No fue el inicio de año soñado. De hecho, no fue ni bueno. Más bien, fue malo. Pero quizá, sacar conclusiones de más, tampoco sea justo. La Gimnástica Segoviana dio el pistoletazo de salida al 2025 sufriendo un duro revés en su visita a Tarragona dónde el Nástic, desde el colmillo afilado, sacó los colores a una entidad azulgrana que sufrió la peor de sus tardes desde su llegada a la Primera RFEF.
Y es que, el mero hecho de acudir al mítico Nou Estadi para verse las caras con uno de los máximos favoritos a un ascenso que ya acarició el curso pasado o, el de hacerlo plagado de ausencias a razón de una enfermería que vuelve a estar más que habitada, no fueron motivos suficientes para que la Segoviana trastocase un solo ápice su propuesta de juego atrevida y valiente. Porque sin importar el rival o el escenario, el equipo de Ramsés Gil es fiel a su seña de identidad. Y, esa apuesta arriesgada, es igual la mayor de sus victorias y que, hasta la fecha, la ha llevado hasta donde está, que no es poco, undécima clasificada con 25 puntos, dos por encima de los puestos de descenso. Dicen que quien juega con fuego a veces se quema y, igual que en el Reino de León el atrevimiento tuvo premio y salió más que airosa, en el Nou Estadi acabó quemándose viva.
Enfoques aparte, la Segoviana echó el telón en Tarragona a la primera vuelta del curso con una imagen más que gris ante la que es compleja poder resaltar alguna figura gimnástica. Porque ninguna línea estuvo a la altura de las circunstancias y, si encima tienes enfrente a uno de los peces gordos de la categoría como fue el Nástic, el porcentaje de tragedia se eleva al cuadrado. Cinco goles en contra que ponen en evidencia una frágil puesta en escena de la zaga gimnástica en tierras catalanas y que elevan hasta 33 los goles encajados siendo el tercer conjunto de la categoría con más goles en contra, sólo superado por Real Unión con 34 y un Amorebieta colista con 36.
Por delante, la situación no fue mucho mejor, ni los Fer Llorente, Manu, Borrego o Juan de la Mata cuando ingresaron lograron calmar las aguas y la presencia de Astray en área tarraconense fue lo único potable de la medular segoviana. Arriba, más de lo mismo, ni Davo ni Gómez tuvieron su tarde y las actuaciones de Rodrigo Sanz o Tellechea dejaron más sombras que luces. Para más inri, las desgracias no vinieron solas y las dos notas negativas con el punto de mira puesto en el Arenteiro fueron las molestias de un Rodrigo Sanz que lo obligaron a abandonar el verde pasado la hora de juego o la quinta amarilla de un Juan Silva que se perderá el próximo encuentro por acumulación.
En la otra cara de la moneda, la visita de la Segoviana a Tarragona también dejó alguna que otra luz. Por un lado, Álex Maroto hizo su debut en Primera RFEF y volvió a pisar un terreno de juego nueve meses después de sufrir una grave lesión de ligamento cruzado de su rodilla. Algo más de 20 minutos sobre el Nou Estadi en los que demostró desparpajo, hambre y que puede ser una alternativa muy válida en la parcela ofensiva para Ramsés Gil de cara al futuro. Y, por el otro lado, el de una afición gimnástica que, una vez más, no abandonó a su equipo y que sumó a su mochila un nuevo desplazamiento en todo un campo de Primera División. Un recuerdo inolvidable que, por su parte, la Segoviana buscará olvidar cuánto antes para poner ya sus ojos en su próxima batalla: la visita del Arenteiro al campo municipal de La Albuera.
