El Adelantado de Segovia
viernes, 21 noviembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

La democracia de las emociones

por Alberto Herreros Laviña
22 de febrero de 2025
en Tribuna
Alberto Herreros Lavina
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

El día que el Rey Alfonso XIII abatió 100 faisanes a tiros

Las justas reivindicaciones de los médicos

Luis Mester

Tardé unos años en averiguar que mi abuela Fina, por consenso de hijos y nietos, tenía ese «nick,» en parte por su natural elegancia, como por la rima con su nombre, muy de esos tiempos, Josefina. Antiguo y Napoleónico.

Era mi abuela la personificación de la contención, en el rictus, en las emociones, las buenas y malas. Recordaba en eso a una dama victoriana de “Arriba y Abajo”.
Pocas noticias había, ya fuera esta un (fallido) golpe de Estado, o el nacimiento de un nieto, que le provocaran un tsunami externo de emociones.
Una generación que se educó mordiéndose el labio cuando pintaban bastos, que no se lamía las heridas por feo que se pusiera el panorama.
Lo que antaño era virtud, hoy es quizá debilidad, a decir de cualquier buen coach emocional que se precie.
Hoy solo está bien sacar, soltar, dejar ir, fluir ¿Pero dejar y fluir qué?…? Soltar… ¿qué y a quién?
Eso de reprimir según qué emociones en público es pernicioso, nocivo. Uno es tan feliz o desdichado como suene por el altavoz de las redes. Hay que sacar todo, airearlo, para así sublimar los instintos, altos y bajos.

No dudo yo que ese detox emocional en plaza pública haga sentir mejor a algunos, e incluso beneficie y mucho a otros, pues socializar el sufrimiento, mostrarse vulnerable, con la piel fina y sensible, cotiza hoy al alza en el mercado de valores emotivos. Si no se exterioriza no existe. Triste entelequia.
Quizás este fluir de emociones de «mercadillo» sea un mix del boom de las redes sociales, aderezado con la falsa creencia de que decirlo todo y en alto es sanador.
La gente hoy deja el pudor bajo el felpudo y se lanza en plancha a flirtear con un desconocid@ en una cena tan insípida como su conversación. Ahí no queda la cosa, pues al terminar, ambos dan su rocambolesca versión del encuentro espiritual al presentador oportunista de turno, ante la morbosa mirada de millones de espectadores. Son seguramente los mismos que en plena canícula gastan bombachos, sandalias de pescador y calcetín fino oscuro. Esos que siempre me parece que no tienen quien los quiera. Alguien que les diga: Pero ¿cómo te vas a poner en evidencia en ese programa? o ¿no ves que esos calcetines son un canto a la horterada?
Los Mefistófeles catódicos tienen a mano muchos Faustos, de segunda, dispuestos a cerrar una buena venta a cambio de esos minutos de gloria que ya monetizarán. La dignidad queda para otros.

El silencio bien utilizado habla por sí mismo. Hitchcok, Kubrik y Felllini lo han utilizado con poderosos efectos en el cine.
Pocos como el Loco de la Colina, más cuerdo que muchos de nosotros, dominaba el silencio como arma emocional. Cuando hacía una pregunta de cierto calado a un invitado, callaba al oír su respuesta, como si esperara algo más. Argumentaba Quintero que, con esta táctica, la segunda respuesta que daba el invitado ante su elocuente silencio siempre era la mejor.
Esta barra libre de contar al mundo lo que uno siente (o dice sentir) ha forjado más de una fortuna cuya más alta distinción sea, pongamos por caso, mostrar al mundo la composición de su desayuno diario.
Platos rotos, personajillos que anuncian su cáncer en redes, declaraciones campanudas de tonadilleras en horas bajas, una crisis existencial, de pareja…todo en rebajas.
La carne de gallina y el striptease emocional son casi obligados.
Las exclusivas nos las sirven en bandeja de TikTok los mismos que abominan de la prensa del cuore entrando en sus alcobas.
Me viene a la cabeza un cuento que siempre me ha fascinado de Cortázar, «Conducta en los velorios». En él cuenta cómo un grupo de hermanas se especializa en detectar duelos en los que sospechan que los deudos sienten poca o nula pena por el finado. Ahí entran ellas, como «extras» llorando a gritos cual si fueran carne del difunto, eclipsando a los propios.
¿Cuándo nos convertimos todos en un gran y lagrimero reality?

Me imagino viendo con mi abuela Fina la escena de Montoya corriendo por la playa lamentando a gritos una infidelidad llorada y contada en tiempo real. Esa en la que conviven bien la catarsis emocional y el mayor de los ridículos.
¡Qué barbaridad! comenta ella al ver la estupefaciente escena ¡qué película tan absurda!
Yo la miro contrito y apunto abochornado: no es una película, abuela, somos nosotros…

Seamos más el Quintero que el Montoya de nuestra historia emocional.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda