidato más apoyado en la primera vuelta de noviembre, el ex socialista convertido en independiente Marco Enríquez Ominami, vayan para Frei, después de que éste pidiera el voto para el socialista, aunque sin nombrarle.
A pesar de este respaldo, Piñera podría desbancar por primera vez en 20 años a la izquierda del poder que lleva gobernando a través de la Concertación, coalición formada por democristianos y socialistas. Y eso a pesar de que la presidenta saliente, Michelle Bachelet, primera mujer que gobierna el país, saldrá del Palacio de La Moneda con un índice de popularidad en torno al 80 por ciento. La mandataria, que no ha dejado de apoyar a Frei, pide el voto para la izquierda porque «no da lo mismo quien gobierne» en Chile.
Contraste de programas
Mientras que ambos candidatos se han mostrado abiertos en campaña a una reforma fiscal para garantizarle los suficientes ingresos al Estado, Piñera apuesta más por centrar su política económica en favorecer al sector privado y rebajar impuestos a las pymes, mientras que Frei ha prometido dar continuidad a las políticas de Bachelet, al papel del Estado y propone subir los impuestos a sectores como la minería, uno de los principales en el país.
Además, ante la importancia de empezar a impulsar el empleo para apuntalar la economía, ambos políticos se han lanzado a prometer la creación de más puestos que el contrincante. Piñera impulsaría incentivos empresariales para crear, en cuatro años, un millón de empleos, mientras que Frei los cifra en entre 700.000 y 800.000.
Entre otras promesas electorales de Piñera destacan su compromiso con renovar la gestión de las grandes empresas estatales como Codelco y la petrolera ENAP, descentralizar el Estado o desplegar 10.000 nuevos policías en las calles para combatir la delincuencia.
En un intento por distanciarse de la derecha que apoyó a Pinochet, el conservador prometió que, si gana los comicios, no incorporará a ningún ex miembro del Gobierno del dictador a su Ejecutivo. «Vamos a convocar a una nueva generación de chilenos», insistió.
El único punto en el que ambos candidatos han coincidido es en introducir derechos legales para las parejas de hecho y las del mismo sexo, aunque Piñera deja claro que es contrario al matrimonio entre homosexuales.
