Archer Milton Huntington (1870-1955), un neoyorquino sin raíces hispanas, dedicó su vida a un sueño singular: preservar y difundir el arte, la literatura y la cultura de los pueblos hispanos. Fundador de la Hispanic Society of America en 1904, su legado desafía las convenciones de su época, desde su insólita decisión de rodearse exclusivamente de mujeres en la institución, hasta su pasión por coleccionar obras icónicas como los retratos de Goya o la Biblia de Alba. Con motivo de la publicación por primera vez en español de Cuaderno de viaje por el norte de España por la editorial Gadir, su prologuista, Soledad Maura, desentraña las facetas más intrigantes de Huntington, un mecenas clave en la creación del Museo Sorolla o la Casa de Cervantes, revela el germen de su obsesión por lo hispánico.
¿Qué moldeó a este heredero de ferrocarriles, lector voraz y políglota, para consagrar su fortuna al hispanismo? Maura destaca su infancia entre el español de Texas, una institutriz de Valladolid y viajes juveniles a México, sumergido en los relatos románticos de Irving y Borrow. Aunque su visión de España fue a veces idealizada, su compromiso fue genuino: financió excavaciones, respaldó instituciones y tradujo durante una década el Cantar del Mio Cid. La publicación de sus diarios en español, afirma Maura, no solo cierra un círculo simbólico, sino que invita a redescubrir a un hombre cuya vida fue, en sí misma, un puente entre mundos.
—¿Qué aspecto de la vida de Huntington le ha sorprendido más durante su estudio sobre él?
—Hay que destacar su compromiso con las culturas hispanas en general, la seriedad de su empresa de fundar el conjunto que es la Hispanic Society of America, la colección, el museo, y centro de estudios en Nueva York. Otros escritores o coleccionistas extranjeros se encapricharon en algún momento con España, pero la pasión de Huntington definió su vida. Por otra parte, siempre me ha llamado la atención que solo quería que trabajasen mujeres en la Hispanic, y durante décadas todo el equipo fue femenino, las bibliotecarias e investigadoras.
—¿Qué aspectos de la época en que vivió Huntington (finales del s. XIX y principios del XX) cree que moldearon su fascinación por la cultura hispánica?
—Nació en 1870, y al ser hijo único era muy lector, y tuvo una educación privilegiada. De pequeño también vivió en Texas donde se escuchaba el español, y en 1889 viajó con sus padres a México. Estas experiencias le impactaron. Por otra parte, en el siglo XIX, España estaba ya muy arraigada en la imaginación anglo-americana. Huntington disfrutaba mucho de los libros de viajes por España, por ejemplo los del inglés George Henry Borrow, y Los cuentos de la Alhambra de Washington Irving que inspiraron a tantos norteamericanos a viajar a España, país que tardó más en formar parte del itinerario de los “grand tours” o largos viajes tan populares entre los británicos y estadounidenses adinerados. También ayudó la influencia del arte español fuera de España, por ejemplo el impacto de Velázquez en la pintura francesa, y el tema español de la ópera de Bizet, Carmen. Una vez que España, o una visión de España romántica e inexacta, se puso de moda, la fascinación se implantó. Los grandes almacenes Sears vendían casas prefabricadas en los años 20 del siglo pasado, y el modelo Alhambra inspirado muy lejanamente en el original de Granada, fue un éxito. No solo los millonarios como William Hearst o Huntington buscaban un sabor español. Así que había contexto, pero el caso de Huntington es muy excepcional ya que dedicó la vida al hispanismo. También es muy importante que de pequeño tuviera durante años una institutriz muy exigente de Valladolid, con la que se llevaba fenomenal, y supongo que a ella le debía mucho. Está bien tener en cuenta el contexto y las influencias, pero. Huntington era un personaje bastante original.

—¿Por qué Huntington dedicó su vida y fortuna a preservar el legado cultural español y latinoamericano?
—Creo que lo que le impulsó a comprometerse fue el valor extraordinario del arte, la literatura, y la cultura hispana, a brocha gorda, y su pasión por la lengua española. Huntington se pasó 10 años trabajando en una traducción y edición del Poema del Cid al inglés. Era un gran conocedor del arte español, y amigo de los artistas de su época, como Sorolla, al que hace varios encargos importantes. Su vida, por lo menos hasta 1936, tenía una meta clara: crear su propio museo en Nueva York, pero también respaldar otros museos e iniciativas dedicadas a dar a conocer la cultura hispana en el mundo. Colaboró con personas muy interesantes, y fue parte de muchos proyectos importantes entorno al hispanismo, como mecenas pero también como conocedor de los temas.
—¿Cómo explicaría la visión original de Huntington al crear la Hispanic Society en 1904, y en qué se diferenciaba de otras instituciones culturales de su tiempo?
—Como Huntington escribió en el Manual al museo y las colecciones de la biblioteca de la Hispanic Society of America, la institución la crea en 1904 con el principal objetivo de presentar “la cultura de los pueblos hispanos”, en sus palabras. Esta es la diferencia fundamental de cualquier otro museo o institución que hubiera en los Estados Unidos, o en cualquier parte del mundo en ese momento. También hay que tener en cuenta que los valiosísimos objetos nacen de una colección particular, y relativamente nueva.
—La Hispanic Society alberga obras icónicas como los retratos de Goya o la Biblia de Alba. ¿Qué papel jugó Huntington en la adquisición de estas piezas y cómo reflejan su visión del arte hispánico?
—Huntington no quería comprar obras en España. Fue una regla que él mismo se impuso para distinguirse de otros coleccionistas como Hearst. Pero esto no quiere decir que los marchantes a los que compraba no viajaran a España. Para este tema tan complejo recomiendo los análisis de la especialista Inmaculada Socias Batet. También hay que tener en cuenta la evolución de la colección. el museo empezó con unos veintipocos cuadros y hoy la cifra ronda los 7.000.
—¿Cuáles fueron los mayores obstáculos que enfrentó Huntington para consolidar la Hispanic Society, tanto en su época como en décadas posteriores?
—Por una parte, a Huntington naturalmente le interesaba proteger y controlar el acceso al museo y a la biblioteca, y eso tiene un lado positivo pero también a la larga fue contraproducente porque no se dio a conocer lo suficiente. Se volvió un secreto muy bien guardado. Otro obstáculo histórico para la Hispanic fue la Guerra Civil Española, que supuso un antes y un después. A partir de la posguerra y la Segunda Guerra Mundial, la institución está mucho más aislada, por cuestiones políticas, geográficas (alejada de las zonas más museísticas de la ciudad de Nueva York), y personalmente difíciles para su fundador.

—¿Cómo se percibió la labor de Hutington en España durante su vida y en la actualidad?
—En España tuvo amistades importantes, y colaboró con varias instituciones. Quería ser respetado y apreciado. Tuvo un papel en la creación y financiación de la Case Museo de El Greco, la Casa de Cervantes, el Museo Romántico, el Instituto de Valencia de Don Juan, el Museo Sorolla, y el Museo Nacional de Arte Moderno de España. Dentro y fuera de España su labor era coherente, según sus metas de difundir el arte español. También fundó la primera Cátedra del Departamento de Estudios Hispánicos en la Universidad de Columbia (Nueva York), ocupada por Federico de Onís. En las primeras décadas de vida de la Hispanic, fue valorado, aunque siempre ha habido personas que con mucha razón cuestionaran a los coleccionistas extranjeros. En la actualidad, es una figura conocida por los historiadores de arte, pero fuera de ese campo no se habla mucho de él. De hecho hay un museo Huntington (de la misma familia) en California, y el apellido se asocia con ese museo casi exclusivamente.
—Aunque su foco fue España, ¿tuvo Huntington un interés paralelo por las culturas latinoamericanas? ¿Cómo se refleja esto en la Hispanic Society?
—La colección tiene grandes obras de arte, objetos decorativos, y manuscritos latinoamericanos, filipinos, de Goa…. El compromiso de Huntington con el hispanismo no se quedó tampoco en esta fabulosa empresa de fundar un museo, sino que también creó la Hispanic Reading Room en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en Washington D.C. cuya colección actual es de más de 12 millones de libros, manuscritos, y otros materiales de interés relacionados con España, Portugal, América Latina, El Caribe, y la población hispana de los Estados Unidos.
—¿Hubo aspectos de su labor que generaran debate, como la adquisición de patrimonio o su enfoque colonialista? ¿Cómo analiza estos cuestionamientos?
—Hoy en día estas cuestiones siguen generando debate, quizás más que nunca, en muchos museos y colecciones. ¿Cómo se justifica la procedencia de las obras? No hablamos de quién compró este u aquél cuadro en su momento, sino de la biografía de la obra: dónde nació, cómo llegó a las manos de su futuro propietario, o propietarios. Me parecen cuestiones muy interesantes, y que estos análisis son importantes y que una institución en Nueva York albergue los legados de tantas culturas nos obliga a reflexionar sobre la procedencia de las obras y sus legados.

—¿Cómo ha evolucionado la institución desde la muerte de Huntington en 1955? ¿Qué retos enfrenta para mantener su relevancia en el siglo XXI?
—Desde el 2023 la Hispanic Society of America está totalmente reformada tras cinco años de obras, y tiene una vitalidad y programación que no conocía desde los murales de Sorolla. Durante la renovación gran parte de la colección fue expuesta en el Museo del Prado. Se espera que ahora y en el futuro sea un centro más abierto, que sirva como nexo para el hispanismo global desde su sede original. La programación reciente refleja un museo que está al día, pero siempre hay retos, sobre todo en el campo de la cultura.
—¿Qué supone que se edite por primera vez en español el Cuaderno de viaje por el norte de España?
—Este cuaderno, que hasta le fecha no se ha traducido y publicado en castellano, no iba originalmente destinado a un público español. Quizás por eso es tan importante que se retome para compartir y entender–en su propia voz– las actitudes y percepciones de una persona que fue gran amante de España, y conocedor de su cultura, y que dedicó su vida a su “museo español”. Su visión de España y de los españoles, sus descripciones de la naturaleza, el variado indumentario, las tradiciones e historias religiosas y tradicionales, y su entusiasmo general por la empresa de conocer España a fondo, logran que se merezca su lugar en el amplio canon de literatura de forasteros por España.
Huntington es una figura estudiada pero infra-conocida. La traducción y publicación de estos diarios nos permiten acercarnos al joven Huntington que viajaba por España. Se puede entrever al futuro coleccionista. Para los que aun no le conocen mucho es un primer encuentro ameno y directo, y para los especialistas, es una obra importante a tener en cuenta.
