La carrera a pie ha sido desde tiempos inmemoriales una práctica muy utilizada por el ser humano para sobrevivir en un medio en el que la búsqueda por el alimento se convertía en un objetivo fundamental. También se practicaba cuando los clanes familiares buscaban los mejores asentamientos y se enfrentaban a otros grupos en una lucha por buscar el mejor asentamiento para vivir. Incluso alguno se hizo famoso por cubrir una larga distancia para comunicar la victoria de su pueblo en la batalla, aunque esto le costara la muerte por extenuación.
Cuando el deporte se institucionalizó a finales del siglo XX, esta especialidad se encuadró dentro del atletismo y tuvo que ajustarse a un reglamento, que organizaba las distancias y los espacios donde practicarse. En poco tiempo, este tipo de pruebas fue alcanzando un éxito que aprovecharon las asociaciones, los clubes, las instituciones públicas y las federaciones para convocar numerosas pruebas competitivas. Así tenemos muchas clásicas en el calendario español que son referentes para los atletas, como la Jean Bouin, la Behobia-San Sebastián, los maratones de Valencia, Madrid y Barcelona o los croses de Itálica, Elgóibar y Venta de Baños.
Además de esta ‘clásicas’, se suman otras de menos trascendencia mediática que se reparten por toda la geografía española, desde las disputadas en las capitales de provincia, como la ya emblemática ‘Media de Segovia’, hasta las realizadas en localidades de apenas cien habitantes, o menos.
La carrera a pie ya no es una práctica de obligado cumplimiento para conseguir la supervivencia, sino que su facilidad para realizarla en cualquier momento, sin apenas gasto económico, más los efectos positivos que reporta para la salud física y mental de quien decide hacer unos kilómetros, hacen de ella una actividad de masas. Esperamos seguir disfrutando de sus beneficios por muchos años.
