La Gala del Deporte, organizada por la Asociación Segoviana de Periodistas Deportivos, ha tenido en esta ocasión el aliciente, además de premiar a los mejores del año, de hacer un recorrido por los deportistas de la provincia más laureados a lo largo de los últimos cuarenta años. Volver a ver en el escenario a Pedro Delgado, José Luis de Santos o Belén Serrano es rememorar épocas gloriosas en las que los segovianos nos sentimos orgullosos de sus logros. En todos los casos, los afortunados en recoger los galardones han sido justos merecedores de ellos, por sus marcas, campeonatos, ascensos y actuaciones destacadas.
Sin embargo, detrás de los premios hay una combinación de factores que van más allá del simple reconocimiento al talento y la dedicación de los atletas. Estas recompensas a veces pueden estar marcadas por otros intereses que quizás no hacen justicia. No dudo de la honestidad y el buen hacer de la comisión que ha tomado las decisiones, aunque no hay que obviar que hay factores que pueden influir en ellas.
Los favoritismos y las preferencias personales pueden condicionar la elección, al tener más relación o amistad con algún candidato o, por el contrario, tener animadversión a otro por caerle mal, al no alinearse con los intereses del dirigente o miembro del comité evaluador. En otros casos, los organizadores, los patrocinadores o las federaciones vetan a un deportista por no ajustarse a la imagen que quieren proyectar, aunque su rendimiento lo merezca.
Seguro que en cualquier convocatoria los debates y las discrepancias afloran de manera natural y, a veces, las decisiones no son las más acertadas. Sin embargo, aunque no se esté de acuerdo con el veredicto, el deportista debe seguir demostrando su valía entrenando y compitiendo. Los premios sólo son un pequeño reconocimiento social y en ningún caso deben condicionar la actitud y el desempeño de los deportistas.
