Santísima Trinidad. Pintura restaurada por la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros de Segovia el año 2003. El soporte tenía grietas y la pintura muchas pérdidas. Así luce más. Por lo elemental de su composición, con todos los elementos y figuras dispuestos simétricamente en torno al eje vertical Dios Padre, Dios Espíritu Santo y Dios Hijo, así como por el lujo con que está realizado, resulta fácil relacionar esta pintura con Van Eyck y con los maestros renanos como fuente de inspiración. Si tenemos en cuenta que el flamenco pintó unos sesenta años antes que el anónimo maestro segoviano asumiremos la tosquedad y desmaño de éste.

Anunciación. Temple sobre tabla: 115×73 cms. Iglesia parroquial de Pelayos del Arroyo. En una habitación cerrada, de arquitectura gótica y abigarrada ornamentación, se halla una muchacha joven, junto a un reclinatorio profusamente decorado con relieves y una pintura de tema no reconocible; ha recibido una visita hacia la que se vuelve. El visitante es el arcángel Gabriel que la saluda con las palabras que están escritas en la cinta de oro que da brillo a sus vestiduras: AVE MARÍA GRATIA PLENA. Es otra pintura que nos permite apreciar la preocupación narrativa del artista, que gustaba de añadir temas y motivos al central. Es posible que proceda del cercano monasterio de la Virgen de la Sierra.

Anunciación. Maestro de las Clavelinas (Detalle). Como mis fotografías son malas pues se hicieron con pocos medios técnicos y en condiciones deficientes, es difícil apreciar la riqueza de detalles que ofrece esta tabla. A la pintura que hay en el centro del reclinatorio, inidentificable, se suma lo que llena muros, arcos y ojivas repletos de hojarasca y tracerías. A la izquierda, sobre la cabeza de Gabriel se abre un ventanuco por el que aparece una cabeza coronada -Dios Padre- que sopla, enviando un haz de rayos que llevan hasta María la minúscula figura de una paloma, símbolo del Espíritu Santo. La ventana que hay hacia el centro, más allá de la clave dorada que marca el cruce de las ojivas, está flanqueada por dos ángeles ¿músicos? y en la vidriera el artista representó la Visitación, el momento en que María abraza a su prima Isabel, a cuyo encuentro fue al saber que ésta estaba embarazada.

Natividad. Temple sobre tabla. 115×73 cms. Iglesia parroquial de Pelayos del Arroyo. El Nacimiento destaca como fondo a las figuras de María y José, en un paisaje fantástico, repleto de ángeles, pastores, árboles y muros con relieves de monstruos, vegetales y dibujos geométricos. Es posible que estas tablas procedan del monasterio cisterciense de Santa María de la Sierra. Se trajeron a Segovia el año 1921, a una exposición que conmemoraba el IV Centenario de la derrota de los Comuneros y se quedaron en el Palacio Episcopal. Un párroco que rigió las parroquias de Sotosalbos y Pelayos del Arroyo las reclamó y las expuso en el pequeño museo de la primera y unos años después se devolvieron a Pelayos, en cuya parroquial se muestran actualmente.

Adoración de los Reyes. Temple sobre tabla:115×73 cms. Iglesia de Pelayos del Arroyo. A un establo idealizado, con agujeros en el techo, destartalado pero cubierto con tablas que se han clavado con oro y perlas, llegan tres personajes ricamente vestidos. Representan tres edades del hombre: la ancianidad, la edad madura y la juventud. Hay quien ha señalado que este joven guarda cierto parecido con Fernando el Católico. Brillan los oros y entre ellos destacan los azules y rojos del cielo, del manto de María y del dosel. A pesar de lo tosco del dibujo este es un cuadro bello y en él vemos otra característica del pintor, las boquitas “de piñón” que pone en el rostro de muchos de sus personajes.

Huida a Egipto. Temple sobre tabla: 115×73 cms. Iglesia parroquial de Pelayos del Arroyo. Otro ejemplo de cómo le gustaba a nuestro anónimo maestro llenar sus pinturas de objetos, de personajes, de historias… José, obedeciendo al ángel, ha cogido su borrico, ha puesto en él a María y al Niño y huye camino de Egipto. Si los viajeros tienen hambre, los ángeles bajan del cielo y doblan las ramas de las palmeras para que puedan coger dátiles y saciarla. Pasan los huidos por una tierra que un labrador está sembrando y las espigas crecen tan rápidamente que se pone a segarlas. Llegan los soldados de Herodes, preguntan si han visto pasar a una familia y responde que sí, que pasaron cuando sembraba el trigo que ahora segaba, con lo que los perseguidores abandonaron la persecución…

La Virgen con el Niño y la reina Isabel. Temple sobre tabla: 78×74 cms. Para el convento de Santa María de la Hoz, que los franciscanos, ayudados por la reina, levantaron en un irreal paraje de las Hoces del río Duratón, el Maestro de las Clavellinas pintó tres tablas que hoy se guardan, montadas en un pequeño retablo barroco, en la sacristía de la iglesia parroquial de San Pedro de Gaíllos. Una de las tres tablas, que debieron formar un tríptico, representa a la Virgen María sentada en un trono y dando el pecho al Niño. Arrodillada ante ella está la reina Isabel como donante. El rostro de María presenta una original deformación mientras que el de doña Isabel es un retrato de indudable fidelidad.

Retrato de Isabel I. La tabla de la Virgen con el Niño conservada en la sacristía de la parroquial de San Pedro de Gaíllos es de gran interés iconográfico por el que suponemos fiel retrato de doña Isabel, arrodillada ante las figuras sacras. Rubia, cubierta la cabeza con un fino velo, piel sonrosada y labios carnosos en boca pequeña. Lleva un libro en sus manos y uno quiere adivinar que es su precioso Libro de Horas conservado como preciado tesoro bibliográfico en la biblioteca del palacio real de Madrid.

Adoración de los Reyes. Temple sobre tabla, 90×70 cms. Iglesia parroquial de San Pedro de Gaíllos. Nuestro anónimo Maestro de los Claveles o de las Clavellinas pintó dos tablas con este tema y las dos son muy semejantes entre sí. José casi sin pelo y los Reyes representando tres edades de la vida del hombre: Melchor, con pelo canoso, sería la vejez; Gaspar, con barba negra, la madurez y Baltasar, con melena e imberbe, la juventud. No han faltado quienes han supuesto que Baltasar, tanto aquí como en la tabla de Pelayos del Arroyo, es un retrato de Fernando el Católico, lo que se avendría bien con el retrato de doña Isabel que el pintor llevó a la tabla central del tríptico.

Estigmatización de San Francisco. Temple sobre tabla. 84×78 cms. Iglesia parroquial de San Pedro de Gaíllos. Francisco va de camino acompañado de Fray León; y mientras éste duerme y Francisco reza, en el cielo aparece un serafín crucificado que imprime en el cuerpo del poverello las heridas que sufrió Jesús. El marco es encantador por la multitud de detalles que contiene: el cielo ha sido sustituido por fondo de oro bajo el que aparece una ciudad que se extiende al pie de una colina coronada por un molino de viento y la torre de un convento franciscano donde un fraile se dispone a tocar una campana. Un río y su puente son escenario para paseantes, pescadores con caña, tocadores de flauta, barcos y patos; en los tejados hay un pavo real y en la pradera, salpicada de flores, corren perros y gallos.

Estigmatización de San Francisco. Detalle. Fray León. Desconocemos el lugar de procedencia del maestro anónimo. Cuando pintó a San Francisco, a Fray León y a San Bernardino de Siena, los tres franciscanos, los vistió con hábitos de color gris a la moda holandesa, donde por vestir así los franciscanos eran conocidos como “frailes grises”. A finales del siglo XV se introdujo allí el hábito pardo de los reformados, pero nuestro artista, posiblemente un pintor itinerante, habría salido de su país antes de que se hiciese el cambio y eso explicaría que mantuviera el gris. Así que… ¿holandés llegado a Segovia a finales del siglo XV? De cualquier modo, un interesante primitivo que pintó en tierras de Segovia.
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* Supernumerario de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
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