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Cuando los frutos caen del árbol sagrado de la justicia al fango de la política

por Ángel Gracia Ruiz
28 de marzo de 2025
en Tribuna
ANGEL GRACIA
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“Demos” “Kratia”, el poder del pueblo, una forma de organización social y política reguladora de antiguas civilizaciones paganas tribales vigente en un mundo sacralizado. A pesar de existir desde tiempos inmemoriales, toma consistencia para nuestra historia estudiada en las ciudades-estado griegas del siglo VI antes de nuestra era y, nombre y forma, a partir de Platón y Aristóteles. El transcurso del tiempo desde ambos filósofos a hoy es el testigo de la degradación y del deterioro del significado intrínseco del concepto “democracia”.

Actualmente, se suele llevar a cabo a través del sistema representativo, quedando dicha representación asumida por los partidos políticos. Con ellos, la democracia dejó de existir, al crearse una inexistente dualidad entre “pueblo” y “poder público”. Este último propuso al primero, para clamarlo, la división del ejercicio de su poder a través de tres pilares independientes e inmiscibles: ejecutivo, legislativo y judicial. En la práctica, el jefe de partido elige a sus partidarios, que le deben obediencia en el voto. Con ello gobierna y legisla, dictando leyes dedicadas a adquirir el control de los altos estamentos del poder judicial.

Un ser humano que ha perdido su conexión con el orden, resulta fácilmente convencible para dejarse caer del árbol sagrado de la justicia y hundirse en el fango de la política. Aunque se dan a cientos, paseemos entre alguno de ellos:

Juan Alberto, conocido por Belloch. Juez. Le colaron como Vocal del Consejo General del Poder Judicial. Le pasaron, sin solución de continuidad, a Ministro de Justicia e Interior. Dictó las excarcelaciones de presos de ETA calificadas como «amnistía camuflada» en la época GAL. Pasó a acalde, diputado, para regresar al ejercicio de la judicatura y jubilarse.

Baltasar, el Rey Mago, no, Garzón. A este, Felipe le prometió ser Ministro de Justicia e Interior. Lo sacó de la Audiencia Nacional, quitándoselo de en medio en la investigación GAL. Una idea deliciosa para quien pretende ser una estrella. Como Felipe no cumplió, regresó a la AN, vengativo, y fue inhabilitado por su modo de actuar, por prevaricación. Pero no importa. Se dedicó a ejercer la abogacía. Actualmente, uno de sus mejores clientes es la dictadura venezolana.

Se emparejó con Dolores. Sí, sí, la Delgado. De Ministra de Justicia de Pedro y notaria del reino, pasó directamente (el mismo día de su cese) a Fiscal General del Estado, en una obscenidad política sin precedentes. Renunció al cargo alegando motivos de salud por una operación quirúrgica que, curiosamente, no la impedía ser fiscal de la AN y seguidamente de la Sala de la Fiscalía Togada del Tribunal Supremo.

Fernando ¿Grande? Marlaska quien, en sus inicios, sustituyó a Baltasar, no al rey, sino al juez, en la AN. Parecía un buen jurídico, hasta que pasó a ser ministro de Interior en 2018. Todo cambió. Facilitador de la invasión marroquí, paralizador de la lucha contra el narco y de la ayuda a Valencia, transformador de lo que defendía como inconstitucional en legal.

Alvarito García Ortiz, un fiscal medioambiental ascendido por la Dolores, sí, sí la Delgado, a Fiscal Jefe de la Secretaría Técnica de su Fiscalía General del Estado. La sustituyó en el cargo por el interesado nombramiento del jefe de su ex jefa, del cual depende. Imputado. No dimitido. Defendido con nuestro dinero por la abogacía del estado y por su obediente subordinada fiscal, que no ejerce como tal.

El número dos de este top está constituido por Margarita, “me ama no me ama”, caída de los Robles sagrados en el fango de la política hace más de treinta años. Su última actuación, encararse con los vecinos de Paiporta con despotismo, desfachatez y mala educación, tras haberlos privado de la ayuda del ejército deseoso de acudir, prohibiéndoles actuar. Es su ministra. Ya en 1993 pasó de magistrada a política para tapar el fango. Subsecretaria de Belloch. Secretaria de Estado de interior y justicia. Directora del CNI. Regresó a la Audiencia Nacional. Saltó al Consejo General del Poder Judicial. Volvió a la política como diputada para llegar a donde está. Una bailaora de la danza entre la judicatura y la política, obediente.

Y, en el número uno… ¡Cándido!, no el de los cochinillos, sino el Pumpido. Algunos hemos sufrido su ausentismo como profesor de Derecho Procesal durante la carrera. Lo tuvimos de Presidente de esta Audiencia Provincial ejerciendo nuestra profesión. De aquí emigró al Supremo y de allí “manchó su toga con el polvo del camino” para ponerse al servicio de un tal Zapatero a sus Zapatos como Fiscal General del Estado. Ingresó seguidamente en el Constitucional hasta ser nombrado por el jefe, Presidente, con la anuencia del principal partido de la oposición. Su labor en el cargo da miedo. Todas las sentencias sobre temas políticos dictadas desde su jefatura han sido favorables a quien lo ha nombrado. La última, la evidente injerencia del Órgano que preside en la justicia ordinaria constituyéndose como una tercera instancia a la que ha otorgado prohibida capacidad de revisar las pruebas y el derecho juzgado por los Tribunales establecidos a tal fin (Audiencia Provincial de Sevilla y Tribunal Supremo). Quien allí lo colocó quiere que se pronuncie sobre la constitucionalidad de lo que no lo es antes de jubilarse.

Observo la mayor degradación de la institución de la fiscalía. La contemplación de la actuación de sus miembros en el caso Begoña, indigna: Ignacio, ante Europa y Lorena y José Manuel (asesor de Cándido y del Ministro de Justicia Camaño en época zapatista) en Madrid. Su obligación de ejercitar la acusación se ha transformado en la más contundente defensa de la imputada.

En fin. Actualmente, la organización social está dirigida por las fuerzas del mal, que se sostienen por la pasividad y con el dinero de las fuerzas del bien. El nacimiento en la antigua Grecia de la democracia se fundamentó en aquella asamblea encargada del cumplimiento de la ley de convivencia social. Quizá, por deformación profesional, se me antoja que, en las circunstancias actuales, el único poder capaz de mantener el orden es el judicial. Si el jefe lo absorbe o corrompe, estaremos abandonados a sus nada halagüeñas intenciones.

Siempre nos queda la opción de dirigirnos hacia nuestro interior y mirar la realidad con la distancia del sabio. Pero, es precisamente el sabio quien sabe que no venimos al mundo para estar en él, sino para crearlo. Así que, llegado el momento de crear una realidad ordenada que nos facilite vivir en nuestro estado natural de felicidad, pongámonos en marcha, reconquistemos la democracia y venzamos a quienes nos la han robado.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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