Segovia ocupó un lugar destacado en la biografía de la reina Isabel I de Castilla. En esta ciudad vivió, en ella fue proclamada reina de Castilla y en Segovia afirmó su derecho a reinar, no como consorte de un monarca, sino como legítima soberana de un reino al que supo pacificar y luego gobernar con acierto, conduciéndolo hacia un estado de prosperidad como pocas veces se ha alcanzado.
Las fechas de Isabel I de Castilla en Segovia
La primera fecha de Isabel I de Castilla fue el día de su nacimiento el 22 de abril de 1451, Jueves Santo. Al día siguiente, el rey ordenó comunicar la noticia a los súbditos. En este contexto se sitúa la carta en forma de cédula que dirige a la ciudad de Segovia, firmada por el rey y refrendada por Pedro Fernández, que se conserva en el Archivo Municipal (Fotografía1):
“Yo el rey enbio muchos saludos a vos el conçejo, alcaldes, alguasil, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omnes buenos de la / çibdad de Segouia, commo aquellos que amo e de quien mucho fio. Fago vos saber que, por la graçia de nuestro sennor, este jueues /proximo pasado la reyna donna Ysabel, mi muy cara e muy amada muger encaesçio de vna infanta (…)”.

La presencia de Isabel I de Castilla en Segovia tiene varios escenarios, uno de ellos fue Cuéllar. Su padre, Juan II falleció el 22 de julio de 1454 y dejó a su hija Isabel el señorío de Cuéllar. Sin embargo, su hermanastro Enrique IV contravino la voluntad del testamento de Juan II que donó Cuéllar a Beltrán de la Cueva en 1464 (Fotografía 2) . En 1462 con motivo del nacimiento de la princesa Juana de Trastámara, Isabel fue trasladada junto a su hermano Alfonso desde Arévalo, hasta la corte del palacio Real de San Martín. Sepúlveda también ocupará un lugar destacado en la biografía de Isabel porque se vio afectada de modo directo durante la guerra entre los partidarios de Enrique IV y los de su hermanastro Alfonso que fue proclamado rey en la Farsa de Ávila por la liga de nobles dirigida por Juan Pacheco. Cuando muere Alfonso en 1468, esta rivalidad se establece entre Enrique IV e Isabel y Fernando, que se establecieron en Sepúlveda. El firme posicionamiento de Sepúlveda a su favor, provocó que, en 1471, el rey Enrique IV quisiera donar Sepúlveda y su tierra al Marqués de Villena, cuyas tropas fueron rechazadas en la Villa. En el Tratado de los Toros de Guisando se firma el acuerdo por el que Enrique IV reconocía a Isabel como Princesa de Asturias y su legítima sucesora al trono del reino de Castilla, con reserva del derecho por parte del rey de acordar el matrimonio de Isabel (Fotografía 3). Sin embargo, Isabel siempre se aferró a la idea de que no contraería matrimonio contra su voluntad. Ahora había que esperar la reacción de Enrique que montó en cólera por los acontecimientos y ayudado por los Pacheco y los Mendoza, montó el pacto de Val de Lozoya donde repudió a Isabel y volvió a reconocer a Juana como su legítima hija y heredera de la corona. Isabel emitió un documento donde replicó justificando su boda con Fernando de Aragón y acusando a su hermano de perjurio, con lo que el reino volvió a la anarquía. El 4 de noviembre de 1473 Alonso Pimentel y Andrés Cabrera, concluyeron el acuerdo de juntar a Enrique IV y a Isabel en Segovia con el ánimo de que se reconciliasen y buscasen una salida para Juana adecuada a su condición de hija de reina. Los muros del Alcázar y sus calles fueron testigos excepcionales de la reconciliación entre Isabel y Enrique IV en 1473. Al parecer, la reconciliación fue completa hasta el punto de hacerla pública porque ambos salieron a pasear por la ciudad. Fernando, mientras tanto, que había venido de Aragón, esperaba en Turégano el resultado de la entrevista. Se dan cita ahora, dos fechas importantes en la biografía de Isabel. Una es el fallecimiento de Enrique IV la noche del 11 al 12 de diciembre de 1474 y la otra el 13 de diciembre de ese mismo año, fecha de la proclamación como reina y señora natural propietaria de estos reinos de Castilla.

Isabel era consciente de su propia situación y con gran sentido político se planificó un proyecto común que es la denominada Concordia de Segovia firmada el 15 de enero de 1475. Teniendo en cuenta las Capitulaciones matrimoniales de Cervera de 1469, se redacta este laudo arbitral, cuyos mentores intelectuales fueron Carrillo y Mendoza. Isabel comparte así la propiedad de su reino con su marido y buscó una salida para evitar un posible conflicto con el bando aragonés.
Otras huellas dejadas por los Reyes Católicos, las encontramos en Aguilafuente, Turégano, en el Castillo de Villafranca, Condado de Castilnovo y en Coca, entre otros lugares, donde se encuentra enterrado Juan Rodríguez de Fonseca, confesor de la reina Isabel, miembro del Consejo Real e inspirador e impulsor de los Consejos de Indias y Hacienda.

La última fecha en la vida de la reina fue el 26 de noviembre de 1504. Su Testamento escrito el 12 de octubre y su posterior Codicilo cierran el capítulo de su vida. En el Codicilo, la reina, enérgica y con claro sentido de la justica, deja constancia de la voluntad de devolver a Segovia la tierra que había entregado en “depósito” a los Marqueses de Moya. El concepto “depósito” en época, es un concepto heredado del derecho romano y alude a una mera detentación por parte del depositario porque la propiedad y la posesión permanecerá junto al depositante, en este caso, la corona real. La reina dispone que se entregue a los marqueses de Moya otros terrenos, vasallos y rentas en territorio de la reconquista de Granada y ordena que se restituya a la Ciudad y la Corona sin impedimento alguno. En su testamento también recuerda Segovia y dispone que, si al llevar su cuerpo a Granada hubiera algún impedimento para el inmediato traslado, se deposite en el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo o en el monasterio de San Antonio el Real, donde se preparó apresuradamente un sepulcro. La reina Isabel donó a este monasterio una reliquia de la saya de Cristo.
Se escriben en piedra las palabras que quieren ser eternas
La huella de Isabel en Segovia también la encontramos en la creación y consolidación de determinadas tipologías artísticas extensibles al panorama castellano. Una de las aportaciones de este reinado a caballo entre el mundo medieval y el moderno es el nacimiento de una nueva actitud ante el hecho artístico. Los Reyes Católicos usaron el arte como un instrumento de propaganda dentro de su proyecto político. Durante el reinado de Isabel I de Castilla la arquitectura conoció en Segovia uno de los momentos más florecientes, desarrollándose una gran actividad constructora que se puso de manifestó en toda la ciudad.
El componente religioso
El componente religioso de su promoción artística también es fundamental porque de la mano de aspecto religioso está el político está la cristianización que también era una forma de “castellanización” importada también a las Indias. El componente devocional se refleja en el apoyo de la reina Isabel I de Castilla, hacia los santuarios que gozaban de cierto prestigio como fue el monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz en Sebúlcor. Este monasterio fue fundado por los monjes franciscanos en el siglo XIII. En 1492 la reina se encontraba en Arévalo y allí recibió la noticia de su derrumbe ocurrido durante una tremenda tormenta. Inmediatamente conoció la noticia, donó dinero para su reconstrucción.
Desde la Edad Media se vinculó la Monarquía con las instituciones religiosas lo que favorece que se construyen aposentos regios en monasterios como en el monasterio de Santa María del Parral y Santa Cruz, entre otros. Es imposible comprender la figura de Isabel I de Castilla sin conocer los profundos lazos de religiosidad que impregnaron su vida y su reinado. La selección de estos conjuntos está en relación con las devociones a San Francisco, Santo Domingo de Guzmán y San Jerónimo a quienes consideraba sus protectores, intercesores y modelos a seguir. Esta red de aposentos en monasterios se completaba con un amplísimo conjunto de residencias reales repartidas por todo el reino castellano haciendo posible que los monarcas se desplazasen en esta corte itinerante. En Segovia se cita el palacio de San Martín, mandado construir por el rey Enrique IV y el Alcázar, palacio de reyes y tesoro de Castilla.
La denominación del “estilo isabelino”
Se denomina “estilo isabelino” a este gótico que se nacionaliza debido a la eclosión monumental producida durante el reinado de los Reyes Católicos. Una característica de este estilo será “la fachada retablo” con profusión decorativa como por ejemplo la portada de Santa Cruz la Real. De la misma manera que se utilizó un modelo de planta de iglesia. El plan especial longitudinal de iglesia de planta de cruz latina fue el preferido en las fundaciones reales trastamaristas y está determinado por la necesidad de tener capillas hornacinas en la nave con sus respectivos altares. En Segovia podemos citar Santa Cruz la Real y el Monasterio de Santa María del Parral.

Obras públicas
En este ejercicio de gobierno se observa la presencia de un nuevo concepto de “lo público”, manifestado en la asunción de nuevas funciones por parte de los reyes que con anterioridad habían sido desempeñadas por otras instituciones como la iglesia o el concejo. La reina Isabel impulsó la reparación del Acueducto de Segovia. Tras recibir una solicitud del concejo de Segovia para que fuera restaurado, los reyes otorgaron una Cédula Real en 1483 nombrando a fray Pedro de Mesa, prior del Monasterio de Santa María del Parral, para que redactase un informe del estado del Acueducto, pues tenía problemas de abastecimiento. La recaudación ascendió a 4.268.860 maravedíes. De ello se destinó la mitad de la recaudación en la reparación del Acueducto y con lo restante se pudo hacer frente a acometer otras obras en puentes, cubos de murallas, puertas y portillos.
Escudo de los Reyes Católicos, emblemas y divisas
El escudo de los Reyes Católicos fue establecido en su primer acto de gobierno el 15 de enero de 1475 entre las disposiciones de la Concordia de Segovia. En ella se dispuso que las armas combinadas las llevarían con iguales derechos, de modo que pertenecerían conjuntamente tanto el rey como a la reina sin disponer de armas personales diferenciadas. Aunque el escudo fue incorporando diversos elementos heráldicos a medida que los Reyes Católicos fueron adquiriendo nuevas posesiones, contó mientras reinaron juntos con las armas de Castilla y León y Aragón y Sicilia y timbrado con corona real y el águila de San Juan Evangelista a quién Isabel tenía especial devoción. Acompañan frecuentemente al escudo dos divisas: El yudo con el nudo gordiano cortado con el mote “tanto monta” de Fernando y el haz de fechas de Isabel. Cada una de estas divisas homenajeaba con su inicial al consorte: “F” de Fernando en las flechas de Isabel e “Y” de la reina en el yugo de Fernando. Según parece fue el humanista Antonio de Nebrija quien le proporcionó a Fernando esta divisa proponiéndole un emblema alusivo al yugo atado con el nudo gordiano y que aludía a la importancia de resolver las cuestiones políticas sin reparar en los medios. Así lo hizo Alejandro Magno cuando cortó el nudo gordiano en lugar de desatarlo, “tanto da cortar que desatar” lo que dio origen a la divisa de Fernando “Tanto Monta”.
En cuanto al haz de flechas, divisa de la reina, cuenta con un número de flechas variable, generalmente entre cinco y siete, pero siempre se representan con las puntas hacia abajo, en la posición en la que se debían utilizar. Su simbolismo se ha ligado tanto a la fortaleza obtenida a través de la unidad de sus reinos, como a la alusión de las hazañas logradas por Isabel. Así lo vemos en la portada de acceso al claustro de la Catedral de Segovia que es un traslado de la antigua a la nueva cátedra. La portada se finalizó en 1483 y fue un regalo de la reina Isabel. Es obra de Juan Guas, primer maestro de obras reales de la mano de la reina Isabel (Fotografía5).
Otras huellas
Al comienzo de su reinado el sistema monetario precisaba de una reforma inmediata a pesar de tener la Ceca inaugurada por Enrique IV en 1455 emplazada cerca de la Puerta de San Juan. Para subsanar este desorden los reyes promulgaron varias ordenanzas monetarias. También recordar el Cancionero de Palacio (1500) con doscientas cuatro obras de música europea y española de la época de los Reyes Católicos conservado en el Archivo de la Catedral de Segovia. También hay que recordar una pequeña vidriera del siglo XV con el retrato de la reina Isabel que procede de la iglesia románica y que se conserva en la capilla de la Esclavitud de la actual Real Iglesia de San Miguel.
Por la princesa, por la princesa doña Isabel…
Cuando Isabel es proclamada reina de Castilla en la iglesia medieval de San Miguel en la ciudad de Segovia el 13 de diciembre de 1474 se inició el último y decisivo acto de esa gran obra de transformación política que se había iniciado mucho tiempo atrás y que había tenido a la dinastía Trastámara como principal protagonista. El tiempo deja huellas por todas las partes y la huella es testigo rezagado del tiempo. Como dice el Himno de la ciudad de Segovia “Guardó el Alcázar como un joyel/ a la princesa dulce y sencilla…Y fue una tarde/cuando Segovia gritó Castilla/por la princesa/por la princesa/doña Isabel”.
