Empecemos recordando que cuando vemos, o hablamos de una obra en construcción, en la que se lleva invertido un determinado tiempo, años, por ejemplo, acudimos a una frase muy frecuente: “Están tardando más que la obra de El Escorial”. De acuerdo, está bien dicho, pero si vamos a la realidad, lo cierto es que el Real Monasterio de El Escorial, gran obra de Felipe II, se tardó 21 años en construir. Y es que podíamos haber dicho lo mismo de nuestra Catedral, cuyas obras duraron nada menos que 218 años, pero nos acordamos de ella menos que de El Escorial. Valga, pues, seguir manteniendo el “dicho” sobre el monasterio.

Y no me pierdo. Saco a cuento todo esto ante el ya largo tiempo (aunque solo sea un par de años) en que están en marcha (es un decir, porque no se sabe mucho en concreto sobre las decisiones del ministerio correspondiente) del desaparecido Teatro Cervantes, y del que parece se intenta que algún día sea otra vez teatro…o lo que decida la superioridad. Además de lo que “llevamos”, la cosa va para rato, porque ahora dicen que el ministerio anuncia otros 24 meses más, por lo que no se sabe si será en esta generación de jóvenes o en la siguiente, cuyos componentes podrán asistir a alguna representación. Por supuesto, los “veteranos de ahora”, no.
Si hubiera seguido en pie el Teatro Cervantes, en el pasado 2023 habría cumplido el primer centenario, pues su inauguración se efectuó el 12 de septiembre de 1923. Su actividad como teatro y luego cine también cuando éste se impuso en nuestra sociedad, fue notable; por él pasaron las mejores compañías dramáticas y líricas, y asimismo en su pantalla de cinemascope se proyectaron las películas de mayor actualidad.
Lo cierto es que el Cervantes sigue en el aire, y en espera, por lo que hasta ahora lo único que se sabía eran los avisos de que se prohíbe aparcar en algunas calles por las que debe pasar algún “repartidor de cemento” o cualquier otro vehículo de gran tamaño.
Y al decir en el aire, recuerdo una anécdota protagonizada por el que durante años fue prestigioso presidente de la Asociación de la Prensa de España, Lucio del Álamo Urrutia…. Era la época en la que Franco destituía ministros cada dos por tres. Y como en una asamblea nacional que celebrábamos en La Coruña, el citado presidente, en una de sus intervenciones, dijo que acababa de recibir una llamada diciéndole que el ministro de Información y Turismo que esperábamos para la clausura iba en avión. Lucio del Álamo, con la ironía que le caracterizaba, nos informó de que el ministro “estaba en el aire”. La “salida” del presidente tuvo una clamorosa ovación.
Sigamos a por la tercera parte de este título “El Escorial, el Cervantes…y los cables”. Porque la existencia de estos últimos va camino de superar los años de construcción que se llevaron algunos de los monumentos citados. Y parece que las empresas implicadas en el asunto –y comprometidas seriamente, de palabra, con el gobierno municipal anterior- no tienen demasiado interés en arreglar el asunto, a pesar de que tubos y cables se han introducido en todas las casas afectadas, y cuyos habitantes, como es lógico, están -estamos- hasta la coronilla, según expresión popular, que no sé si es válida a o no, porque con la incorporación de cientos de palabras al diccionario de la Real Academia de la Lengua, ya no vamos a saber cuál emplear para determinadas expresiones, porque la RAE sigue incorporando más a su diccionario electrónico, y la última ha sido muy numerosa.
En definitiva, en cuanto a los cables, un año más de paciencia porque los vecinos, de carácter pacífico, nos lamentamos entre nosotros, incapaces de pensar si alguien “más alto” (y no de estatura, sino de cargo), pueda recoger nuestra paciencia y silencio y traducirlo en hechos reales. Por parte de las empresas implicadas, parece que no. Hay que agradecerlas que no nos hayan enviado felicitaciones navideñas. Aparte de que el cableado sigue siendo tema favorito para las cámaras de los turistas, especialmente el que ya va para histórico –como la obra de El Escorial- conglomerado “conservado” en el acceso desde Daoíz a Adolfo de Sandoval. ¿Esperará ser declarado “monumentolocal”?
