Volaron los dos primeros puntos del Camp Nou. Y tuvo que ser el Villarreal, un equipo al que habitualmente se le dan muy bien sus visitas al coliseo ‘culé’ el que tuviera tal honor. Un premio merecido, porque lo hizo además jugando al fútbol, imponiendo su estilo, tuteando, con sus mismas armas, al Barcelona de la seis copas.
El Barça solo quiso ser el Barça en la recta final. Y eso que empezó muy bien el partido. Pedro, que ya se ha acostumbrado a hacer de Messi cuando el argentino no está, recogió un disparo de Henry repelido por el travesaño para fusilar a Diego López en la primera llegada del conjunto azulgrana.
El tanto del canario provocó un prematuro replanteamiento del choque. Los de Valverde adelantaron las líneas y el conjunto local aceptó con naturalidad esta nueva situación retrasando las suyas.
El resultado fue un Villarreal mandando en muchas fases de la primera mitad y un Barcelona cómodo a la contra que aún renunciando a su identidad, tampoco pasaba excesivos apuros atrás.
El bloque castellonense se atrevió incluso a disputarle la posesión del balón a los azulgrana. El mayor peligro visitante llegó con sendos cabezados de Nilmar.
El Villarreal no daba excesiva sensación de peligro, pero sí de una desconcertante superioridad. El Barça parecía ajeno a todo ello. Se replegaba sin problemas cuando el oponente tenía el balón y salía con criterio cuando se lo arrebataba.
A los locales no parecía importarles que el ‘Submarino Amarillo’ fuese, pese a todo, el equipo que controlara el tempo del choque. Hasta que Fuster remató a gol un centro de Cani a los seis minutos de la reanudación.
El tanto fue el justo premio a la valentía, al atrevimiento de un equipo que había salido a discutirle la jerarquía, tutear a todo un Barcelona desde el primer minuto de partido. Pero el empate también sirvió de acicate al conjunto azulgrana y al frío público del Camp Nou que, a partir de entonces, animó mucho más al equipo.
El Barça dejó de especular y encerró por fin al Villarreal con el único propósito de llevarse el encuentro. Iniesta tuvo las dos primeras oportunidades, e Ibrahimovic la más clara frente al meta visitante, aunque su tiro salió fuera.
El Villarreal, disfrazado ya de equipo pequeño, resistiría hasta el final, bien pertrechado atrás y ayudado por las constantes interrupciones del árbitro, empeñado en pitarlo absolutamente todo.
Además, aún pudo llevarse el duelo en mano a mano de Rossi con Valdés, que Puyol salvó en la línea de gol. Hubiese sido demasiado premio para los de Valverde, que arrancaron eso sí, un merecido y trabajado punto del Camp Nou.
