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Perico Moreno, Defensor Civitatis

por Dominica Contreras
13 de noviembre de 2024
en Tribuna
Dominica Contreras
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Las tres hayas

Competencia económica desleal

¿Está maduro Maduro?

Pedro Moreno Hernández apareció un día por nuestra casa, como era corriente, pero más sulfurado. Traía noticias preocupantes que le tenían acongojado; había llegado de Madrid, acabado el curso (por aquella época de principio de los 60 la pandilla de Segovia éramos todos estudiantes).  Noticias: se estaba entubando el río Clamores; estaba proyectado un edificio de viviendas con nueve pisos en la calle del Taray; y se preparaba una urbanización de nueve o diez plantas junto a murallas en el barrio de San Millán.  Era el principio de la destrucción de la ciudad en unos años en que el desarrollo cultural no había ido a la par del desarrollo económico.

Perico Moreno en 1970.
Perico Moreno en 1970.

Carlos y yo fuimos a ver el Clamores desde el Pinarillo y, a la vista de los inmensos tubos de cemento, (yo nunca lloro, porque las mujeres no lloran), lloré.

En una siguiente reunión se tomó la determinación de que le había llegado a nuestra generación la hora de tomar el relevo.  El resto de la pandilla se negó a participar:  estaban muy ocupados tratando de traer la Tercera Internacional a Segovia.

Como éramos unos estudiantes que íbamos a todas las conferencias y leíamos de todo, por ejemplo a Ortega y Gasset, llegamos a la conclusión de que el problema de Segovia era un problema de cultura.  A Segovia le faltaba una oportunidad y, mejor que llorar o despotricar era justo dársela.  Como unos estudiantes angustiados por su ciudad nos fuimos presentando en los estudios de los arquitectos españoles más significados del momento, de variado pelaje pero todos enormemente interesados en estos temas:  Javier Carvajal, Fernando Chueca Goitia y Miguel Fisac, al que consiguió convencer Javier Carvajal.  Acababa de sufrir una terrible desgracia personal, pero a pesar de todo vino.  Felipe Peñalosa aportó a Alfredo Marqueríe para la conferencia inicial, una delicia de visión del paisaje urbano de Segovia, sus vistas y su privilegiado entorno verde con su exquisita sensibilidad de poliartista.  El Adelantado de Segovia nos apoyó siempre, y previamente al curso Perico y yo habíamos calentado el ambiente con sendos artículos incendiarios que publicamos en El Adelantado y en ABC.  Si no recuerdo mal, en el de Perico los periódicos resaltaron la frase “Algo muy grave está pasando en Segovia”, y en el mío resaltaban que “En Segovia los ríos desaparecen como quien pierde un pañuelo”.  Esta frase siempre le hizo gracia a Perico.

Finalmente comenzó el curso en la iglesia-salón de actos cedido con gusto por la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.  Para nuestra nuestra sorpresa, aunque no lo manifestaran, el tema de la conservación de su extraordinaria ciudad preocupaba a los segovianos:  en la primera conferencia no solo se llenó la sala sino también la plaza aledaña, los cuales oyentes no se enteraron de la joya de conferencia de Marquerie, por lo cual para la siguiente nos apresuramos a montar altavoces en la plaza, aunque la multitud desbordó también ese ámbito.

Los famosos arquitectos cumplieron a la perfección su propósito de corregir y enseñar: Chueca Goitia llamó a las fuerzas vivas (arquitectos locales, constructores, propietarios y Ayuntamiento) “asesinos de ciudades”, y muchos sutiles y enérgicos improperios; la primera fila de señores gordos se picó y se fue.  Pero los oyentes continuaron aumentando.

Los demás arquitectos siguieron en esa violenta línea mientras prodigaban enseñanzas y orientación acerca de que la arquitectura más moderna no está reñida con las ciudades históricas (por ciudades históricas se entiende casco antiguo, su entorno y sus vistas desde la ciudad) siempre y cuando se sea cuidadoso con los volúmenes y se utilicen colores de la comarca, ocres, rosados o amarillentos, colores sobrios pero alegres, de una ciudad alegre, y se huya como del demonio del blanco nuclear y de colores violentos poco adaptados a la sensibilidad castellana.  No importar los coloridos de Italia, que pertenecen a otra atmósfera, y no tratar de imitar la arquitectura vernácula.  Y, en cualquier caso, si queremos tener éxito, llamar a un buen arquitecto.  La prueba la tenemos en las mencionadas casas del Taray, en que, con un volumen de edificación peligrosísimo, un buen arquitecto consiguió amalgamar en el casco un edificio que, en malas manos, pudo ser un desastre y pésimo antecedente.

Creo que este curso cambió en general el “chip” de Segovia y tuvo mucha parte en que la ciudad sea hoy tal cual la vemos.

Pocos años después, estamos ya en los setenta, a alguien se le ocurrió la extraordinaria idea de promover un aparcamiento público en las plazas de San Martín y de Medina del Campo, conocidas como de las Sirenas, una de las plazas más bellas del mundo.  Se llamó a un conocidísimo arquitecto, el cual cambió la plaza por la “pasta”.  Como siempre Pedro Moreno avisó del desgarro urbanístico y hubo que volver a entrar en liza.  Vuelta a los artículos incendiarios para llamar la atención de la gente cultivada de Segovia y de España.  E incluso solicitamos la ayuda de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la cual en esta y otras ocasiones siempre prestó y fue definitiva.

Para cambiar un poco de sistema Perico decidió organizar un concurso de pintura sobre la plaza, con premios y un jurado que conseguimos que fuera de excepción.  Organizamos la exposición de las obras en el hotel Las Sirenas, el jurado emitió su veredicto, concedió el primer premio a un cuadro abstracto, y ahí fue Troya.  Los pintores figurativos se alzaron en armas.  Agredieron verbal y físicamente a los abstractos y se generalizó la pelea. Fue un espectáculo magnífico (para nosotros, el jurado huyó asegurando que no iban a volver jamás a una ciudad de increíble salvajismo).  Pero volvieron, más adelante, para otra llamada nuestra, la promoción de la universidad privada de Segovia.

Pedro Moreno Hernández fue un brillantísimo abogado en Madrid, apasionado e inteligente protector de su ciudad, Segovia, que merece, por lo menos, ser correspondiente de San Quirce.  También merecería, si existiera, algún tipo de premio al ingenio y al sentido del humor.  El Adelantado de Segovia crea el título de “Defensor Civitatis” y se adjudica a Pedro Moreno la primera edición.  Se propone seguir concediéndolo anualmente a quienes sean de ello meritorios.

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