La Casa de Esquileo de Santillana, en Revenga, acaba de entrar en la Lista Roja del Patrimonio, por avanzado estado de deterioro. El edificio construido en 1744 por Ignacio de Arizcun, marqués de Iturbieta, fue incluido el pasado 13 de febrero en el listado que elabora Hispania Nostra, al encontrarse en ruinas, con «un avanzado deterioro provocado por el abandono de la administración pública», según explican desde este organismo.
Este centro histórico de esquileo se encuentra abandonado y sin consolidación estructural, y su disposición ha sufrido daños significativos debido al vandalismo, el saqueo, y la extracción de material para construcción. Además, el vertido de residuos, la acción de la vegetación y el tránsito de ganado han acelerado su degradación. Aunque aún se pueden identificar elementos clave como el patio central, el rancho y los encerraderos, muchas estructuras han colapsado parcial o totalmente.
Pese a su estado crítico, el lugar conserva su valor patrimonial como ejemplo del patrimonio industrial ganadero. Desde 2016, ha sido incluido en programas didácticos del Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM) para sensibilizar sobre su importancia histórica. Sin embargo, carece de protección legal específica, lo que agrava su vulnerabilidad. Desde Hispania Nostra consideran que urge una intervención para detener el deterioro y garantizar su preservación como testimonio de la trashumancia en Segovia; y sostienen que «es imprescindible visibilizar su importancia, movilizar recursos para su conservación y evitar la pérdida definitiva de un testimonio crucial de la trashumancia y la economía histórica de Segovia y España».
HISTORIA
La Casa de Esquileo de Santillana se encuentra en un punto estratégico de localización, que atravesaba la calzada romana de la Fuenfría, una vía de comunicación crucial que conectaba ambas mesetas. Durante la Edad Media, sobre este trazado se configuró el cordel de Santillana sobre la que fue la antigua calzada romana de la Fuenfría, consolidándose como un eje pecuario fundamental que permitió el desarrollo de la trashumancia, una actividad clave en la economía de la región.
Antes de la construcción del esquileo, en este lugar existía el despoblado medieval de Santillana. Su única estructura remanente era una antigua venta, transformada con el tiempo y posteriormente propiedad del marquesado de Herrera. Este contexto hizo de la zona un lugar eminentemente ganadero, enriquecido por los pastos de la cañada real de la Vera de la Sierra. En el siglo XVIII, Revenga albergaba tres ranchos de esquileo, el rancho de Burgos, el rancho del Tío Marianín y el esquileo de Santillana, con una capacidad conjunta para esquilar hasta 77.000 ovejas anualmente. De estos, la casa de esquileo de Santillana fue la más relevante, descrita por el viajero ilustrado Antonio Ponz como el más ornamentado de Segovia por su diseño y construcción.

Construida en 1744 por Ignacio de Arizcun, marqués de Iturbieta, tras obtener licencia del rey Felipe V, esta casa ejemplificó el auge de la trashumancia. Aunque inicialmente conocida como esquileo de Iturbieta, adquirió su nombre actual por su cercanía al cordel de Santillana y a la venta homónima, destruida en 1808 durante la guerra de la independencia española. Su diseño permitía esquilar más de 40.000 ovejas trashumantes, propiedad del marqués. La venta cercana imponía restricciones comerciales a la casa para evitar competencia, reflejo de las dinámicas económicas de la época.
Con el declive de la Mesta y la trashumancia en la segunda mitad del siglo XIX, el esquileo fue perdiendo importancia. Usado para fines secundarios, logró mantenerse en pie hasta ser adquirido por el Estado. Posteriormente, fue subastado en la Segunda República y pasó a manos de la familia Perteguer, antes de regresar a titularidad pública. Sin embargo, su abandono, la acción del vandalismo, el uso como cantera y la invasión de maleza la están reduciendo a ruinas.

DESCRIPCIÓN
La Casa de Esquileo de Santillana refleja la influencia de las reformas borbónicas en la ganadería lanar, transformando los esquileos en instalaciones integrales que combinaban industria, residencia y logística.
El edificio presenta una planta rectangular de 135 x 73 metros y estaba organizado alrededor de dos patios funcionales. El patio septentrional, accesible desde el zaguán principal, albergaba las áreas residenciales y de avituallamiento, como la cocina, panadería y dormitorios para trabajadores. Por su parte, el patio meridional estaba dedicado al manejo del ganado, incluyendo los encerraderos y el rancho, núcleo industrial del complejo que incluía en las paredes pinturas a modo de grafitis de la época.
El rancho, de gran amplitud y bien iluminado, permitía esquilar hasta 2.200 ovejas diarias mediante un sistema altamente organizado que involucraba diversos gremios, como esquiladores, velloneros y moreneros. El proceso de esquila incluía el uso del bache o sudadero, donde las ovejas eran comprimidas para facilitar el corte de la lana, seguido de la clasificación y almacenaje en lonjas especializadas. Una vez trasquiladas, las ovejas eran marcadas en la peguera antes de regresar a los pastos.
El núcleo palatino, situado en el piso superior, alojaba al propietario y sus invitados en condiciones de lujo. Este espacio incluía dormitorios, un oratorio conectado al rancho y una galería volada desde la cual los nobles podían supervisar las labores sin comprometer su comodidad. Estas características resaltan la combinación de funcionalidad industrial y vida cortesana, típica de los esquileos segovianos más avanzados.
