La contraofensiva de las tropas leales a Gadafi con una emboscada a los rebeldes en Ben Yauad, a medio camino entre Sirte y la terminal petrolera de Ras Lanuf, que fue igualmente bombardeada, contuvo el avance revolucionario por la costa, aunque los milicianos retomaban a última hora de ayer sus ataques.
La jornada comenzó de madrugada con fuertes detonaciones en Trípoli, cuyo origen nadie ha aclarado, y que el régimen hizo pasar como celebraciones de victorias existentes solo en la televisión oficial, cuya imagen era jaleada por masas echadas a la calle para idolatrar a su líder como es costumbre desde hace 41 años.
A la mascarada en Trípoli, sucedió una ofensiva simultánea de las fuerzas fieles al régimen en tres puntos: Al Zauiya, a 92 kilómetros al suroeste de la capital y asediada desde hace tres días, Misrata, al este de Trípoli, y Ben Yauad, una localidad a un centenar de kilómetros al este de Sirte, ciudad natal de Gadafi y uno de sus principales feudos.
Los rebeldes libios tuvieron que replegarse de Ben Yauad, y según un corresponsal de Al Yazira, a bordo de sus vehículos se dispersaron en dirección a Ras Lanuf, donde los aviones también sorprendieron a la concentración de milicianos que actuaron con el desorden característico de muchos de sus nuevos reclutas.
Los mercenarios y tuaregs al servicio de Trípoli pusieron en fuga desde las azoteas a las huestes desprevenidas que, sin reconocimiento previo, llegaron confiadamente a Ben Yauad. La desbandada generó gran desconcierto y el abandono precipitado de algunos milicianos de Ras Lanuf, aunque otros guardaron la posición, lo que degeneró en confusión en torno al control del vital enclave portuario y petrolero, que cuenta con dos pistas de aterrizaje.
El portavoz del Consejo Nacional, Abdelhafiz Ghoga, admitió la escasez de suministros de los cercados, pero negó que Gadafi hubiera recuperado ninguna plaza en poder rebelde e igualmente descartó cualquier negociación con su régimen. «No hay diálogo de paz con Gadafi», subrayó el portavoz en la rueda de prensa en la que explicó el fallido intento británico de contactar con el mando rebelde en su plaza fuerte.
El primer intento internacional de contactar con la dirección rebelde libia fracasó por una aparente falta de formas, tras ser detenidos y repatriados por el Consejo Nacional un diplomático y su escolta militar por entrar en Libia «de manera ilegal».
Los ocho británicos, un diplomático y siete miembros de las fuerzas especiales (SAS) a quienes les fueron confiscados los equipos que llevaron a Bengasi, fueron bien tratados y devueltos a Londres.
