Después de un tiempo sin asomarme a la grada, se me acumulan los temas sobre los que escribir: el esperanzador debut de la Gimnástica en Primera RFEF, la dura renuncia del CD Base al ascenso, las perspectivas del Nava en la Asobal, o la sobresaliente actuación de Águeda Marqués en los Juegos Olímpicos.
Y al final decidí recurrir a uno de los muchos momentos que se vivieron en los Juegos, aunque no me detendré en Águeda, cuya huella ha quedado ya expresada en múltiples medios y, por supuesto, mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo. En concreto, a la inoportuna lesión de Carolina Marín en las semifinales del torneo de bádminton.
Recuerdo el impacto que generó aquello y cómo se hablaba de lo tremendamente injusto que, con el partido bien encarrilado, Carolina tuviera que abandonar por la rotura del cruzado anterior de su rodilla derecha. Y a mí me parece frustrante, pero no injusto. Se habló hasta de darle una medalla de bronce, lo que, a mi juicio, eso sí hubiera sido un regalo inmerecido porque no recuerdo que nadie planteara una medalla de bronce en Río 2016 para Li Xuerui, la jugadora china que se enfrentó a Carolina en las semifinales de aquel torneo y que no pudo competir los últimos puntos de aquel partido al romperse también, como la jugadora onubense, el ligamento cruzado de su rodilla.
Recuerdo también las críticas a Carolina por sus alaridos y agresividad en la pista en aquel momento, comportamiento que defendí en esta misma sección. Y es que el deporte es la vida misma, teniendo que afrontar situaciones favorables y no, que incluso nos pueden parecer injustas, pero que, vistas con perspectiva, no son más que eventos que dignifican el camino.
Espero que los deportistas y equipos segovianos puedan seguir creciendo en esta nueva temporada 2024/25.
