El pasado 13 de marzo se inauguró la exposición fotográfica «La Semana Santa y la Catedral de Segovia», organizada por el Cabildo Catedral y la Junta de Cofradías con motivo del 500 aniversario de la primera piedra de la Catedral, en línea con el intento de involucrar a otras instituciones en esta efemérides. Esta exposición se encuentra en el Palacio Episcopal lo cual ha sido un acierto por el marco tan bello que la alberga. Hay que felicitar a los diseñadores por los materiales empleados y su distribución. El grueso de la misma se compone de un conjunto de fotografías de buen tamaño y calidad de las celebraciones litúrgicas y de piedad de la Semana Santa en Segovia de estos últimos años, siguiendo un orden cronológico. Por el evento del aniversario siempre está como telón de fondo el primer templo de la Diócesis. Las hermandades y cofradías de la ciudad están dignamente recordadas en la exposición. A ello se añadirán tres conferencias que ya se han dado a conocer por los medios habituales.
Quisiera ahora referirme brevemente en este artículo a lo que entiendo, en mi opinión, que se desprende de esta muestra para una mirada atenta, y es la relación entre la liturgia y los ejercicios de piedad. Ambas realidades cobran una fuerza singular en la Semana Santa. Tanto los ejercicios de piedad como la liturgia son manifestaciones de la vida espiritual, de la vida religiosa. El Concilio Vaticano II en la constitución Sacrosanctum Concilium nn. 5-12 nos ayuda a relacionar estas dos realidades. La salvación del hombre herido por el pecado ha sido realizada por Jesucristo con los misterios que celebramos y contemplamos de modo especial en Semana Santa: pasión, muerte y resurrección. Esta obra de la salvación, continuada por la Iglesia, se realiza en la liturgia.
En Semana Santa de Segovia el lunes santo tiene lugar la Misa Crismal en la que se consagra el santo crisma para el bautismo, confirmación, ordenaciones, se bendice el óleo de los catecúmenos para el bautismo, y el óleo de los enfermos para el sacramento de la santa unción. Además los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales. Luego en la tarde del jueves santo con la Misa En la Cena del Señor comienza el Triduo Pascual. Habrá que esperar a la vigilia pascual para conmemorar solemnemente la resurrección del Señor.
Todo esto junto a los Laudes que se cantan en la Catedral es liturgia. En ella, sobre todo, Jesucristo se hace presente, ya que ejerce su sacerdocio, siendo acción sagrada por excelencia, y por lo tanto no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia. La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia, y fuente de donde dimana toda su fuerza. Por eso, los ejercicios de piedad como las procesiones o viacrucis deben llevar a la participación en la liturgia, y han de guardar la necesaria armonía con ella, y es entonces cuando preparan para una activa y fructuosa participación litúrgica, y prolongan lo vivido en ella. Lo deseable es que los que nos movemos más en el ámbito litúrgico valoremos, apoyemos y participemos en los ejercicios de piedad de la Semana Santa, y que los que lo hacen en las procesiones y viacrucis acudan con gusto a las Misas, Santos Oficios, Laudes de la Catedral y parroquias. Son dos manifestaciones que se precisan y enriquecen mutuamente. Con la piedad se vive mejor la liturgia; con la liturgia, las procesiones y otros ejercicios de piedad cobran autenticidad. Esta exposición puede ayudarnos a ello.
