Nuevo varapalo para la banda terrorista ETA, que está viendo cómo en las últimas semanas sus miembros van cayendo a pesar de esconderse en diferentes países de la Unión Europea. Los últimos han sido Antonio Troitiño e Ignacio Lerín, que ayer fueron arrestados en Londres, ciudad en la que vivían juntos en la clandestinidad, ya que ambos permanecían huídos de la Justicia española desde 2007 y 2011.
Fuentes de la lucha antiterrorista confirmaron que la detención se produjo en la vivienda que ambos compartían con otros dos inmigrantes de origen chileno en el barrio de Hounslow a la que llegaron siguiendo a la esposa de uno de ellos. Al parecer, ambos intentaban hacer una vida normal dentro de la clandestinidad, pero un inminente cambio de domicilio aceleró su arresto, fruto de la colaboración de la Policía Nacional y la Metropolitana londinense.
La importancia de esta operación radica en que ambos habían escapado de la Justicia a pesar de las condenas que pensan sobre ellos. Troitiño, alias Miguel Ángel, fue condenado a más de 2.700 años de cárcel por 22 atentados cometidos con el comando Madrid, entre ellos el de 1986 en la plaza de República Dominicana de Madrid, en el que fallecieron 12 guardias civiles.
Se encontraba en busca y captura desde el año pasado tras ser puesto en libertad solo siete días antes. Logró fugarse aprovechando un error de la Audiencia Nacional, que le descontó el tiempo pasado en prisión preventiva del límite máximo de estancia en la cárcel (30 años) y no del conjunto de sus condenas, inaplicando así la Doctrina Parot. La Audiencia acordó poco después revocar la puesta en libertad y dictó una orden de búsqueda y captura contra él.
Por su parte, Iñaki Lerín era uno de los más buscados por la Policía Nacional, y sobre él pesaba una reclamación judicial, ya que se encontraba huido desde que consiguió escapar de la desarticulación el comando Urederra o Donosti en marzo de 2007.
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, no tardó en pronunciarse sobre los arrestos, y aseguró que «cada vez hay menos peces en la pecera y que los que hay están en el fondo, porque no están activos». «Tenemos datos de que la disolución definitiva está más cerca que lejos», añadió.
Quien no comentó el golpe a la banda fue Amaiur, la coalición que incluye a la izquierda abertzale heredera de la antigua Batasuna, que evitó hacer comentarios en el Congreso. Y es que en la anterior operación, efectuada esta semana, se quejó, lo que levantó protestas que pedían su ilegalización inmediata. No obstante, horas después, convocó, junto a su sindicato afín, LAB, una manifestación para hoy -y ayer- en San Sebastián, lo cual supone una nueva provocación.
