“Señor Bolaños,
Le falta coraje. Como al presidente del Gobierno.
Arremeten contra la “internacional ultraderechista”. “La ola reaccionaria”. “La tecnocasta”. Dicen, y cito al señor Sánchez: “¡Cuesta creer que haya dirigentes que llamen ‘dictador’ a Zelensky!”
¿Dirigentes, señor Bolaños? Un dirigente concreto.
¿Pretenden erigirse en la Némesis global de Trump y no se atreven a citarlo por su nombre?
Pero, sobre todo, hay algo que me intriga: ¿Qué es lo que no les gusta, exactamente, del presidente Trump?
No es una pregunta retórica. Veamos.
1. La afición del presidente Trump a la mentira. O, si prefieren, el desprecio por la verdad.
¿Cómo puede repugnarles, si es la marca inconfundible de Sánchez?
Uno insiste en que ganó las elecciones de 2020; el otro en que ganó las elecciones de 2023.
Uno dijo en campaña que los inmigrantes comen mascotas; el otro que jamás pactaría con Bildu.
Ni con Iglesias. Ni con Junqueras. Ni con Puigdemont.
A este último prometió traerlo de vuelta a España, “a rendir cuentas ante la Justicia”. ¡Y por rebelión! Y ahí sigue, esperando los frutos de la Ley de Amnistía que usted redactó —a cuatro pies, todo hay que decirlo— con un condenado por terrorismo (el señor Boye), mientras negocia con el Gobierno la cesión inconstitucional de las competencias exclusivas del Estado en materia de inmigración.
Explíquenoslo en la réplica, señor Bolaños.
¿Cómo avanzan las conversaciones? ¿Incluyen el reconocimiento de las naciones catalana y vasca, como apuntaron ayer los señores Ortuzar y Turull?
Y, por cierto, ¿a usted quién le informa de esos avances? ¿El mediador salvadoreño experto en guerrillas o el agente internacional de Maduro, el mismo que ahora hace lobby a favor de China y Marruecos?
Señor Bolaños,
Los “cambios de opinión” de Sánchez son todavía más lesivos para la democracia que “los hechos alternativos” de Trump. Primero, porque violan compromisos electorales. Y segundo, porque liquidan la igualdad de los españoles.

2. El asalto al Capitolio.
¿De verdad les escandaliza? ¿A ustedes? No puede ser.
Y mucho menos que Trump haya indultado a los asaltantes, condenados por sedición.
Exactamente lo mismo hizo el señor Sánchez con los sediciosos del 1 de octubre. Y con exactamente el mismo argumento.
Dijo Trump: “Con los indultos empieza un proceso de reconciliación nacional”.
Dijo Sánchez (y usted, detrás, una y otra vez, como un eco): con los indultos y la amnistía “avanzamos en la convivencia y la reconciliación”.
Aunque, ojo. También aquí hay una diferencia, y no precisamente a su favor: Trump concedió los indultos gratis. Sánchez, a cambio del poder. Fue una transacción corrupta, a la que ahora pretenden añadir otro pago: premiar a los malversadores con el dinero todos los españoles.
Eso ni Trump ni nadie.
3. El señalamiento de periodistas y los ataques a la libertad de prensa.
Inaceptable práctica del señor Trump, ciertamente.
Tan inaceptable como llamar “fachosfera”, “pseudomedios”, “máquina del fango”, “galaxia digital ultraderechista” y “jauría” a quienes publican informaciones incómodas para la familia y el entorno de Sánchez.
¿No cree?
¿O quiere que le recuerde como llamó su colega Puente al periódico The Objective?
Sí, “contender de basura”. Y algo más… Mejor dígalo usted en su réplica. Yo no quiero envilecerme.
Por cierto, dos noticias de esta semana:
“La Casa Blanca redobla la presión contra la prensa. Escogerá periodistas para las coberturas oficiales y priorizará redes afines a medios convencionales”. Lo mismo que hacen ustedes.
“El PSOE promueve sancionar y limitar los movimientos de los periodistas en el Congreso.”
Y esto después de asaltar Radio Televisión Española, donde usted colocó a su propia jefa de prensa.
4. Cuarto paralelismo. La criminalización de la Oposición.
Otro feo vicio trumpista, pensará usted, mientras lo practica con maestría.
Ya sabe. Ese gutural “ultra, ultra” que quedará como su más brillante aportación a la historia del parlamentarismo español.
¿Y qué decir de la última cortesía frentista del señor Sánchez: llamar al PP “colaboracionista” con los nazis.
Él, que ha blanqueado a un partido que justifica el exterminio de los españoles.
Él, que a diferencia de los socialistas alemanes prefirió amnistiar a un golpista prófugo antes que dejar gobernar al Partido Popular.
Trump ha culpado a Ucrania de la invasión de Putin.
Usted mismo ha culpado al Gobierno de España del golpe de Estado de 2017.
Colaboracionistas, ustedes. Con el delito. Y además especialistas en la inversión de responsabilidades.
Sí, ustedes pacifican Cataluña como Trump pacifica Ucrania. Le quitan la razón a los agredidos y se la dan a los agresores.

5. Los ataques a la Justicia.
Aquí la simetría es ya total.
Y no por la curiosa coincidencia en los nombres de los magistrados a quienes uno y otro buscan doblegar: Manuel Marchena, aquí; Juan Manuel Merchán, allá.
Simetría en las acusaciones de “lawfare” y en el implacable señalamiento de los jueces.
Dijo Trump: “Este ataque político ilegítimo no es más que una farsa amañada, el lawfare se tiene que acabar”.
Dijo Sánchez: “Yo he sido víctima del lawfare, sin duda alguna”. Y “el PP juega con cartas marcadas”.
Ayer, en la Comisión de Justicia, usted le exigió al portavoz de Junts una rectificación por llamar “prevaricadores” a los jueces.
Le pregunto:
¿Por qué no le exigió una rectificación al señor Puente, cuando dijo: “La instrucción del juez Peinado es burda, miserable y una nulidad de libro”?
¿Y por qué no le exigió una rectificación al ministro López, cuando dijo: “El juez Peinado es claramente prevaricador. Miente en sede judicial”.
Se lo diré. Porque antes tendría que exigírsela a sí mismo.
La presidenta del Consejo General del Poder Judicial ha tenido que condenar públicamente “los señalamientos y la atribución a los jueces de intereses ocultos”. Igual que The American Bar Association en Estados Unidos.
Supongo que se dará por aludido. Usted se ha convertido en el jefe de la brigada de linchamiento de los jueces. Incluidos los del Tribunal Supremo, a quienes no perdona que frenen la amnistía e investiguen al Fiscal General. Es decir, que hagan lo que les corresponde: defender la Constitución y la Ley.
Del juez Hurtado dijo usted: “No existe ninguna base probatoria, ninguna evidencia, que acredite lo que dice”.
¿En serio, señor Bolaños?
Le haré una pregunta que le resultará familiar: ¿Con quién está usted: con el presunto delincuente que destruye pruebas o con el Tribunal Supremo que le investiga?
Conteste con claridad.
Y también díganos: ¿Dónde está el móvil que García Ortiz se ha negado a entregar? Es patrimonio público. Usted lo tiene que saber.
¿Y había mensajes suyos entre los que decidió borrar, qué casualidad, el mismo día que fue encausado? Es decir, ¿participó usted de la “dinámica delictiva” que describe el Supremo? En la del encubrimiento, desde luego.
Y otra pregunta, decisiva: si el Fiscal General es procesado y condenado, ¿dimitirá también usted?
La verdad y la Justicia prevalecerán, señor Bolaños. Y con ellas, la democracia.
Empezaba esta intervención con una pregunta: ¿qué les disgusta exactamente de Trump?
No será su política de extranjería. Para muros, el que Sánchez levantó en su investidura contra la mitad de España. Y el que ahora están dispuestos a levantar en Cataluña por exigencias de un Junts en competencia xenófoba con Aliança Catalana.
Tampoco serán sus dudosos escrúpulos morales. Acaba de anunciar usted una nueva Ley de Integridad en la Administración.
La integridad de este Gobierno queda perfectamente retratada en el hecho de que el hombre que presentó la moción de censura contra el presidente Rajoy le hacía pagar sus putas a los españoles.
Por cierto, una de esas mujeres, a la que le pagamos un sueldo público, reconoció ayer ante el Tribunal Supremo que no fue a trabajar ni un solo día. Casi como el hermano del presidente del Gobierno, que ni siquiera sabía dónde estaba su despacho.
En realidad, señor Bolaños, lo que les ocurre con Trump es evidente.
Y es que Trump ya ha conseguido lo que Sánchez desesperadamente ansía: la amnistía de las urnas.
Ahora bien, se lo diré con claridad: lo tiene imposible.
Y con esto acabo.
Hace unos días, Trump escribió en la red social X: “Aquel que salva a su patria no viola ninguna ley”.
Es lo mismo que pensó Puigdemont el 1 de octubre.
Y es lo mismo que quiso decir Sánchez cuando, violentando la Constitución y sus compromisos electorales, anunció la compraventa de la investidura a un golpista huido de la Justicia: “Defiendo la amnistía para hacer de la necesidad, virtud. En nombre de España, en el interés de España y por la convivencia entre los españoles”.
El patriotismo ha sido siempre la coartada predilecta del despotismo. El problema de Pedro Sánchez —y es un problema terminal— es que, en su caso, la coartada se derrumba por sí sola. ”
