Tras mi despedida temporal en el mes de junio, aquí estoy de nuevo aunque me hubiera gustado haber vuelto antes. Una avería en mi ordenador y otros inconvenientes lo han impedido.
Se me ha sugerido escribir sobre las lanzaderas, cosa que tenía pensado hacer por lo mucho que me afectan y que ha propiciado el improvisar estas líneas que espero aporten luz sobre el tema.
La verdad es que eliminar la circulación por parte del casco histórico de Segovia de 800 vehículos pesados suena bien. Parece una iniciativa sugerente a la que es fácil adherirse por sus indiscutibles connotaciones ecológicas.
Comprendo que el Ayuntamiento de Segovia la haya secundado escuchando su canto de sirena con las mejores intenciones de trabajar por el bien común.
Por otra parte, he podido comprobar que a la “ciudadanía”, como ahora se dice, no le ha caído bien el ensayo; un ensayo que ya se hizo el año pasado con dudosos resultados por lo que, la repetición, no ha dejado de causar sorpresa.
Tras preguntar a varias personas si están de acuerdo con el cambio, las más me han contestado que no, otras, que no les afectaba y ninguna que sí.
No es el casco histórico de Segovia la zona más contaminada de la ciudad. En cuanto al ruido de los autobuses de gran tamaño no es tanto por las noches como por el día. Y, en ningún caso, comparable con el que ocasionan los estudiantes en sus pisos-discoteca que tanto perturba el descanso de los residentes, huéspedes de los hoteles e incluso, ocupantes de los pisos turísticos.
Este sí que es un problema urgente y que, al parecer, no solo se da en el centro.
A priori, la solución de las lanzaderas equivale, en cierto modo, a desnudar a un santo para vestir a otro. Y surge la pregunta de si merece la pena.
Conviene tener en cuenta que las lanzaderas, si son eléctricas, deberán afrontar los problemas derivados de sus cuestionadas baterías que no son tan “limpias” como nos han querido “vender”
Y el resto de vehículos pesados, como los camiones de la basura, de obras u otros servicios, continuarían accediendo al casco antiguo, como hasta ahora.
Es también cuestionable la circulación de las lanzaderas por las calles estrechas que, en muchos tramos se complica, aún más, con los peatones ya sean residentes o turistas.
En días de lluvia, nieve o ventisca, las esperas en el Azoguejo se presentan como un castigo. Y las personas mayores y no tan mayores, se verían obligadas a realizar un trasbordo cuando cómodamente pueden realizar el trayecto completo desde sus orígenes.
Peor todavía se les pone a las mamás con sus cochecitos de bebés o también a los inválidos con sus carritos. Conviene también tener en cuenta que muchos usuarios portan bultos de regular tamaño.
No debe olvidarse, tampoco, el importante trasiego entre los barrios y el mercado de los jueves en la Plaza Mayor. También desde Colón a los supermercados de la periferia, cines y espacios deportivos y viceversa, teniendo en cuenta algún que otro centro de mayores.
El centro de Segovia acoge al Ayuntamiento, la Diputación Provincial, la Catedral, el teatro Juan Bravo, el Casino de la Unión, la Biblioteca pública centro de lectura, la Real Academia de San Quirce, El Museo de Arte Contemporáneo, los museos Provincial, Rodera Robles, Zuloaga, el Torreón de Lozoya, etc, etc, donde se realizan actividades diversas, afortunadamente con mucha frecuencia y algunas, con notable afluencia de público.
COLOFÓN
Sabido es que los autobuses urbanos son uno de los mejores servicios (1) que presta el Ayuntamiento de Segovia. Y aunque tenga inconvenientes, siempre serían un mal menor.
Suele decirse que lo que funciona no debe tocarse. Pues bien ¿qué necesidad hay de meneallo?
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(1) Mejorables, evidentemente, pues, por ejemplo, el 5 da notables rodeos para dar servicio a los nuevos barrios convirtiéndose en circular.
*Académico Honorario de San Quirce.
