El español Rafa Nadal selló ayer su pase a la final del trofeo Conde de Godó, en la que se enfrentará a Nicolás Almagro para la consecución de su octavo título, tras derrotar al canadiense Milos Raonic (6-4 y 6-0) en un choque que supuso una exhibición del balear.
El tenista canadiense arrancó el duelo con mucha intensidad, mientras que al mallorquín le costó acomodarse a la exigencias de una pista más pesada por la lluvia. Con la rotura del ‘break’, el norteamericano se puso con ventaja (2-0) pero el número cinco del mundo se la devolvió con mucha solvencia y aprovechó su servicio para igualar la contienda con un golpe cruzado de revés demoledor.
Tras seis juegos marcados por la igualdad y los desplazamientos largos sobre la pista, ninguno dio su brazo a torcer y se mantuvo el equilibrio. Esto duró hasta que Nadal volvió a romperle el saque en el séptimo (3-4) e inició un camino firme para terminar llevándose el primer set (4-6) ante un oponente que fue de más a menos pero que, en ningún momento, perdió la cara al duelo.
Sin embargo, el canadiense, de origen balcánico, bajó el listón en el segundo acto, dando una peligrosa ventaja al zurdo de Manacor. El vigente campeón siguió llevando las riendas en el segundo juego ante un Raonic que continuó bregando, pero que no fue capaz de encontrar soluciones para frenar al español.
El norteamericano, que se resistía a renunciar al choque, intentaba defenderse de los contragolpes de su adversario. Sin embargo, nada pudo hacer ante la exhibición del balear que, se impuso con un 6-0 en una manga el que apenas cometió errores. De este modo, Nadal supo sobreponerse al agresivo inicio de su contrincante para meterse en la pelea por su octavo Godó, un torneo que el de Manacor no perdona desde el pasado 2005, a excepción de 2009, cuando prefirió no participar.
Mientras tanto, en la pista número uno, Nicolás Almagro, número 12 del ‘ranking’ de la ATP, barrió al alemán Philipp Kohlschreiber (6-2 y 6-1) en 51 minutos de juego y consiguió por la vía rápida y con gran juego el pase a su primera final en el torneo.
El murciano desplegó un gran juego y no dio opción alguna a su oponente, que bastante trabajo tuvo para salvar tres de las siete bolas de rotura que tuvo a su favor el levantino que, además de ser más rápido y preciso, fue capaz de clavar nueve saques directos.
Almagro salió en tromba, como el agua que había caído, y cerró el primer parcial con un 6-2 rompiendo el servicio del germano en el sexto y octavo juegos de la manga. Con mucho poderío, dejó claro desde el principio que no quería alargar la contienda.
Mejor le fue en el segundo set, aunque duró tres minutos más. Retuvo el primer saque y se colocó 3-0 con un juego increíble en el que Kohlschreiber no vio casi ni la bola. El teutón pudo ponerse 1-3, pero otros tres juegos consecutivos de Almagro con ‘break’ incluido fueron ya decisivos.
«Para ganar a Rafa se tienen que dar un cúmulo de circunstancias. Estoy tranquilo y tengo fe en mi tenis. Ahora siempre creo que puedo conseguir la victoria y es un paso importante. Estoy preparado para la batalla. El favorito es él, pero ¿por qué no puede ser el día? Me dejaré la piel en cada punto porque si gano aquí doy un paso adelante en mi carrera», se sinceró el levantino. «Poder jugar en casa con los míos ya es realmente emocionante y bonito», aseveró.
Por otro lado, el español Guillermo García López se coló en la final del torneo de Bucarest después de derrotar al alemán Florian Mayer en tres sets (6-4 4-6 6-3), y se jugará ahora el título ante el checo Lukas Rosol que dio la sorpresa al eliminar al francés Gilles Simon (6-2 6-3) en la otra semifinal.
