Los cálculos políticos se impusieron una vez más y, lejos de cimentar el nacimiento de un gran pacto de Estado que sirva para que la clase política española remonte a bloque la todavía procelosa crisis económica, el esperado encuentro que ayer mantuvieron el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, apenas sirvió para certificar que, más allá de lo estrictamente esencial para evitar el naufragio del país, PP y PSOE no están dispuestos a hacer esfuerzo alguno que pueda dar munición electoral a su rival.
De hecho, la negativa del líder popular a comparecer de manera conjunta con el inquilino de Moncloa tras su charla de más de dos horas habla bien a las claras de que el entendimiento brilló por su ausencia y de que, salvo la anuencia de los conservadores para que el Ejecutivo ponga los parches inevitables en el destartalado armazón financiero nacional, nada se acordó ayer en la sede de la Presidencia del Gobierno.
El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, solo alcanzaron dos acuerdos en el ámbito financiero por los que agilizarán la reestructuración del sector e impulsarán la reforma de la ley de cajas de ahorros en un plazo de tres meses, todo ello con la finalidad de reactivar el crédito a las empresas y familias. Al término de la reunión, el responsable del PP confió en que los pactos sirvan para tranquilizar los mercados.
En realidad, el único entendimiento se produjo precisamente para salvaguardar el control que las dos formaciones mayoritarias mantienen en la actualidad sobre las cajas de ahorros y evitar que el proceso de fusiones sin supervisión se efectúe al margen de las directrices de Génova y Ferraz. Para ello, el popular y el socialista decidieron dar su visto bueno a la reestructuración de las entidades, cuya hoja de ruta tendrá que estar finalizada antes del 30 de junio, fecha en la que entrará en vigor el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).
Ambos políticos pactaron también acometer una reforma de la Ley de Órganos Reguladores de Cajas de Ahorros (Lorca) en un plazo de tres meses con el pretendido objetivo de avanzar en la profesionalización y de facilitar su acceso al capital.
«Cada vez hay menos crédito y sin crédito no hay inversión, y sin inversión no hay creación de empleo, y la creación de empleo debe ser el gran objetivo nacional», manifestó al respecto Rajoy.
Acerca del desplome de la Bolsa, el líder conservador afirmó que tras este «batacazo descomunal» queda patente la necesidad de tomar medidas con rapidez, que el Ejecutivo, en vez de «echar culpas» gobierne, decida y ejecute. «Menos comentarios y más decisiones», enfatizó el máximo dirigente conservador.
En todo caso, el líder de Génova confió en que el acuerdo alcanzado ayer permitirá tranquilizar a los mercados, porque pone de manifiesto que la oposición presta ayuda al Gobierno y hay coincidencia en la necesidad de reestructurar el sistema financiero, aunque, reiteró, «es fundamental avanzar en el control del déficit y la reforma laboral».
Tal diagnóstico fue compartido por Zapatero, que también consideró «muy importantes» los avances, puesto que, sostuvo, servirán para dar confianza a los mercados, «que tienen la mirada muy atenta a este proceso».
Acto seguido, el presidente del Gabinete recordó a Rajoy que el PP, cuando gobernaba, hizo una reforma laboral que está vigente en la actualidad, de modo que debería medir lo que dice antes de proclamar que el «marco laboral es un desastre».
Por ello, argumentó que la brecha que separa a populares y socialistas en el planteamiento del mercado de trabajo no es «desgarradora», sino más bien «fruto del discurso político y no de la realidad de los hechos».
En suma, Zapatero realizó un balance positivo del encuentro y proclamó que lo acordado es de «gran trascendencia», puesto que, además de poner orden en las cajas, servirá para ratificar el generoso apoyo financiero español a Grecia en el marco del plan global aprobado por el Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional.
Ya en el ámbito protocolario Zapatero quiso dejo claro que en ningún momento «nadie valoró la posibilidad» de que ambos líderes comparecieran juntos tras la reunión, a pesar de que a primera hora de la mañana había colocados dos atriles en la sala de prensa.
Para zanjar el asunto, el jefe del Ejecutivo subrayó que no hay precedentes de una comparecencia conjunta y añadió que «lo más razonable» es hablar a solas «con fluidez» y que luego uno se presente ante los medios «y diga lo que considere más conveniente».
Además, rebatió la acusación de inactividad que Rajoy le había lanzado solo unos minutos antes con el argumento de que el Ejecutivo ya ha puesto en marcha los planes necesarios para combatir la crisis, y que ahora está a la espera de sus resultados. «Los planes están todos desplegados y todos en marcha», resumió.
