Me parece que la gasolinera situada en San Rafael, junto a la carretera Madrid-La Coruña, se va aproximando a ser centenaria, si es que aún no lo es. Al menos, al ver su imagen hace unos pocos días en este diario, me ha hecho recordar que la conocí ya en la década de los 50 del pasado siglo, y ahí está, no sé si con alguna variante, imagino que como todas actualizada, pero el hecho es que ahí sigue prestando su eficaz servicio. Recuerdo que, junto a ella, camino ya de la salida de la carretera para Segovia, entonces de tierra, hay un edificio en el que se encontraba un bar, propiedad, creo, de los padres del que pasados los años fue un destacado político y ministro con Adolfo Suárez, Rafael Calvo Ortega, al que muchos lectores habrán conocido, al menos por fotografía y por su destacada labor profesional.
No está en mi memoria porqué conocí esta gasolinera, pero sí recuerdo que el día en que me encontraba en San Rafael, de improviso alguien gritó que había un conato de fuego en ella, por lo que muchos salimos de estampía…pero todo quedó en el susto, afortunadamente.
La gasolinera, pues, es testigo del enorme y grave problema que sigue teniendo la localidad de San Rafael por el paso continuado de toda clase de vehículos por la carretera, corazón del urbanismo de la población. Y si ella pudiera hablar, ¡cuántas cosas agradables y desagradables podría contar! Entre las últimas las víctimas por atropello que se han registrado, lamentablemente; el infinito número de promesas para buscar una solución; las etapas tan duras pasadas por la localidad y el vecindario por las grandes nevadas de antaño, que obligaban al cierre de la carretera durante varios días, ante la imposibilidad de pasar por el puerto del León y ante la desesperación de los conductores, sobre todo de los camioneros que veían peligrar la mercancía que transportaban. La situación fue “animando” al capital privado a construir hoteles y pensiones y crear bares y tabernas. (1)
Un nuevo AVISO para la superioridad acaba de producirse con el socavón abierto en plena carretera, que ha obligado al corte del tráfico. Pero esto, a los que tenía que importar, NO LES IMPORTA.
Durante muchos años, San Rafael ha sido considerado como un lugar muy apto para veranear, gracias sobre todo a sus espléndidos pinares. De ahí que surgieran numerosos chalés promovidos especialmente por madrileños, por lo que la población fue creciendo sensiblemente al paso de los años.
Además de los hoteles, en uno de los cuales pasó temporadas el poeta Rafael Alberti para tratar de curar su enfermedad pulmonar, se fundó también, junto a la carretera y ya en dirección La Coruña, un Preventorio Infantil Antituberculoso, inaugurado en1930 por la reina Victoria Eugenia. El edifico disponía de terrazas en las que los niños enfermos descansaban en hamacas, buscando el aire que podía ayudarlos a curar su mal. Ha acogido también otras funciones, civiles e incluso militares, y en determinados años se habilitó para que también enfermos adultos pudieran beneficiarse de sus instalaciones para confiar en el aire serrano.
Fueron sus primeros directores los doctores José María Ruiz Heras y el segoviano Segundo Gila. Otro médico, José Codina Castellví, acompañó a la reina en la inauguración, y precisamente a él y a su especialidad en un dispensario antituberculoso de Madrid, dicen que se debe la presencia allí de Alberti, al que recomendó este lugar en busca de su recuperación física.
En su libro “La arboleda perdida” cuenta el poeta que empezó en una de esas terrazas de descanso, tumbado en una chaise-longue, su famoso poema “Marinero en tierra”, por el que consiguió el Premio Nacional de Literatura de 1923. La impresión del libro se hizo en los talleres tipográficos de este diario, en la calle de San Agustín, por encargo de la familia Ruiz-Castillo, editora de la colección Biblioteca Nueva, para la que también se imprimieron allí otros numerosos libros de Gabriel Miró, Azorín, Ramón Gómez de la Serna…
Conclusión por hoy: Que la gasolinera sigue en su lugar de testigo, sin que ningún político se haya decidido a resolver el problema…y lo peor es que, según están las cosas, y según los enfrentamientos, no es fácil que alguien lo solucione. Y tendrán que repetirse las protestas, a las que, como hasta ahora, “se harán oídos sordos”. Y cada cual en su despacho “sin enterarse”.
(Amplios detalles literarios y gráficos en el libro de Juan Andrés Sáiz Grrido “Historia del transporte de Segovia” –Asetra-Diputación, 2021).
