Vuelvo a mi Atleti en un momento complicado, habiendo caído en Champions, en Copa y con la Liga dificilísima, que no imposible. Y es que los del Atleti tenemos mucho de estoicos, aceptando el destino con entereza. Conscientes de que la vida nos dará más lecciones que celebraciones, el sufrimiento nos fortalece el alma, y nada templa el carácter como ver a tu equipo caer… para luego levantarse y volver a pelear derrochando coraje y corazón.
Los colchoneros aceptamos el sufrimiento con dignidad, porque sabemos que en la vida -y en el fútbol- la victoria es efímera y la derrota, una oportunidad para fortalecerte. Y lo sabemos muy bien, viendo perder a nuestro equipo ante el vecino opulento, una y otra vez, en los momentos y en las situaciones más diversas e impensables que uno pueda imaginar. Pero no nos importa, porque los rojiblancos, como los estoicos, sabemos que la virtud está en el camino, y no en el resultado.
Los madridistas, sí, son otra cosa. Suscriben en cierto modo los principios de Epicúreo, quien predicaba la búsqueda del placer y la evitación del dolor, pero viciados en versión «galáctica», incluso con gula futbolística. Parece que nunca tienen suficiente, que necesitan el exceso, el derroche, los sextetes que nunca alcanzan y la abundancia de celebraciones para sentirse satisfechos.
Por su parte, los culés tienen bastante de idealistas, habiendo promovido históricamente el fútbol de buen gusto (lo que, a estos sí, les ha llevado a algún sextete), la defensa de un estilo propio casi como una utopía futbolística, y hasta una fuerte identidad cultural, en la actualidad, profundamente desnortada.
Pero como bien sabemos los del Atleti, la felicidad no la encontrarás nunca en la abundancia, ni en la identidad enfermiza, sino en la pasión verdadera. Porque no hay mayor placer que ver cómo, con sudor y corazón, David vence (de vez en cuando) a Goliat.
Que se queden los unos con sus lujos y los otros con sus ideales, ambos con sus títulos acumulados en vitrinas frías; nosotros preferimos seguir resistiendo, amando y sufriendo, porque en el Atleti… ser feliz es algo más, mucho más, que ganar.
