Ningún Papa había viajado hasta ahora en visita de Estado a las Islas Británicas, que en 1532 rompieron con Roma tras declararse Enrique VIII cabeza de la Iglesia de Inglaterra. Este paréntesis histórico llegará a su fin el próximo 16 de septiembre, cuando Benedicto XVI inicie un periplo de cuatro días por el Reino Unido, según confirmó ayer el Palacio de Buckingham, residencia oficial de la reina Isabel II.
El anterior desplazamiento de un Pontífice a este país, donde se estima que hay unos seis millones de católicos, fue la de Juan Pablo II en el año 1982, pero en esa ocasión se trató de un viaje pastoral.
El Santo Padre será recibido por la soberana británica, gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, y su marido, el duque de Edimburgo, en el Palacio de Holyroodhouse en Edimburgo, la capital de Escocia, el 16 de septiembre, precisó la misma fuente.
La diferencia con otras visitas de Estado es que no habrá banquete oficial en su honor y en que el Papa no tendrá como residencia el palacio de Buckingham, como suele ser habitual, sino que se hospedará en dependencias de la Iglesia católica.
Benedicto XVI, cuyo viaje será tanto de Estado como pastoral, recorrerá Glasgow (Escocia), Londres y Coventry (centro de Inglaterra). Durante su estancia de cuatro días, beatificará al cardenal John Henry Newman, teólogo del siglo XIX, en una misa al aire libre en Coventry, en el norte del país.
Además, oficiará una misa al aire libre en Glasgow (Escocia), se reunirá en Londres con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, primado de la Iglesia de Inglaterra y rezará con líderes de otras confesiones religiosas en la abadía de Westminster. «Se trata de una visita histórica en un momento importante. El Papa recibirá un recibimiento muy cálido por parte de los católicos y de los ciudadanos de otras creencias», manifestó el secretario de Estado para Escocia, Jim Murphy, encargado de coordinar la visita, en declaraciones a la prensa en el Foreign Office.
Una oportunidad única
En opinión de Murphy, el viaje papal «representa una oportunidad sin precedentes para fortalecer los vínculos entre el Reino Unido y la Santa Sede en acciones como la lucha contra la pobreza y el cambio climático, así como para destacar la importancia de la fe en el establecimiento de comunidades fuertes y cohesionadas».
«Nuestra intención es seguir construyendo la relación positiva que hemos desarrollado en años recientes», sostuvo el representante del Gobierno británico, que no estableció relaciones diplomáticas plenas con el Vaticano hasta 1982, año de la visita de Juan Pablo II.
El cardenal Keith O’Brien, arzobispo de St. Andrews y Edimburgo y presidente de la Conferencia Episcopal de Escocia, y el arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, Vincent Nichols, prepararán la visita junto al Gabinete. O’Brien destacó la importancia de la presencia en suelo británico de un Papa «cuya principal enseñanza ha sido recordar a Europa sus raíces y su cultura cristianas para guiarnos en los grandes tópicos morales de nuestros días».
Al ser preguntado sobre si el Pontífice aludirá en sus discursos a los casos de abuso sexual de menores que han sacudido a la Iglesia católica en distintas partes del mundo, O’Brien explicó que «no sabemos qué es lo que va a decir y ni siquiera si va a tratar este asunto». El religioso agregó que Benedicto XVI «no va a visitar Francia o Irlanda», países donde se han denunciado decenas de casos, y Nichols subrayó que en el Reino Unido «tenemos mecanismos sólidos» que han permitido evitar que se produzcan estos abusos en el país.
