La incertidumbre predomina ante el resultado posible de la cita con las urnas del martes cinco de noviembre. ¿Quién será elegido como próximo presidente de los Estados Unidos? Según los promedios de encuestas, Kamala Harris, candidata demócrata, lleva una ventaja aproximada de un punto –o inferior- a escala nacional frente al republicano Donald Trump, con porcentajes en torno a 49-48 de apoyos respectivos. Los votantes indecisos completarían la diferencia restante: muchos de ellos son independientes, es decir, no están registrados como demócratas ni republicanos. Algunos analistas consideran que las apuestas podrían petar, con una victoria mayor de lo esperado en favor de cualquiera de los candidatos. Las casas de apuestas favorecen a Trump; pero, se desconfía de estos pronósticos, sometidos a vaivenes especulativos parejos a los existentes en los mercados financieros.
La encuesta realizada por “The New York Times” y Siena College (NYT-S), a finales de octubre, que mostraba empate en la intención de los votantes probables -48-48 por ciento-, resulta enriquecedora por su nivel de desagregación. La brecha de género resulta muy abultada: los hombres favorecen a los republicanos -55 por ciento-; mientras, las mujeres votan demócrata -54 por ciento-. Los electores con titulación universitaria optan por Harris -58 por ciento-; y aquellos menos formados eligen a Trump -54 por ciento-. Los primeros se muestran más optimistas frente a la globalización; y los segundos la temen. El republicano sería elegido por los blancos -54 por ciento-; mientras, negros e hispanos votan demócrata. Sin embargo, según la encuesta referida –y otras-, el expresidente mejoraría de forma ostensible en los dos últimos frentes. En 2020, Joe Biden consiguió un 87 por ciento del sufragio afrodescendiente –, que podría caer hasta una cuota del 81 por ciento para Harris-. Por su parte, el presidente se hizo con dos tercios del voto latino, si bien la previsión baja al 52 por ciento para Harris. Desde el populismo, les dice que los inmigrantes ilegales les quitarán sus empleos.
En realidad, las encuestas nacionales adquieren relevancia limitada, ya que la campaña de facto está centrada en apenas siete estados, devenidos en “campos de batalla”, susceptibles de cambiar de bando –“estados pendulares” o “swing states”-. En este microcosmos electoral, dos factores podrían favorecer a la candidata. La proporción de mujeres que ya han emitido su sufragio de forma anticipada podría batir en diez puntos a la estadística masculina; mientras, unos setenta millones de estadounidenses ya han votado. Por otro lado, las ganancias de Trump entre negros e hispanos corresponden, sobre todo, a varones con bajo nivel educativo, cuyos niveles de participación electoral no son altos.
James Carville, antiguo asesor en la campaña electoral de Bill Clinton (1992), cree que Kamala Harris resultará elegida, debido a tres razones: su mayor presupuesto de campaña; la amplitud de la coalición armada, integrante de muchos republicanos moderados; y la penalización representada por la edad avanzada de su contendiente.
El sistema político, que asigna votos de colegio electoral (VCE) según el peso demográfico de cada estado, articula juego de suma cero: una mayoría exigua de sufragios populares asegura que el candidato vencedor se lo lleve todo. Esto incorpora sesgo conservador, que favorece a los republicanos. En muchos estados donde ganará Trump, las zonas metropolitanas (ZM) votan demócrata. Como ejemplo, las reglas del juego de Nebraska constituyen una excepción, pues los VCE del estado se reparten entre los ganadores de cada distrito. Así, Harris debería obtener uno de los mismos, gracias a Omaha, capital del estado, partidaria de los azules.
Los suburbios residenciales de las ZM, antaño blancos, eran feudos republicanos; pero, al volverse más diversos y multiculturales, han cambiado las preferencias. Por ello, a nivel nacional, Barack Obama consiguió la primera victoria demócrata por un margen estrecho en dichas jurisdicciones. Los estrategas de ambos candidatos buscan votantes con lupa en esos epicentros de la pugna electoral. Kamala Harris intenta cosechar apoyos entre republicanas moderadas, enfadadas con Trump, en los suburbios de Filadelfia, principal urbe de Pensilvania, el estado más decisivo en 2024 con sus 19 VCE. En dicha misión, los voluntarios de campaña tocan el timbre, puerta por puerta, en barrios donde la moderada Nikki Halley derrotó al expresidente en las elecciones primarias del Partido Republicano durante la pasada primavera.
En el intento de enfatizar su complicidad con la clase trabajadora, frente al multimillonario con torre propia en Manhattan, la vicepresidenta ha declarado cómo, siendo estudiante, tuvo un empleo en McDonald’s. Como respuesta, su oponente editó un video, en el que, ataviado con delantal, cocinaba y vendía patatas fritas en una hamburguesería de la cadena. De manera no casual, se eligió un establecimiento en la confluencia de Filadelfia con uno de sus suburbios.
Pensilvania, Michigan (15 VCE) y Wisconsin (10 VCE) completan el “muro azul” en la región de Grandes Lagos y medio Oeste. Si esta triada vota azul, Harris será la primera presidenta de los Estados Unidos. Una zona en declive industrial con mapa alterado de preferencias políticas. Los antiguos trabajadores blancos en fábricas, como las automovilísticas de Detroit, sindicados, recibían buenos salarios; pero, sus hijos y nietos con bajo nivel de estudios tienen empleos precarios de servicios. Desde unas expectativas limitadas sobre el futuro, muchos aplauden el énfasis del candidato republicano en imponer aranceles más elevados sobre las manufacturas, en especial las procedentes de China.
Los varones blancos sin formación universitaria son los votantes más entusiastas de Trump. Gracias a ellos, derrotó a Hillary Clinton (2106), cuyo marido le advirtió que esto podía ocurrir. El líder populista se hizo con el “muro azul”, bastión demócrata, auténtico póker de ases, por la mínima –solo diez mil votos en Míchigan-. Un cambio electoral con precedentes: Ronald Reagan, actor hollywoodiense y republicano, ya lo había logrado (1980), aupado por los “demócratas de Reagan”. Los abuelos de J.D. Vance, senador de Ohio con cuarenta años de edad, miembro de una familia golpeada por el declive del Medio Oeste y candidato a vicepresidente elegido por el empresario neoyorquino, engrosaban esta categoría. Su madre cayó en la drogadicción debida a opiáceos recetados, convertidos en epidemia regional.
Joe Biden recuperó el “muro azul” (2020), con margen muy estrecho: apenas veinte mil votos en Wisconsin. Según el promedio de encuestas de NYT, Harris disfruta de ligera ventaja tanto en este estado como en Michigan, -en torno a un punto, más o menos- con empate en Pensilvania. Su problema consiste en que tiene menos capacidad de enganche que el presidente con los varones blancos, negros e hispanos. Su compañero de ticket –candidato a vicepresidente- es Tim Walz, gobernador de Minnesota, otro estado del Medio oeste. El “profe Walz” es un tipo afable, representante perfecto de la clase media, antiguo docente que entrenaba al equipo de fútbol del instituto.
A raíz del declive de Detroit (Míchigan), que abarató el acceso a la vivienda, ha crecido la minoría árabe, integrada, entre otros, por muchos palestinos y libaneses, en los suburbios de “Motortown”. En caso de empate, estos votos pueden resultar claves para cerrar una mayoría. Por regla general, son demócratas; pero, una congresista con dicha adscripción política y perfil étnico ha anunciado que no secundará a la vicepresidenta. La razón estriba en el enfado de su colectividad con el apoyo explícito de la Administración Biden a Israel en la guerra con Hamás y Hezbolá; mientras, Harris parece mostrar un espíritu continuista en política exterior. En realidad, Trump avalaría en mayor grado a Netanyahu. Por ello, el candidato presidencial del Partido Verde –sin opciones- podría recibir muchos sufragios, cual castigo a demócratas y republicanos. En cualquier caso, el suegro de una hija de Trump, casada con un libanés, ayuda a su pariente político para conseguir partidarios entre los árabes de Míchigan. La hija de Dick Cheney, vicepresidente con George W. Bush, promovedor de la guerra de Irak, apoya a Harris. Desde la desinhibición, Trump no se corta en expresar barbaridades para motivar a votantes árabes indecisos. Así, dice que la “belicista” Liz Cheney, ex congresista, debería comparecer ante un pelotón de fusilamiento para sentir lo que es una guerra.
En el mitin estelar de Trump para cierre de campaña en el neoyorquino Madison Square Garden, un comediante se ha burlado de Puerto Rico como “isla flotante de basura”. Numerosos artistas icónicos, con raíces en el que fuera territorio español hasta 1898, se han sentido humillados. Como reacción, han explicitado su voto para Harris en las redes sociales. Jennifer López ha participado en un mitin con Kamala en Nevada, donde afirmó que, como en Hollywood, desea un “happy end” donde gane la chica buena. Por su parte, Ricky Martin ha firmado un artículo de opinión para defender el orgullo de ser boricua.
Según datos censales, hay cerca de medio millón de puertorriqueños en Pensilvania, concentrados tanto en el área metropolitana de Filadelfia, como en el corredor de la carretera 222 -sureste del estado-. El incidente racista debe promover una mayor movilización de estos votantes, entre los más leales al Partido Demócrata, así como del resto de latinos –la comunidad dominicana también es numerosa en este estado-. Además, el recuerdo de la mala gestión del expresidente ante el catastrófico huracán María (2017), causante de un éxodo migratorio desde Puerto Rico, le resta popularidad.
A raíz del episodio del comediante despreciativo con la isla del encanto, la campaña de Trump ha respondido con dos gestos peculiares: una rueda de prensa del expresidente al volante de un camión de la basura; y un acto de campaña para “ganar credenciales entre los hispanos”, quienes, según él, “le gustan”, cuales “emprendedores y cálidos”, en Nuevo México, estado demócrata con mayor peso y antigüedad del electorado hispano. Por su parte, los republicanos han intentado capitalizar un desliz verbal de Biden, desaparecido durante el resto de la campaña. El presidente dijo algo así como que los seguidores del Trump eran la única basura, tras criticar la demonización de los latinos por el expresidente.
Todo cuenta para ganar votos en el muro azul. Los votantes hispanos que viven en el sur del área metropolitana de Milwaukee (Wisconsin) son relevantes. Por otra parte, Harris ha reculado en su anterior oposición al “fracking”, producción de petróleo vía fracturación hidráulica, con costes ambientales altos, debido a la relevancia de este sector en Pensilvania.
El “cinturón soleado”, que incorpora dos áreas muy separadas entre sí, es el segundo campo de batalla, por detrás del “muro azul”. En el suroeste, Arizona (11 VCE) y Nevada (6 VCE); mientras, Georgia y Carolina del Norte -16 VCE cada uno-, estados sureños, también se encuentran en disputa.
Los candidatos demócratas a la presidencia ganan en Nevada desde que lo hiciera Barack Obama (2008). Un motivo principal radica en el crecimiento de la población hispana –un quinto de votantes potenciales-, atraída por vivienda barata y empleos en el sector hostelero de Las Vegas. Encarecimiento de la primera y bajos salarios en los segundos son temas preocupantes para estos electores. Harris también ha hecho suya la propuesta de Trump para que las propinas –el quince por ciento de la cuenta en cualquier restaurante- estén libres de impuestos. De forma adicional, la vicepresidenta propone elevar el salario mínimo, así como deducciones fiscales generosas para la compra de la primera casa. Unos indicadores macroeconómicos peores que a escala nacional ayudan a Trump, quien lleva ventaja inferior a un punto en las encuestas.
De forma tradicional, Arizona ha sido un estado republicano, del que salió Barry Goldwater, candidato ultraconservador (1964). No obstante, los hispanos, un cuarto de ciudadanos con derecho a voto, originarios de México en su mayoría, y los profesionales progresistas llegados desde California en busca de calidad de vida, posibilitaron la victoria de Joe Biden (2020) por apenas diez mil votos, algo no repetido desde 1996 con Bill Clinton.
La inmigración ilegal registró un crecimiento significativo a raíz de la epidemia de Covid; pero este flujo ha disminuido de forma sensible durante el último año. Arizona es un estado fronterizo; y, desde populismo, racismo y nativismo, la seguridad en la muga con México es el tema favorito de Trump, quien favorece deportaciones masivas y habla de “país ocupado”.
Las encuestas le conceden una mayoría de tres puntos al republicano, quien, según las mismas, podría mejorar sus resultados entre los latinos. No obstante, Arizona también está influida por la memoria del senador John McCain, republicano moderado, héroe de guerra y candidato presidencial (2008), quien fue denigrado antes de su muerte (2018) por Trump. Además, tanto Nevada como Arizona someterán a votación, el mismo día de las presidenciales, sendas propuestas sobre el derecho al aborto a nivel estatal. Esto incentiva una mayor participación electoral de las mujeres simpatizantes con Harris.
Georgia es el estado natal del centenario Jimmy Carter, quien ha cumplido el sueño de llegar vivo para poder votar; y ya lo ha hecho de forma anticipada. Bill Clinton, sureño, antiguo gobernador de Arkansas, resultó victorioso (1992); pero, ningún candidato demócrata revalidó dicho éxito hasta que llegó Joe Biden (2020). Uno de los trofeos más difíciles, cuya mayoría se cimentó en el margen –once mil sufragios-.
Los votantes blancos con perfil de cristianos evangélicos –un 28 por ciento del total- son muy conservadores; y celebran la revocación del derecho constitucional al aborto, debida a los jueces del Tribunal Supremo nombrados por el expresidente. Algunos consideran a Trump, salido ileso de un atentado en un acto electoral de Pensilvania, con foto icónica de su reacción espontánea, como un elegido; y, el candidato les sigue el juego. El peso de los evangélicos blancos se dispara en el “cinturón bíblico”, donde se encuentran Georgia y Carolina del Norte.
En un mitin celebrado en Georgia, lleno de afrodescendientes, Barack Obama, temeroso de una menor fidelidad de los hombres negros a Harris, mulata hija de padre jamaicano, animaba a emitir el voto anticipado, algo más favorable para los demócratas. En un estado conservador, de color rojo –republicano-, la zona metropolitana de Atlanta, ciudad global, sede de CNN y Coca Cola, suministra sufragios azules. Las minorías étnicas son fundamentales, incluidos muchos indios, inmigrantes naturalizados, empáticos con Kamala, cuya madre llegó a Berkeley como estudiante universitaria procedente del país de Gandhi.
¿Qué efecto electoral tendrá el huracán Helene? Según una encuesta de CNN, la gestión del mismo por la Administración Biden obtiene baja tasa de aprobación en Georgia -42 por ciento- y Carolina del Norte -36 por ciento-. Además, Trump propagó “fake news” al respecto. Su ventaja en las encuestas supera y no alcanza un punto, de forma respectiva, en Georgia y Carolina del Norte.
Una noticia ha enfadado a Donald Trump tres días antes de la cita electoral. El expresidente lamenta la publicación de una encuesta creíble, que otorga ventaja de tres puntos a los demócratas en Iowa (6 VCE), estado del Medio Oeste donde, a priori, se prevé mayoría republicana. Aunque hay una minoría latina significativa, atraída por empleos en la industria cárnica, la clave estaría en las mujeres independientes, segmento en el que Harris sacaría 28 puntos al magnate. De forma específica, las señoras mayores serían muy fieles a los azules, seducidas por la propuesta de ampliar la seguridad social para jubilados –Medicare-.
¿Serán extrapolables estos datos al conjunto del país? Harris se ha postulado como defensora de democracia, clase media y derechos reproductivos de la mujer. Uno de sus pocos actos electorales fuera de los estados indecisos se ha celebrado en Texas, bastión republicano donde se ha aprobado una ley estatal que prohíbe el aborto (2022). ¿Rentabilizará Kamala el miedo a Trump, cuyo perfil populista y autoritario divide y estresa al país?
Por el momento, seguimos deshojando la margarita. Se teme que, ante posible derrota, el antiguo presentador del programa televisivo “The Apprentice” volvería a tener un mal perder, como el que indujo el asalto por una turba al Capitolio el 6 de enero de2021.
El expresidente ha declarado que cuidará de las mujeres, les guste o no. J.D. Vance también enfadó a mucha gente por su crítica a aquellas con gatos y sin hijos. Desde dicha condición de “mujer con gatos sin hijos”, la cantante Taylor Swift respaldó a Kamala desde sus redes sociales. ¿Cuántas votantes indecisas harán lo propio para castigar el machismo y la intolerancia de estos nuevos republicanos de extrema derecha?
