Mucho ha pasado desde aquel 6 de marzo de 1862 cuando el Alcázar de Segovia sufrió su tercer incendio, uno de los más virulentos. Más de siglo y medio después, en el que se ha reforzado la protección de la fortaleza con sistemas de extinción de incendios, videovigilancia y protocolos de emergencia, se ha conmemorado dicha fecha dando a conocer cada mejora de manera individual en el marco del simulacro anual que desde hace más de 30 años se celebra en estas fechas.
Este año desde el Patronato han querido ofrecer una visión completa de cómo todas estas piezas encajan en una estrategia global de seguridad presentando los pilares fundamentales de la infraestructura y dejando claro que cada sistema, perfectamente coordinado “contribuye a la protección del monumento garantizando su preservación para las generaciones futuras”.
Durante el acto se hizo un repaso por algunos de los incendios contemporáneos más virulentos como el del la Catedral de Notre Dame, el Castillo de Windsor o el Museo Nacional de Brasil; todos ellos con denominadores comunes que impidieron una rápida y efectiva extinción provocando pérdidas patrimoniales importantes. La falta de sistemas de prevención y respuesta, así como la de mantenimiento y protocolo unido a los fallos en la detección fueron algunos de los elementos detrás de dichas catástrofes.
Aspectos frecuentes que suelen ser causa de los siniestros en edificios monumentales según varios estudios que apuntan a los errores humanos y negligencias, instalaciones eléctricas obsoletas, impacto de rayos o las obras de restauración y rehabilitación como fuentes “recurrentes” de estas catástrofes.
Por ello y con el reto de proteger el Alcázar de Segovia y sus zonas adyacentes, que abarcan 65.000 m2, el Patronato cuenta con un Plan de Actuación desarrollado en colaboración con la Unidad Militar de Emergencias (UME) que desde 2017 integró y unificó los anteriores protocolos de emergencia del Patronato y del Archivo General Militar de Segovia (AGMS) “con el propósito de coordinar medidas de protección y establecer procedimientos de respuesta ante posibles emergencias”.

Para llevar a cabo dicho plan El Alcázar cuenta con una supervisión continua y mantenimientos programados, además de una vigilancia permanente con 120 cámaras, sensores contra incendios en todas sus instalaciones y un centro de control que opera las 24 horas del día, así como un grupo e bombas redundantes capaces de inyectar agua a alta presión a las cubiertas del castillo mediante una columna seca.
Además es muy importante el factor humano para lograr esta protección, por ello el monumento cuenta con una supervisión intensa en todos los espacios mediante rondas programadas que aseguran el buen estado de cada estancia; así como un control en tiempo real, mediante cámaras con inteligencia artificial, del número de personas que hay en el interior.
Destacable es también la gran capacitación de todo el personal que trabaja en El Alcázar que les permite responder ante emergencias debido a su formación continua. Gracias a todas estas acciones, la fortaleza se mantiene como un entorno seguro para visitantes, trabajadores y el valioso patrimonio histórico que alberga.
Sistemas contra incendios
El Alcázar de Segovia cuenta con un avanzado sistema de detección de incendios que permite garantizar una respuesta rápida y precisa ante cualquier conato de fuego.
Este sistema incluye 157 detectores iónicos, instalados en los techos de distintas estancias, capaces de medir la concentración de iones en el aire y detectar cualquier alteración. Para garantizar la detección en las primeras fases de un incendio, en ciertas estancias se han implementado detectores de incendio por aspiración, que analizan el aire recogido en la zona protegida. Este sistema es especialmente útil en espacios de difícil acceso o con un alto valor patrimonial, donde la instalación de detectores convencionales no es viable.
El Alcázar cuenta con una supervisión continua y una vigilancia permanente con 120 cámaras y sensores contra incendios
Además la fortaleza cuenta con un sistema de alarmas y avisos a través de casi una treintena de pulsadores distribuidos estratégicamente, que al activarlos inician automáticamente el protocolo de incendio; además de 15 sirenas de alarma diseñadas para garantizar una cobertura acústica total en el edificio.
Más de una decena de cámaras térmicas de visión dual componen el avanzado sistema de videovigilancia en los desvanes a las que se suman el centenar distribuidas por todo el edificio Las cámaras térmicas permiten detectar puntos de calor anómalos antes de que el fuego se inicie, visualizar a través del humo y evaluar emergencias en tiempo real sin necesidad de desplazamientos, optimizando la respuesta del equipo de seguridad. Las cámaras de videovigilancia complementan esta infraestructura con un monitoreo constante del monumento. Además desde 2020, el Alcázar opera con una centralita de seguridad que aglutina las cuatro centralitas independientes previamente instaladas.
Los tres incendios de la fortaleza

A lo largo de su historia, el Alcázar de Segovia ha sufrido diversos daños, tanto por conflictos bélicos como por desastres naturales, entre los que se encuentran los tres incendios de diversa magnitud que la fortaleza ha registrado en sus casi 1.000 años de historia.
En 1258, según el Cronicón de Cardeña, se quemó el ‘Palacio de Segovia’, este incendio pudo haber sido el origen de la leyenda sobre la caída de un rayo como castigo a las aficiones astronómicas de Alfonso X el Sabio. Dicho suceso motivó la realización de importantes obras en la fortaleza, incluida la construcción de la Sala de Reyes.
El segundo de los incendios se declaró el 10 de junio de 1681 en la zona poniente de El Alcázar, causando graves daños en las partes superiores de la torre Homenaje y la torre contigua del Reloj. Las labores de reparación fueron rápidas, y el 28 de abril del año siguiente ya se habían dado por concluidas.
El 6 de marzo de 1862 un fuego originado por una estufa en el despacho del Jefe de Estudios de la Academia de Artillería provocó la pérdida de armaduras de madera, artesonados y estructuras de cubierta, además de mobiliario.
Las llamas afectaron principalmente a elementos combustibles, aunque la estructura de muros y la apariencia general del palacio de los reyes de Castilla permanecieron intactas. La reconstrucción, iniciada en 1882 por los arquitectos Odriozola y Bermejo, duró 14 años y devolvió al Alcázar su antiguo esplendor.
