Comenzó el nuevo año, acabado en 25, bonito número para muchos, incluido Pitágoras, que de eso sabía mucho. El caso es que para los aficionados gimnásticos ha arrancado horriblemente mal: no solo no se han ganado algunos encuentros de los jugados últimamente; sino que, además, nos han castigado con muchos goles en contra. Hay que decirlo todo: el gafe tuerto que nos miró, regaló varias lesiones (algunas originadas en las pistas de atletismo), sanciones por el reglamento y por el tío de luto; y quizá también por el desánimo generado cuando se va a Ibiza un delantero centro que tenía con la Sego hambre de gol.
Pero todo lo anterior se ha hecho ya obsoleto; por tanto, no nos queda otro remedio que taparnos los oídos para no escuchar a muchos gafes de categoría especial que nos abruman con sus comentarios, que ven el cielo repleto de nubes, aunque ellos tienen la cara roja por el sol que les abrasa. En fin, hay que pensar que aún nos quedan quince partidos que debemos mirar con la ilusión que tenemos cuando vamos a La Albuera o a otros estadios de nuestro grupo.
De tal forma podríamos abstraernos de cavilar demasiado lo que ha ocurrido en las últimas jornadas y empezar a grabar en nuestros cocos una nueva película que nos inculque optimismo y esperanza. Los actores que tenemos son los que crematísticamente podemos tener. No son de Oscar ni de Goya, que juegan en Primera División; pero les aseguro que los nuestros actúan en sus películas con la mayor dignidad, esfuerzo y sabiduría. Por ello, tengamos un pelín de paciencia, porque los hombres de la Gimnástica Segoviana van a por todo y a cumplir con el objetivo que anhelamos: permanecer en esta categoría.
