1989 es una fecha histórica para la Europa Contemporánea y el mundo. La Caída del Comunismo y de las revoluciones que construyeron la Europa Centro-oriental, dejaron muchas imágenes en la memoria y, afortunadamente también en los archivos fotográficos de cada país afectado por aquellos cambios.
Treinta y cinco años después del hecho más emblemático que fue la caída del muro de Berlín, los institutos culturales con sede en Madrid y miembros de la EUNIC, han reunido en una tarea de investigación histórica, los ejemplos de sus mejores fotógrafos; aquellos que vivieron en primera persona lo sucedido y fueron protagonistas de acontecimientos sociales, políticos y transfronterizos, como la propia Austria que asistía muy de cerca a los movimientos imparables que atestaban sus fronteras.
Alemania, Austria, Chequia, Hungría, Lituania, Polonia y Rumania, bajo los auspicios de la Red de Institutos Culturales Europeos, EUNIC Madrid, son los siete países que proporcionan casi un centenar de fotografías que exhibe desde ayer, en cinco de sus salas, el Palacio Quintanar de Segovia.
Como su director, Gianni Ferraro, recordaba ayer en la inauguración, “solo la colaboración habitual iniciada con la EUNIC hace un decenio ha permitido contar con esta muestra de gran importancia que recuerda el desmantelamiento del sistema de dos bloques ideológicamente opuestos, separados por el Telón de Acero, y lo hace desde un punto de vista artístico e histórico a la vez, gracias al soporte de la fotografía”, señaló.
El presidente de EUNIC y director también de Alianza Francesa, Julio Ocaña, recordó ante los embajadores y el personal diplomático asistente a la inauguración de la muestra, “la aportación única que supone contar con estos testimonios fotográficos reunidos por algunas de las principales firmas fotográficas de cada uno de los siete países”.
La exposición, que permanecerá en el PQ hasta el 12 de enero, aúna fotografías de Stefan Koppelkamm (Alemania); del austriaco Kurt Kaindl, de varios artistas checos comisariados por la fotógrafa Dana Kyndrová así como de varios reporteros húngaros que crearon la Agencia Fortepan de aquel país; de la lituana Romualdas Pozerkis, el polaco Krzysztof Miller y el rumano Constantin Duma.
Todos ellos ilustran el proceso revolucionario hacia la democracia que comenzó en Polonia, donde se formó el primer gobierno democrático de todo el bloque y muy pronto se extendió a otros países. La apertura de las fronteras húngaro-austriaca a los refugiados del bloque del este; la Revolución de Terciopelo checa; los habitantes bálticos que entonces formaban parte de la Unión soviética y que crearon una cadena de más de 600 kilómetros de largo exigiendo democracia y libertad, o en noviembre de 1989 la propia caída del Muro de Berlín, símbolo de la división mundial resultante de la Guerra Fría, más allá de la propia separación física de las dos alemanias; De todo ello queda constancia.
En un blanco y negro que da a las imágenes mayor transcendencia formal, el espectador podrá recorrer momentos y figuras clave de la cotidianeidad más dura bajo el régimen no democrático. Cada sala transporta a una zona geográfica diferente y cuenta su propia historia. El recorrido por la exposición se convierte en un viaje por el tiempo y unos espacios que demuestran cómo el deseo de libertad y la esperanza en un futuro mejor fueron capaces de mover a millones de personas.
Los puntos de vista de los 35 años de la Caída del Comunismo son muy variados. Arquitecturas rotundas, espacios públicos cambiantes, personajes anónimos del antes, el durante y el después; autoridades militares y religiosas de variadas ideologías y creencias, van reconstruyendo la memoria de la restauración de la soberanía y la democracia. ‘1989. Puntos de vista’, se escapa del título de la exposición y refleja certeramente, la visión esférica y en retrospectiva de un proceso que afectó al mundo entero.

