Con los nombres a pie de escrito de Gregorio Marañón, Ignacio Zuloaga, Antonio Machado, Leopoldo Moreno y Tomás Sanz, publicaba El Adelantado, 1924, un texto dirigido a los amigos del ceramista Daniel Zuloaga que, por aquello de no dejarme una coma en el tintero lo ‘presento’ a continuación tal cual, incluido el titular:
‘Desde el día en que Zuloaga llegó a Segovia y estableció su taller en la vieja iglesia de San Juan de los Caballeros, cuando el turismo se orientaba hacia poblaciones castellanas más populares por sus riquezas artísticas, como Toledo o Burgos, la vieja ciudad guardaba tantos rincones llenos de emoción en sus callejuelas y tantos tesoros entre sus iglesias románicas y de sus otros monumentos arquitectónicos, divino lugar de peregrinación fervorosa para los hombres de sentimientos y para los eruditos del arte.
Fue él, Zuloaga, quien en las tertulias madrileñas de artistas habló de las bellezas segovianas, el que al invitar a sus amigos a visitarlo y a recorrer con él las calles de Segovia, creó un ambiente de admiración hacia la ciudad; el que, al difundir sus cerámicas por el mundo, difundió con ellas el ambiente segoviano hecho reflejos.
Él fue siempre también, con el ardor de su corazón de artista y con la inmunidad de sus palabras daba el amor a Segovia que las producía, quien defendió con su lenguaje pintoresco y el temblor de su barba bíblica, las bellezas segovianas que amenazaban arruinarse… y tuvo el cuidado, antes de morir, de que su obra, la obra cuyo apogeo se había desarrollado en Segovia, no se desgajase del tronco original, fundiendo su hogar en su taller’.

Tras el introito llegó la justificación y motivo de su escrito, que continúa en la misma línea de alabanza y reconocimiento del madrileño, vecino de Segovia, Daniel Zuloaga Boneta, ciudad a la que llegó en 1893 y falleció en 27-12-1921.
‘Por todo, habiendo pasado un año desde que este hombre, segoviano por voluntad propia, que es más serio que de nacimiento, reposa bajo la misma tierra que inspirara su obra y con la que construyera sus cerámicas. Nosotros hemos creído, al dirigirnos a los amigos de Daniel Zuloaga, que no debe pasar otro día sin que Segovia haga por afirmar la memoria de este hombre en las generaciones venideras de segovianos.
Y hemos creído que el busto modelado por el escultor, segoviano también, Emiliano Barral, colocado mediante el apoyo económico de todos en algún rincón de Segovia, será el mejor modo de expresar el agradecimiento de la ciudad hacia el artista que supo recoger y continuar sus tradiciones de arte, en aquello que él llamaba con todo amor y humildad ‘sus cacharros’.
Publicado el escrito, muy pocos días después, se reunió un amplísimo número de ‘notables’ de la ciudad entre los que se formó una comisión. Sus componentes: Gabriel José de Cáceres, Manuel Pagola y Mariano Quintanilla. Ellos fueron los que dieron vida a la idea y la posterior implicación del escultor sepulvedano Barral (fallecido en Madrid en 1936), en la creación del busto de Zuloaga y colocación sobre un pedestal. Realizado todo ello con la piedra caliza Rosa Sepúlveda.

El referido se ubicó primeramente en la Plazuela de la Merced (26-10-1924). Llegados a los años 50 del siglo XX, el busto fue trasladado a la Plazuela de Colmenares, a pocos metros de la iglesia de San Juan, lugar de trabajo de Zuloaga. A pie de busto se lee la siguiente inscripción: ‘Dedicado por Segovia’. En noviembre de 2022, por acuerdo entre Ayuntamiento y Junta de Castilla y León, pedestal y busto fue llevado al interior del Museo Zuloaga, hoy de propiedad estatal y gestionado por la Junta.
La Plazuela de los Huertos
Después de que la mayoría de los materiales del derribo del que fue monasterio habitado por los Mostenses, finales del siglo XIX, fueran retirados, el Ayuntamiento de aquí llevó a cabo el intento de conformar una plazuela en el espacio conocido como Los Huertos. Fue a mediados de julio de 1926, siendo alcalde Fernando Rivas, cuando éste se reunió con el coronel de la Academia de Artillería para solicitar la colaboración de la institución, en la finalidad de que ésta prestara camiones que desplazaran tierra desde la zona de los Depósitos de Chamberí a la referida plazuela. Todo fueron facilidades.
No solo hubo colaboración en ese apartado, pues también fueron los camiones del Parque de Artillería los que transportaron plantas desde el Real Sitio de San Ildefonso. Fue así como se ‘acondicionó’ y se dio vida a un jardín improvisado que más tarde se convirtió en Plazuela de ‘Andrés Laguna’. En el Archivo Municipal existe recuerdo fotográfico de aquella obra.
Los del Casino visitan la cárcel
Presidía el Casino de la Unión, año 1914, Mariano González Bartolomé, abogado, presidente de la Diputación, también de la Cooperativa Electra Segoviana…, que había sucedido en la citada referencia del Casino a Rufino Cano de Rueda, cuando acompañado de varios miembros de su Junta, visitaron el día de Navidad a los presos de la cárcel de la calle Real. Eran 59 los que allí ‘residían’ y a los que se hizo entrega de prendas de ropa interior y de abrigo. In Illo Témpore, el Casino tenía consignado también en su presupuesto, 9.000 pesetas de subvención al Comedor de Caridad y 3.000 para las fiestas que a lo largo del año eran organizadas por la propia entidad.
Fue también en el referido año cuando se realizaron importantes obras en la sede de la entidad en Juan Bravo. Se llevaron a cabo en el salón de recreos, un nuevo comedor, instalación de salón de peluquería, de limpia botas y la reforma de su importante biblioteca. Unos pocos años después un voraz incendió arruinó todo aquello.
Para la comida de Navidad de ese año, el Comedor de Caridad de la capital preparó el siguiente menú: potaje de garbanzos, patatas y arroz. El dúo último también en la cena. El total de comensales fue de 502. De los que 107 eran niños.
