Descanso del encuentro que la Segoviana jugó ante el Osasuna Promesas. Por primera vez en toda la temporada la grada de La Albuera reflejó una clara división de opiniones, entre los que aplaudían el esfuerzo del equipo, y los que pitaban un planteamiento demasiado conservador que acabó derivando en miedo absoluto a lo que el rival te pudiera hacer si perdías un balón en el centro del campo. Que al final, miedo va miedo viene, te lo hizo igual.
Eso sí, cuando salieron los jugadores gimnásticos en el reinicio de la segunda parte no hubo un solo pito, y sí muchos ánimos para que el equipo de casa pudiera firmar al menos el empate, algo difícil si se continuaba con el plan de partido del primer tiempo. Y es cierto que el encuentro estuvo muy lejos de ser ganado, y bastante de ser empatado, pero la imagen del segundo tiempo fue otra.
Porque la afición de la Segoviana sabe lo que hay, y entiende que en esta categoría lo normal es pasarlo fatal ante conjuntos que si no te doblan en el presupuesto te lo triplican, o con filiales que tienen futbolistas con una proyección gigantesca, como es el caso de Sixtus, que sólo necesitaba un balón en largo para sembrar el pánico en la zaga gimnástica. Pero lo que la afición no puede soportar es que el equipo renuncie al contragolpe, se dedique a dar pases entre centrales esperando a que aparezca un hueco que sobre el papel tiene que aparecer, pero que en el césped no se encuentra, y que parezca no tener un ‘plan B’ si el ‘A’ no sale bien. A la afición, que perdona casi todos los fallos, lo que le molesta es que sus jugadores ni siquiera lo intenten.
El Osasuna Promesas llegó a La Albuera teniendo las cosas clarísimas, con un centro del campo más que poderoso en lo físico, casi tanto como su pareja de centrales y un poco menos que su dupla de delanteros, con un Sixtus que parecía Ronaldo Nazario cada vez que cogía el balón.
EN OCHO MINUTOS, EL LÍO
Ocho minutos tardó el equipo visitante en avisar a la Segoviana, con un remate de Jon García desde el punto de penalti que envió a las manos de Carmona, pero el aviso de verdad lo dio la Segoviana en el primer balón en largo de la zaga rojilla hacia sus delanteros, porque las dudas de Carmona hicieron saltar todas las alarmas, y pusieron sobre aviso a un filial que desde ese momento tuvo clarísimo lo que tenía que hacer.
Así, cuando la Segoviana parecía desperezarse y encontrar algún espacio por la banda derecha, el tercer balón al espacio para Sixtus se encontró de nuevo con un Carmona demasiado timorato, que puso de los nervios a Abel y López, para que el enorme delantero visitante entrara en el área, regateara una vez al guardameta, se pasara el balón a la otra pierna, levantara la cabeza, viera a Jon García de nuevo en el punto de penalti, y le cediera el caramelo para que (esta vez sí) el delantero marcara el 0-1.
La dudas entre la zaga y Carmona fueron aprovechadas de manera total por un filial rojillo que machacó a base de defensa y contragolpe
Por un instante, la Segoviana se revolvió contra su destino y atacó con algo más de corazón y un poco menos de cabeza, lo justo para enlazar un par de acciones positivas y forzar un saque de esquina que Fer Llorente puso con música, y Juan de la Mata interpretó como pocos, cabeceando el 1-1.
El partido se reiniciaba con setenta minutos por delante, pero en cuanto el equipo de casa volvió a jugar con más cabeza que corazón, con pases y más pases entre centrales y portero esperando la aparición de un espacio que no llegaba, se volvió a meter el problemas. Sixtus amagó con el 1-2 en una internada que culminó fatal con la pierna izquierda, pero poco después volvió a verse con espacio en una contra y de nuevo hizo lo que le dio la real gana con la zaga gimnástica, cediendo de nuevo el balón a Jon García para que éste marcase el 1-2. Porque el equipo de Santiago Castillejo no necesitaba hacer ni faltas, le bastaba con apretar en el centro del campo rival para robar el balón y matar en las transiciones, como de nuevo hizo el omnipresente Sixtus poco antes del descanso en otro ejercicio de contragolpe que finiquitó como si jugaran seniors contra alevines.
LA REBELIÓN CASI SALE BIEN
Como una cosa es que te pinten la cara en la primera parte, y otra que permitas que te lo hagan durante todo el partido, la Segoviana que salió al campo tras el descanso fue otra. Ramsés dio entrada a Borrego y Gómez y pasó a defensa de tres, en una acción arriesgada pero lógica porque el equipo difícilmente iba a poder ir a peor. Y el equipo puso algo más de vértigo en las acciones, Gómez empezó a percutir y a ganar duelos, y Farrell por fin tuvo una ocasión clara que mandó arriba.
Cierto es que el Osasuna Promesas siguió amenazando, y que Sixtus pudo irse del partido con cinco goles en su zurrón, pero la sensación en el campo era de mucha más igualdad, hasta que Farrell aprovechó un balón suelto en el área para hacer lo que mejor sabe, y el 2-3 faltando media horas para el final encendió a La Albuera, y obligó al rival a intentar bajarle las pulsaciones al partido todo lo que pudo.
Farrell tuvo el empate en otra falta de Fer Llorente que Stamatakis no logró detener, pero lo cierto fue que la Segoviana empujó pero el Osasuna no se descompuso. Y en la recta final del partido el enorme Sixtus entró por el centro de la defensa gimnástica en el enésimo balón vertical y puso el inapelable 2-4 en el marcador. Los de casa siguieron intentándolo pero sin fuerzas, aunque Berlanga tuvo cerca del tercero en un remate que se encontró con una gran intervención del portero visitante. La derrota azulgrana se forjó desde el miedo a lo que te podía hacer un rival que (Sixtus aparte) en el primer período lo tuvo demasiado fácil.
