No, no; no van por ahí los disparos, como hubiera podido pensar el paciente lector; porque si me refiriera a “personas como elementos”, serían muchas más de cuatro.
Pienso en estos momentos en los “elementos”, estos sí, que forman la Naturaleza; es decir los considerados como tales allá por tiempos de los filósofos presocráticos, que son el agua, la tierra, el fuego y el aire.
Se me ocurre acudir a este tema por “culpa” de la desgraciada y devastadora Dana que tanto está haciendo sufrir a miles de españoles por sus dolorosas pérdidas humanas y materiales. Dicen los científicos mejor conocedores del tema que es un fenómeno meteorológico provocado por una depresión formada en altura, fenómeno que no hay que confundir con otros similares, como la gota fría, los tornados, los huracanes, etc.
En torno a esta Dana se están montando, según “los expertos”, numerosos bulos o noticias falsas en las redes sociales; pero también alguna cadena televisiva “agita” el tema al dar la palabra en directo –y así enfrentar unos a otros- a personas que han sufrido o sufren la tragedia. No parece recomendable esta oportunidad de inútiles enfrentamientos cuando lo que se necesita son consuelos y ánimos para poder levantar el vuelo cuanto antes.
Tratando del tema nos viene enseguida a la memoria el que quizá sea el título más famoso del novelista valenciano Vicente Blasco Ibáñez, “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, con un tema básico desgraciadamente muy frecuente entre los hombres, la rivalidad entre dos familias emparentadas que combaten en bandos opuestos en la Primera Guerra Mundial por culpa de sus posiciones políticas e ideológicas.
En cuanto a “otros cuatro”, la referencia es a “Los 4 Jinetes del Apocalipsis”, según el texto de San Juan que escribió durante su destierro en la isla de Patmos. Los protagonistas son La Conquista (o la Guerra), La Guerra, El Hambre y La Muerte, respectivamente representados por caballos de colores blanco, rojo, negro y amarillo.
EL argumento de la novela de Blasco Ibáñez se contrapone a la enorme generosidad de miles de personas de todo tipo, de toda profesión y de toda clase social y de ideas políticas, aparte de las fuerzas “oficiales” de las diferentes profesiones que se siguen entregando generosamente a los trabajos para tratar de aliviar, en lo que sea posible –dentro del gran sentimiento general- a quienes viven en sus carnes el dolor de la devastación, sin faltar presencia de segovianos en estos trabajos de ayuda.
Al hilo de estos temas -y tratando de mitigarles un poco- echo mano de un libro que en la sección infantil de mi modesta biblioteca tengo desde la niñez de mis hijos, que le manejaron bastantes veces. Se trata de un cuento del escritor y crítico Alfredo Marqueríe, muy vinculado a Segovia y a este periódico como colaborador, cuyo título es “El Viento, la Lluvia, El Fuego y El Árbol”.
Son cuatro deliciosos cuentos infantiles ilustrados asimismo con mucha originalidad por Horna. Lo publicó en 1971 Editorial Marfil, de Alcoy.
Marqueríe –crítico especializado en teatro y circo- utiliza el diálogo frecuente, y echa mano de dichos y poemas populares referidos a sus personajes protagonistas de los cuentos. Relatos encantadores opuestos a las desgracias que están sufriendo las gentes del Levante, de la costa andaluza e incluso algunos “de más adentro”.
No creo que sea fácil encontrar hoy un ejemplar, a no ser en librerías “de antiguos” o en esas direcciones de email donde se puede solicitar casi todo, y que casi siempre responden favorablemente, dispuestas al envío inmediato.
