Agosto ya lejano y tras cinco tropiezos seguidos a domicilio como aviso a navegantes, una Gimnástica Segoviana con dos caras antagónicas en función del escenario, hizo acto de presencia en Zaragoza para abrir el telón de la duodécima fecha liguera frente al Tarazona. El plan gimnástico, tan diáfano como urgente, no era otro que el de cerrar la herida lejos de La Albuera. Porque a pesar de encontrar un cobijo insuficiente en casa como para espantar los fantasmas del descenso, el castigo de perder, y más si es por exceso de valentía como era su caso, también enseña. Y eso debió pensar un Ramsés Gil que lo vaticinó en la previa y no dudó en ejecutarlo sobre el verde.
Para ello, el técnico gimnástico, sin olvidar el ciclón sin premio de hace escasos días ante el filial del Barcelona, apostó por el mismo dibujo con Abel Pascual y Sergi Molina como cerrojos abrigados por Juan Silva y Rubén Yubero, sala de máquinas para Juan de la Malta escoltado por Fer Llorente junto a Hugo Díaz, bandas para Borrego y Berlanga y arriba para el gol el siempre insistente Davo. Un once novedoso por no ser práctica habitual su reiteración, pues era la segunda vez que repetía alineación como ya hizo, casualidad o no, en una primera jornada que fue la última y única ocasión que regresó a Segovia con los tres puntos.
Con más piernas que pulmones y bajo la inédita conjetura de ser esta vez una Segoviana más abrochada, aunque menos huracanada. Mismo apetito y distinta fórmula, pero sin dejar de conjugar el verbo competir como aspecto innegociable, por convencimiento y por necesidad. Y fue esa urgencia la que llevó al equipo gimnástico a tomar el mando ante un Tarazona también recién llegado a la categoría y rival directo por la salvación que entregó las llaves del partido a una Segoviana que aceptó llevar la iniciativa para preguntar primero después de disparar.
HUGO DÍAZ GUÍA A LA SEGO
Porque tras unas primera declaración de intenciones con una buena jugada por el costado derecho entre Silva y Berlanga que obligó a un Fouli expeditivo bajo palos a despejar, la Sego encontró refugio. Centro desde la izquierda de Borrego que peinó De la Mata en el punto de penalti y apareció Hugo Díaz, el más listo de la clase, para anticiparse al meta visitante y silenciar el Municipal de Tarazona. 0-1. Para entonces, el gol cambió el humor de un Tarazona contestón que dio un paso al frente, comenzó a ganar duelos por la inyección del fútbol directo, aunque con un dominio algo académico y carente de alboroto sobre la meta de Carmona frente a una Segoviana que, con los deberes hechos, bajó de revoluciones gracias al pie de Fer Llorente, con más miedo a confundirse que hambre por buscar un nuevo golpe.
Sin asumir riesgos, el equipo de Ramsés Gil práctico, que no apático, fue cortando unas avalanchas mañas con más cabezonería que sentido gracias a un Abel Pascual y Sergi Molina imperiales en el juego aéreo, a excepción de una buena jugada combinativa que concluyó con un Juan Silva providencial que apagó el fuego evitando un remate franco de Fuentes. De ahí al descanso, entre poco y nada sucedió, porque la Segoviana no quiso y el Tarazona no pudo, con una última llegada gimnástica que finalizó Javi Borrego con un disparo lejano que se marchó desviado sobre la meta de Fuoli. Pero tras él, el mérito azulgrana de 45 minutos se convirtió en error en apenas 60 segundos.
Así, a la sustitución de Davo para dar entrada a Diego Gómez, se le unió el empate del equipo de Juanma Barrero. En una gran acción individual de Fuentes aliñada por algo de desidia gimnástica lo aprovechó a las mil maravillas el ‘19’ para, con un misil tierra-aire, hacer inútil la estirada de Carmona y hacer volver a empezar a la Sego. La reacción segoviana no tardó en llegar con un claro aviso al que Sergi Molina no llegó por escasos centímetros a la salida de un córner y que fue el preludio de la entrada a una fase de pleito con posesiones largas, más duraderas que eficaces en ambas áreas.
ABEL PASCUAL, AL RESCATE
Los minutos pasaban sin dueño y con el partido entre un acierto o un fallo, entre el todo o nada, la fortuna y balanza cayeron de lado aragonés. Un fallo de entendimiento entre Sergi Molina y Carmona no lo dejó escapar el Tarazona que, por medio de Llácer la mandó a guardar a placer sobre la misma línea de gol tras ganar el duelo a Silva. Antes, Ramsés Gil había agitado el árbol dando entrada primero a Astray y Berlanga y acto seguido a Fernán en busca de un empate que antes era triunfo. Arrojándose al vacío en busca de un empate, el fútbol, que la pasada jornada le quitó más que le dio, esta vez se lo recompensó porque en este negocio lo que importan son los goles.
Así, en el añadido y con más corazón que cabeza, fue precisamente un testarazo de Abel Pascual en el primer palo tras un centro de Diego Gómez con el que la Segoviana encontró la recompensa para rescatar un definitivo empate de Tarazona. Un reparto de puntos con el que la Segoviana sigue sin reencontrarse con la victoria a domicilio, pero que sabe a gloria visto lo visto. Porque entre un empate o irte de vacío, un punto es siempre mejor que ninguno.
