PEDRAZA X
Otro susto en aquella plaza dominada por la horizontalidad lo proporciona la torre románica de la iglesia de San Juan, vertical hasta la desmesura. Resulta difícil captar la esencia de esa plaza. La he visto en una fotografía de Pedro Marrugat Querol. Presentada el año 1973 a un concurso lejos de aquí, en Sant Sadurny de Anoia, donde recibió el Primer Premio. A Pedraza estaba llegando el turismo, pero no tanto, de forma mesurada. La inmensidad de la plaza ha quedado para dos niños que, yendo hacia la torre, van hacia las alturas. Y hacia el futuro.

PEDRAZA XI
Saliendo de la plaza por la Calle Mayor se alcanza el fondo de la meseta sobre la que se edificó Pedraza, y donde se levantó otro edificio singular de esta singular Villa. El castillo de los Fernández de Velasco. La fotografía nos lo muestra maltratado y sin puerta. Dicen que se utilizó como tenada para guardar ovejas. Es posible. El año 1925 lo compró el gran pintor Ignacio Zuloaga. Y hay quien ha asegurado que por un poco más de lo que pagó podría haber comprado el pueblo entero. Tan postrado estaba.

PEDRAZA XII
Había que divulgar Pedraza. Lo hicieron pintores, escritores, cineastas… García Lesmes, el genial paisajista castellano, se acercó el año 1922 y pintó el lienzo titulado Pedraza desde las Tongueras, que presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Los hombres del cine, por su parte, rodaron La barraca de las fieras en 1923, Los chicos de la escuela en 1925 y La aldea maldita en 1929. Con música de Conrado del Campo en 1928 se estrenó la zarzuela Una noche en Pedraza… Del Marqués de Lozoya es el texto que sigue: “Y una buena tarde, allá por los años diez del siglo actual, ascendí guiando mi cochecillo, por el áspero camino que da entrada a la Villa. Era una noche estival y clara, de luna llena, y la revelación de aquella urbe desconocida y desierta, Pompeya medieval y barroca aún no profanada, dejó en mí una huella perdurable”.

PEDRAZA XIII
Sabedor el pintor Ignacio Zuloaga de las bellezas de Pedraza y del estado ruinoso de su castillo, decidió comprarlo. El día 11 de diciembre de 1925, las autoridades y el pueblo de la Villa le mostraron su agradecimiento, en carta publicada en El Adelantado de Segovia: Muy señor nuestro y de toda consideración y respeto…, los abajo firmantes, hijos de esta villa a la cual vuestro ilustre y mundial apellido quedará ya siempre ligado, porque un generoso rasgo de españolismo que os honra y enaltece…, ha contenido la ruina de nuestro rico y antiguo castillo, mudo testigo de las grandezas de esta hospitalaria villa… Daba comienzo la recuperación de la Villa.

PEDRAZA XIV
Volvamos atrás. Al punto en el que la Calle Real se bifurca, señalado por otro edificio singular, la Casa de Pilatos, así llamada por su balcón esquinero, y cojamos la Calle de la Cordovilla. Siguiéndola, se alcanza a ver la torre de la iglesia de San Juan emergiendo, en época propicia, de un lilo florido. Luego vienen dos grandes arcos que ponen en comunicación la calle con la Plaza Mayor y, seguidamente, una plaza secundaria, a la que daba sombra una gran olma que la grafiosis secó. Leoncio Martínez Cameno pudo pintarla en 1988, cuando las podas trataban de evitar su muerte inevitable.

PEDRAZA XV
Por fortuna para Pedraza y para quienes la disfrutamos, a pesar de su postración y decadencia, no perdió todo lo que tuvo. Quedó el urbanismo medieval, tan opuesto a la retícula de perpendiculares que definen el moderno; quedó, aunque mermada y con daños, su arquitectura, tan felizmente integrada en el paisaje con sus colores, formas y volúmenes; quedaron la paz que se respira en sus calles y la historia hablando en cada rincón con su lenguaje hecho de piedra que el abandono ayudó, aunque parezca un contrasentido, a mantener, aunque a veces no siempre intactos sino hechas girones. Un ejemplo, la Torre de la Hontanilla antes de la acertada restauración llevada a cabo por el arquitecto Alberto García Gil.

PEDRAZA XVI
La Villa se presenta ante el visitante como el sólido bastión defensivo que la Castilla medieval levantó en la cabecera del río Cega, frente al puerto de Navafría; un recinto fortificado que guarda un conjunto de calles estrechas y tortuosas que dibuja una intrincada trama urbana en torno a una gran plaza de irregular trazado; la esbelta torre de una iglesia y el vetusto caserío que se apiña a su alrededor coronan un escarpado peñón calizo con taludes de fuerte pendiente, al que un sólido cinturón de murallas, todavía parcialmente en pie, hacía inexpugnable. Así lo vio Edith James, francesa asistente a los Cursos de Pintura de Segovia el año 1955.

PEDRAZA XVII
Personas con visión de futuro hacía tiempo que venían animando a los turistas para que se acercaran a Pedraza, “la soledad silenciosa y el silencio solitario” de Miguel de Unamuno. Así escribía Carlos de Lecea en un lejano 1915: “Turistas que anheláis escudriñar los lugares donde el pasado duerme el sueño tranquilo de sus idas tradiciones y de sus gloriosas epopeyas, en cuán gran número desfilaríais por Pedraza si Pedraza no estuviera un tanto retirada del cómodo ferrocarril, y cuanto gozaríais contemplando aquellas ruinas de grandeza, que tienen alma y hablan al alma del que ante ellas se detiene”. En los escudos que embellecen las viejas casonas está el alma de quienes las hicieron, de las personas, de las familias, de los linajes…

PEDRAZA XVIII
Y llegaron turistas a quienes seguían los medios de comunicación. En 1908 vino Alfonso XIII, en 1915 llegó Antonio Maura, en… En 1954 el embajador norteamericano James Dunn y de su viaje supo media España. Y en 1959 fueron los príncipes de Mónaco, Rainiero y Grace Kelly quienes llegaron, y medio mundo supo de su estancia en Pedraza. La fotografía de Félix París une la esbeltez de la columna con la esbelta figura de la princesa tomando imágenes de la plaza. “La princesa más turista norteamericana que nunca en este momento, sigue manejando su tomavistas. Y entre piedra y piedra antigua, columnata mordida por el tiempo y sugeridor rincón, sigue haciendo hueco en el celuloide para primeros planos”.
