Tampoco será esta vez. La Segoviana se dejó las pestañas para poder invertir la tendencia negativa y salir de La Albuera con una victoria, dominó más, jugó con criterio y dispuso de muchas más ocasiones que su oponente, pero el fútbol se resume en meter un gol más que el contrario y el Ourense, a base de orden, piernas y paciencia, encontró su momento para golpear a la Segoviana y lo hizo por dos veces, las suficientes para llevarse el partido.
Dicen que a perro flaco todo se le vuelven pulgas, y al conjunto azulgrana no le dejan de crecer. Sólo así se puede entender que en una de las últimas acciones del último entrenamiento de la semana Rodrigo Sanz volviera a sufrir una luxación de hombro, y que incluso en el calentamiento previo al encuentro Rubén cayera lesionado y prácticamente no pudiera apoyar el pie mientras le ayudaban a llegar a los vestuarios. Y es que cuando se junta todo lo bueno la vida te sonríe, pero cuando se junta todo lo malo es difícil ver más allá del oscuro túnel en el que nadie sabe cómo te has metido.
Y no se puede decir en absoluto que la Segoviana no lo intentara todo, porque desde el primer momento el equipo quiso ser fiel a su filosofía, aunque la pérdida de confianza de algunos jugadores con el balón ante la mala racha que están pasando se hiciera más que evidente.
MARQUETA FUE EL MEJOR
El Ourense llegaba a La Albuera en dinámica positiva, y su planteamiento pasó por hacer bueno el empate y jugar con la ansiedad de la Segoviana. Al conjunto gallego sólo se le pudo anotar una acción de mérito ofensivo en todo el primer tiempo, con una triangulación y desmarque de ruptura que dejó a Jerín en buena posición para enviar al segundo palo, donde Carbonell falló lo que no se suele fallar a puerta vacía.
Pero antes de que el equipo visitante disfrutara de esa ocasión, la Segoviana ya había probado a Marqueta en varias. La primera fue para un Juan de la Mata que fue el mejor del partido, con un cabezazo que detuvo el portero, al que Fer Llorente desde 55 metros exigió mucho más con un lanzamiento que entraba por la escuadra. Y poco después el guardameta se veía obligado a despejar el ‘fuego amigo’ tras una cesión de Fidalgo que le cogió fuera de la portería y se fue… al palo. Un defensa llegó antes que Gómez para despejar a córner y a la afición le quedó la sensación de que esas ocasiones eran las que Davo (vaya usted a saber porqué) no dejaba escapar.
El equipo local dispuso de ocasiones suficientes como para haberse adelantado en el marcador, pero volvió a faltar tanto acierto como fortuna
Y no es que la Segoviana hiciera un fútbol extraordinario, pero sí jugó lo suficiente en el primer tiempo como para pensar que tenía más o menos controlado el partido. El Ourense, metiendo balones al área, parecía llevar peligro pero la realidad era que sus futbolistas no llegaban a rematar ninguno, algo que sí hacían los locales en los balones parados, aunque la puntería no estuviera fina. Y cuando lo estaba, bajo los palos del marco orensano había un portero en forma, como se puso en evidencia con un remate de Céspedes que desvió Marqueta,
Así que la primera mitad concluyó con empate sin goles pero con la sensación de estar viendo a una Segoviana con criterio y ejecutando el plan de partido. A cambio, el rival tampoco se encontraba del todo incómodo en la tesitura de defender su área mostrando mucho orden en las marcas y esperando su momento.
UN ERROR, DOS GOLES
Y el momento llegó al poco de reiniciarse el partido. Después de que De la Mata empalmara fuera desde la frontal en una buena situación, llegó el disgusto para los de casa. Un balón en profundidad hacia Carbonell parecía no entrañar un peligro mayúsculo… hasta que Oliva calculó mal en su salida para intentar despejar y se vio desbordado por el delantero orensano, que marcó el 0-1 casi a placer. El palo fue descomunal porque el Ourense apenas había cruzado el centro del campo en todo el segundo tiempo, pero en deporte si piensas en la jugada anterior te van a dar otro bofetón en la siguiente, y así sucedió en un balón cedido a Oliva para que éste, con todo el campo para chutar, le diera un buen balonazo a Ángel Sánchez que había acudido a presionar por si sonaba la flauta. Y sonó.
Ramsés: “Cuando estás en una dinámica como la que estamos pasando parece que todo es más complicado. Hay que asumirlo y animar a los jugadores”.
Así, sin comerlo ni beberlo, la Segoviana se vio de nuevo con un marcador en contra, obligada a correr riesgos y volcarse sobre el marco rival. Y el equipo gimnástico volvió a dominar, volvió a crear ocasiones, y volvió a fallarlas. Hugo Díaz remató un córner en el primer palo para que Marqueta sacara con el pecho, Tellechea lanzó desviado un buen balón dentro del área, el árbitro a instancias de su asistente anuló un gol a Farrell, Fer Llorente engañó a todos lanzando a portería cuando se esperaba el centro pero el balón se marchó fuera, el portero orensano paró de manera inverosímil un cabezazo de Hugo que se cantaba como gol…

La Segoviana tuvo oportunidades ante un Ourense que contemporizó todo lo que pudo, pero la realidad fue que el rival, haciendo mucho en defensa y muy poco en ataque, terminó llevándose la victoria. Es lo que tienen las dinámicas, las buenas y las malas, y el oficio de portero, que es el segundo más ingrato en el mundo del fútbol después del de árbitro.
