En una fría mañana de invierno, la del 14 de diciembre de 1967, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, inauguró la Hostería de Pedraza, de nombre ‘Pintor Zuloaga’, integrada en la red estatal de Paradores. La asistencia del obispo Daniel Llorente para bendecir las instalaciones corroboraba la relevancia dada en Segovia a aquel acto.
EL ADELANTADO, en el artículo publicado sobre la inauguración, señalaba que aquella jornada “ha de representar [para Pedraza] un hito en cuanto a su papel en las rutas turísticas nacionales”. Y, en efecto, así fue. De ello da fe ahora Santiago Pascual, gerente de la Sociedad Anónima Laboral que explotó la Hostería durante dos décadas, desde 1993 hasta finales de agosto de 2013, en que ahogada por la crisis económica, cerró las puertas y devolvió las llaves a su titular, la ‘Sociedad Estatal de Gestión Inmobiliaria del Patrimonio S.A. (SEGIPSA)’, quien acaba de sacar el inmueble a subasta pública.
Contemplando la fachada de la Hostería así, cerrada a cal y canto, Pascual siente “pena”. Él nació allí, en ese edificio, antes de convertirse en la Hostería, y después fue durante muchos años su lugar de trabajo. Al hablar se percibe que quiere a la Hostería, que la siente como suya. “Me gustaría que quien se quede con el edificio lo cuide; si lo hace, saldrá ganando”, dice.
El inmueble, donde en tiempos estuvo la Casa de la Inquisición de Pedraza, como así lo demuestra un escudo colocado en su fallada, era a mediados del pasado siglo de propiedad privada. Pero fue adquirido por el Ayuntamiento de Pedraza y, a continuación, vendido “por un precio simbólico” al Estado, en concreto a la red de Paradores.
Pascual culpa de esa última operación al famoso decorador afincado en Pedraza Francisco Muñoz. “Él ya había trabajado en otros paradores, y sabía a quien había que tocar para que en Pedraza se hiciera uno”, explica. Sea como fuere, la Hostería de Pedraza se hizo realidad. “Ha llegado la hora a este rincón de la vieja y gloriosa Castilla, de alcanzar, junto con su prestigio reconocido, un nombre en los itinerarios turísticos”, señaló Fraga en su largo discurso, recalcando que, desde el Ministerio de Información y Turismo, “queremos conseguir un mayor conocimiento de estas tierras y una mayor afluencia de visitantes”.
La Hostería, en la que el Estado invirtió 6,5 millones de pesetas, se inauguró como bar y restaurante, con la intención de, en una segunda fase, ofrecer también alojamiento.
La apertura de la Hostería supuso un punto de inflexión para la villa. “Pedraza se transformó por completo”, sostiene Pascual. Si en la posguerra apenas tenía vida y las casas se vendían por un precio irrisorio, el mero hecho de colocar a la villa en las rutas turísticas, por la existencia de este establecimiento incluido en la red de paradores, revalorizó Pedraza. Y, a la sombra de la exitosa Hostería comenzaron a florecer restaurantes y tiendas para turistas.
La anhelada ampliación de la Hostería, para incluir hotel, no llegaba, a pesar de que, popularmente, era llamada “el Parador de Pedraza”, por su pertenencia a la red de Paradores. Pero, en realidad, nunca acogió huéspedes.
“La Hostería —insiste Pascual— cumplió a la perfección esa labor de promoción de Pedraza”. En sus mejores tiempos, llegó a contar con un plantilla de 16 personas. Tras el auge, el declive. Los problemas aparecieron, ya en la etapa democrática, cuando se comenzó a dar prioridad a los resultados económicos. En los años 80, la espada de Damocles estuvo sobre la Hostería. “La amenaza de cierre estaba siempre ahí, pero iban pasando los años”, recuerda Pascual. Cayeron otros paradores, como el de Santa María de Huerta o el de Bailén y, al final, el 15 de diciembre de 1992, justo cuando acababa de cumplir 25 años, se comunicó su cierre.
En vista de la situación, y ya sin empleo, un grupo de seis trabajadores tuvo arrestos para asumir la gestión de la Hostería. Tras diversas obras en el edificio, el 4 de octubre de 1993 volvió a recibir clientes. Regresaron entonces los tiempos felices, de vino y rosas, con comensales de postín. Pascual cita infinidad de anécdotas de personajes como Amancio, Hugo Sánchez, Corbalán o Paco Rabal. Y no olvida la fiesta que se montó allí Gloria Estefan; una comida del entonces príncipe Felipe con un grupo de amigos; la visita de Chelsea, hija de Bill Clinton…
“La crisis complicó las cosas desde 2008”, lamenta. Por un tiempo, el alto número de bodas que acogía la Hostería en los meses cálidos, muchas de extranjeros, salvó los muebles. “Intentamos aguantar —agrega—, primero dejando de cobrar tres mensualidades al año, luego seis…”. Pero llegó un momento en que los seis trabajadores comprendieron que aquello era irreversible. “Con dolor”, pues su esfuerzo durante dos décadas había sido grande, abandonaron la Hostería.
Hoy, aquella media docena de trabajadores ven con “cierta ilusión” que SEGIPSA quiera subastar la que ahora llama ‘Antigua Hostería de Pedraza’, junto a una amplia finca rústica colindante en la que existen cuevas con ocupación prehistórica. Su precio es de 1.534.382,62 euros. El plazo de presentación de ofertas concluye el próximo 25 de septiembre. Pascual, confiado, espera que la Hostería, su casa, vuelva a revivir. “Sería una buena noticia”, concluye.
