Tras varias semanas de masivas protestas en toda Grecia contra un severo plan de austeridad, aprobado esta semana en el Parlamento heleno para evitar la quiebra, los griegos vuelven lentamente a la vida cotidiana, aunque quedan muchas preguntas sin respuesta sobre su futuro. Ayer, sin ir más lejos, se procedió al trámite en el que
los ministros de Economía de la eurozona aprobaron, durante una teleconferencia extraordinaria, la ayuda de emergencia de 12.000 millones de euros que Atenas necesita para no suspender pagos durante el verano.
El desbloqueo de los fondos, que cubren las necesidades de financiación del país hasta septiembre, fue posible después de que el Gobierno de Papandréu cumpliera las condiciones que le impuso la UE. Y en particular, la aprobación en el Parlamento heleno esta semana del plan de ajuste por valor de 28.000 millones de euros pactado con Bruselas y el FMI.
Se trata del quinto tramo del actual plan de salvación para Grecia de 110.000 millones de euros que se aprobó el año pasado. No obstante, los ministros de Economía de la eurozona no han llegado a un acuerdo sobre el segundo rescate, que ascenderá a 100.000 millones de euros hasta 2014.
El principal escollo es cómo se orquestará la participación del sector financiero, exigida por países como Alemania o Finlandia para que no sean los contribuyentes los que asuman toda la carga.
No solo el malestar se genera en las calles del país heleno. Desde el principal partido de la oposición helena se anunció que votará en contra del segundo plan de salvamento, a menos que el Gobierno cambie su actual política financiera, según advirtió el líder de los conservadores Nueva Democracia, Antonis Samaras. El Parlamento ya aprobó dos propuestas de ley por las que el Ejecutivo obtendrá 28.000 millones de euros en concepto de subidas de impuestos y recortes que permitirán el nuevo desembolso procedente de la UE y del FMI.
En respuesta, Samaras, cuyo partido ya votó en contra, avisó de que si el Gabinete socialista no alivia estas reformas de recorte, el efecto será contraproducente sobre una economía ya de por sí muy dañada.
