Antonio Ballesteros Usano nació en Córdoba en 1892 en una familia dedicada al magisterio ya que su padre era un reconocido maestro vinculado pedagógicamente con la Institución Libre de Enseñanza, institución creada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos y otros intelectuales progresistas que buscaban formar ciudadanos críticos, mediante una educación laica, científica y libre de dogmas. Así que siguiendo los pasos de su padre estudió Magisterio en la Escuela Normal de Málaga y posteriormente se matriculó en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid donde se formó como maestro de las Escuelas Normales y como inspector de Primera Enseñanza. Tras titularse en la Escuela Superior de Madrid ejerció las funciones de inspector de Primera Enseñanza en Jaén y Cádiz desde donde pidió el traslado a Segovia.

Con la llegada en 1917 de Antonio Ballesteros a Segovia se da un impulso a los Movimientos Pedagógicos de la provincia que en décadas anteriores ya venían realizando importantes avances en materia pedagógica y en la creación de cantinas y roperos escolares, con la intención de facilitar el acceso a la educación de todos los niños de la provincia independientemente de su procedencia social, con el apoyo de figuras tan representativas de la sociedad segoviana como la del maestro y escritor cantalejano José Rodao Hernández que fue colaborador de El Adelantado de Segovia, donde publicaba una “Pagina Literaria” y de El Diario de Avisos. Así mismo publicó sus escritos en las revistas Blanco y Negro y La Ilustración Española e Iberoamericana entre otras. Igualmente se vio arropado por el Maestro, de origen murciano y afincado en Segovia desde 1901, Martín Chico Suarez, que ejerció de regente de la Escuela Normal de Segovia a la vez que como maestro en el colegio de San Esteban durante los años que pasó en la capital que junto con José Rodao fundan en 1904 la institución benéfica “El Niño Descalzo” con el fin de proporcionar calzado y ropa de abrigo a los niños más pobres que acudían a la escuela pública. El ejemplo de esta institución se extendió por otras provincias y traspasó las fronteras llegando a Alemania.
En Segovia como inspector de Primera enseñanza entra en contacto con el mundo de la cultura y los movimientos pedagógicos de la capital, de esta manera conoce a personajes intelectuales de la talla del poeta y catedrático Antonio Machado, así como a la muy joven María Zambrano que era hija de Blas Zambrano, catedrático de Gramática Castellana en la Escuela Normal de Maestros de Segovia, entrando también en contacto con la Universidad Popular de Segovia de la que llegó a ser secretario entre 1921 y 1932. A su vez conoce al grupo de maestros llamados “maestros renovadores” muy preocupados por la nueva pedagogía, así como por la mejora de las instalaciones escolares sobre todo en el ámbito rural, entre ellos destacan Francisca Gómez y Gómez, maestra de la Escuela Graduada de niñas nº 1 de Segovia, Pablo de Andrés Cobos, director del Grupo Escolar de San Ildefonso, Norberto Hernanz y Hernanz, maestro de Torre Val de San Pedro y David Bayón Carretero, maestro de Cuéllar. Todos ellos fueron pensionados por la Diputación de Segovia en 1926 para ampliación de estudios durante tres meses visitando Escuelas que fuesen modelo de organización y de trabajo escolar de España. Los tres últimos, Pablo, Norberto y David también fueron pensionados en 1930 para visitar Escuelas en Francia, Bélgica y Suiza, al igual que Antonio Ballesteros.
Desde principio de la década de los 20 y desde su puesto como inspector de Primera Enseñanza se involucró en la creación de Colonias Escolares por toda la provincia, preocupándose de obtener financiación de las diversas administraciones públicas, y con la inestimable ayuda de Pedro Natalías García, maestro de la Escuela Graduada de niños de Santa Eulalia en Segovia, se consiguió que la primera Colonia segoviana se realizase en Luarca en la costa asturiana durante el verano de 1921. La segunda Colonia se llevaría a cabo el siguiente año en el pueblo de Navafría, donde se repitió hasta el inicio del régimen republicano, a causa de la oposición que encontró en la sociedad más conservadora de Segovia y en la Iglesia, instigada principalmente por el Obispo, al estar radicalmente opuestas a la coeducación en que vivían en las Colonias los niños y las niñas.

Su labor fue decisiva en la constitución de Centros de Colaboración Pedagógica donde poder compartir los maestros y las maestras sus iniciativas pedagógicas y sus problemas a la hora de llevarlas al aula. El plan consistía en que hubiese centros en los municipios más importantes y que abarcasen a todos los pueblos de alrededor. Entre estos centros podemos destacar los de La Salceda, el primero en constituirse en 1921, Funtepelayo, Aguilafuente, Santa María de Nieva y Nava de la Asunción, con la intención de realizar reuniones mensuales tratando de implicar a la población rural en la educación de sus hijos y procurar un desarrollo cultural con la provisión de pequeñas bibliotecas itinerantes que recorriesen los pueblos adscritos a cada uno de los centros.
Pero no acaba aquí la labor de Antonio Ballesteros, ya que éste se vuelca decididamente en la creación de un buen grupo de personas entusiastas que preparen las bases para la constitución de las llamadas “Sociedades de Amigos de la Escuela” en Segovia con la idea de que en cada escuela se fomentase la participación de las familias de los niños y niñas, así como poder colaborar en la medida de sus posibilidades en la mejora de las instalaciones y de los materiales escolares. Es decir, se trataba de conseguir una estrecha y sincera actividad educativa entre la familia y la escuela con el fin de conseguir una mejora social y material en el entorno escolar. Estas Sociedades deberían estar formadas por los llamados “socios de número, es decir, por los padres de los niños y niñas matriculados de forma voluntaria y por los “socios protectores” que serían los verdaderos amigos de la escuela dadas sus inquietudes pedagógicas, los cuales aportarían una cuota económica superior a la de los socios de número. Cada una de estas Sociedades estaría regida por una “Junta directiva” que fuese lo más neutral posible y al margen de grupos de presión, formadas primordialmente por los socios de número, algo que no siempre fue posible en algunas de las Sociedades de la provincia.

La idea de la creación de estas Sociedades la expone el periodista salmantino Luis Bello Trompeta en su obra “Viajes por las Escuelas de España” donde describe el estado de las escuelas y nos da una visión de la sociedad española de los años 20 del siglo pasado. Propone la creación de una “Sociedad de Amigos de la Escuela” que tenga como misión el aumentar el nivel cultural de la sociedad, comenzando por dotarla de edificios dignos y materiales escolares acordes a las nuevas tendencias pedagógicas, así como dignificar el depauperado sueldo de los maestros. Para ello estima que sea en Madrid donde deba crearse la primera Sociedad para favorecer la instrucción primaria de su población, como ya se comienza a hacer en algunas escuelas segovianas aconsejadas por el inspector Antonio Ballesteros. La Sociedad que se constituye en Madrid va a estar presidida por Ramón Menéndez Pidal, junto con Ángel Ossorio y Gallardo que actúa como vicepresidente, con la idea de que se vaya extendiendo luego por toda España.
Simultáneamente a este proceso se va gestionando en Segovia la constitución de las primeras Sociedades en la provincia, en primer lugar, en la capital y progresivamente en otros municipios como se irá viendo a continuación en algunos de ellos.
Antonio Ballesteros, entonces Jefe de la Inspección de Primera Enseñanza programa en Segovia una primera reunión en octubre de 1925, con los padres de familia en las Escuelas Nacionales de la plazuela de Los Huertos, donde se expone la idea de crear en esta escuela una de estas Sociedades, pensando en los beneficios que puede aportar a la educación de los niños ya que estaría constituida por padres de alumnos y otras personas amantes de la formación integral de los alumnos. Así da comienzo la gestación de la “Sociedad de amigos de la Escuela de niños de Los Huertos”, constituyéndose una comisión organizadora que elaborara un Reglamento de la misma y diera forma a una Junta directiva compuesta por un presidente, un vicepresidente, un secretario, un vicesecretario, un tesorero, un contador y tres vocales. Esto se llevaría a efecto a finales del mes de octubre, encontrándose entre sus miembros un profesor de dibujo de la Normal, el segundo jefe de la Policía, el Administrador del matadero de Segovia y un peluquero, recibiendo el asesoramiento del Director de la Escuela. En líneas generales este sería el Organigrama del resto de las Sociedades que van creándose progresivamente en la provincia.

Con pocos días de diferencia se constituye la Sociedad de la Escuela Nacional Graduada de niños de Santa Eulalia que estaría constituida por un periodista, un oficial de Correos, un médico yel propietario de un frontón de pelota, entre otros. Esta Sociedad tuvo el asesoramiento del prestigioso maestro y director del centro Pedro Natalías García, previamente destinado en Santa María la Real de Nieva, que había participado activamente en el desarrollo pedagógico de toda la provincia con su contribución en el Consejo Provincial de Primera Enseñanza, así como en la fundación de la revista “La Escuela Segoviana”. Posiblemente todo su empeño en mejorar la educación y la cultura de los segovianos le llevara a que, tras el triunfo del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, fuese detenido y fusilado en las tapias del cementerio de Segovia el 15 de agosto del mismo año.
