Con motivo de la tragedia de Levante, los obispos españoles han invitado a las parroquias españolas a hacer una colecta en favor de los damnificados. Su objetivo es el de fomentar la ayuda solidaria y pedir la bendición y proyección de Dios.
Una colecta es una recaudación de donativos voluntarios, generalmente para fines benéficos. De hecho, la palabra en sí, “colecta”, significa recaudar dinero. De ahí que el origen de la palabra proviene del latín “collecta” que significa recoger. A pesar de su significado, hoy en día una colecta no necesariamente busca dinero como fin, sino también se pueden incluir alimentos, medicinas e incluso productos, dependiendo de lo que se necesite.
Pero en este caso, es más que una recogida de bienes. Se trata de sensibilizar sobre la colaboración sacrificial (con sacrificio) en favor de los damnificados. San Pablo en nombre de la comunidad de Corinto hace una colecta para los fieles de Jerusalén que a la sazón tenían necesidad urgente de ayuda. Allí podemos ver el sentido solidario y bendicional de la colecta: la ayuda solidaria junto a la labor de los delegados que en el caso presente son las parroquias.
Pablo ve que las iglesias de Macedonia habían sido beneficiadas con la gracia de Dios y como consecuencia disfrutaban de bienes. Ante ello, invita mediante una colecta a compartir los bienes con las iglesias de Jerusalén.
En el caso de la colecta en favor de los damnificados de Levante, los obispos dan un paso más y dirigen la colecta en favor de todos los damnificados: no creyentes y cristianos. En el caso de la colecta paulina los damnificados eran los cristianos de Jerusalén sometidos a las estrecheces que les ocasionaban las primeras persecuciones de los judíos. Sin embargo, aquí lo recaudado tiene a todos como destinatarios. Se trata de una colecta con finalidad social.
Esto demuestra que la acción solidaria de la Iglesia se ha ido extendiendo a lo largo de la historia en favor también de aquellos que no forman parte de la comunidad cristiana. La caridad cristiana no tiene límites: va dirigida a santos y pecadores, fieles e infieles.
Así la solidaridad de la Iglesia entra dentro de la solidaridad humana y entra a formar parte de todas aquellas personas y grupos de ciudadanos que se preocupan de los más necesitados. En este caso se hace directamente, sabiendo que la solidaridad es un derecho y un deber de los ciudadanos. El Estado no debe eliminar la capacidad solidaria del ser humano.
Además, participar en una colecta incluye valores en la persona que organiza o participa. La solidaridad, empatía y sensibilidad, son algunos de esos valores que desarrollan los cristianos y donantes.
La idea de solidaridad es vieja como la Biblia, la filosofía griega y el derecho romano, los tres grandes pilares de la civilización occidental, y ha servido a la causa de fenómenos dispares: de tipo laboral, político y social sin intervención de los Estados. El mandamiento nuevo de amarse unos a otros como Jesucristo nos amó cambió para siempre el enfoque y el marco de la caridad social y la fraternidad humana, dotando a la solidaridad de una intensidad divina.
El derecho romano denomina solidaria (in solidum) a aquella responsabilidad que es compartida enteramente y al mismo tiempo por varios deudores, varios acreedores. Esta responsabilidad solidaria pasó al Código francés de 1804. Después, la solidaridad ha pasado a los códigos civiles europeos y latinoamericanos y se ha expandido en el ámbito del derecho continental. El derecho de la Unión Europea ha incorporado el principio de solidaridad como pilar fundamental de su código ético.
Hay un fundamento bíblico en este concepto de solidaridad: El libro del Génesis afirma que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Teólogos cristianos han analizado a fondo este pasaje y han hallado en él un fundamento para la dignidad humana. Pero ahí se encuentra también el fundamento de la solidaridad.
Sin justicia, no hay solidaridad, pero la solidaridad va más allá de la justicia humana. La solidaridad toca la caridad. En resumen, la colecta en favor de los damnificados no tiene una finalidad productiva sino humanista en favor de las personas
——
(*) Profesor emérito.
